El objetivo que nos proponemos en este ar tículo es relacionar lo avanzado en el estudio de estructuras poliorcéticas2 de La Araucanía o Ngülümapu3 quinientista, los denominados "fuer tes", con el funcionamiento de una economía aurífera regional, principalmente del área sur de este territorio, la cual incluía las jurisdicciones de las ciudades españolas de La Imperial, Villarrica y Valdivia.
Para este propósito, tomamos como fuente principal la información que envía al virrey Toledo en 1579, el teniente general y futuro go bernador de Chile (1580-1583) Martín Ruíz de Gamboa4. La coyuntura en la cual escribe Ruíz de Gamboa es interesante porque se estaba cerrando un ciclo de alta productividad de los lavadores de oro chilenos con un pico de 945,6 kg en el año de 1575 (Cuadra y Arenas 2001: 65) y donde diver sos indicios nos señalan que los placeres auríferos del sur de La Araucanía eran aquellos que estaban contribuyendo mayormente a esta productivi-dad5. El mismo Ruíz de Gamboa menciona en su carta a los lavaderos de La Imperial como los más ricos del reino (AGI, Chile 31, Carta de Ruíz de Gamboa del 1 de abril de 1579, f. [5]).
Si bien nuestro interés de investigación principal se centra en la actividad aurífera, la complementariedad e interdependencia de temáticas que cruzan la precaria realidad de la colonización española del siglo XVI en el Ngülümapu, lo frag mentario de la documentación colonial temprana y la poca evidencia arqueológica que han dejado los lavaderos de oro (Zavala et al. 2020), nos im pulsan a ampliar el campo de observación a otros aspectos que sin duda hacen parte de un mismo sistema de dominación colonial como son los sitios poliorcéticos, los caminos, las encomiendas y las guerras.
Nuestro trabajo se inscribe en una perspectiva interdisciplinar que trata de aportar una mirada más integral de los estudios coloniales a pesar del sesgo que indudablemente contamina una documentación histórica producida en un contexto de dominación colonial donde la voz indígena es completamente marginalizada, de ahí que recurramos a los datos arqueológicos y geográficos como una manera de contrastar las fuentes historiográficas. En este sen tido, valoramos el trabajo que vienen realizando historiadoras/es mapuches (Marimán, Caniuqueo, Millalén y Levil, 2006; Comunidad de Historia Mapuche, 2013; Antileo, Cárcamo-Huenchante, Calfío, Huinca-Piutrin, 2015) para colocar en el centro de la escena histórica a quienes sufrieron y resistieron al colonialismo, proyecto que en parti cular para el periodo colonial temprano constituye un desafío metodológico importante debido a lo li mitado y sesgado de las fuentes.
Con todo, cabe destacar investigaciones re cientes que abordan de manera más integral el siglo XVI chileno, en particular respecto de la relación entre sociedad de conquista, economía aurífera, mano de obra indígena y desplaza mientos forzados (entre otros, cabe mencionar: Inostroza, 2013, 2014; Contreras, 2016, 2017a y b, 2018; Valenzuela, 2017).
Para el caso específico del Ngülümapu queda aún mucho por hacer aunque una buena parte de fuentes primarias ya hayan sido publicadas. Por ejemplo, en los documentos de méritos y servicios publicados por José Toribio Medina (1888-1902, 1956-1963) e incluso en las crónicas tempranas más conocidas como las de Góngora Marmolejo (1862), Mariño de Lobero (1865) y Vivar (1966) hay datos dispersos que uniéndolos permiten reconstruir un panorama, limitado por cierto, pero más integral de situaciones vividas en los diferentes vericuetos del poder y en los espacios de interacción por individuos y colectivos de La Araucanía del siglo XVI.
1. Los estudios sobre los denominados "fuertes" del siglo XVI
La categoría "fuerte" se ha utilizado de manera muy amplia en Chile para designar diversos tipos de lugares con y sin edificaciones que presentan especiales condiciones defensivas o de visibilidad que los hacen particularmente aptos para fines militares aunque también puedan desempañar otras funciones como por ejemplo ser puntos de descanso o de vigilancia camineros (postas o tambos), lugares de refugio, puntos de control de faenas auríferas6, etc.
El estudio de sitios arqueológicos poliorcé-ticos en La Araucanía, ha estado particularmente centrado en la cuenca media y alta del río Toltén, primeramente, con relevantes aportaciones en la localización y documentación de sitios, en sus planimetrías y superficies y, más recientemente, con una visión de conjunto que integra sus rutas y caminos (Adán 2014; Gordon 1985; Harcha et al. 1999; Mera et al. 2004; Mera et al. 2015; Reyes 2004; Vidal el al. 1986).
Las dataciones de estos sitios los sitúan ge neralmente en el periodo hispánico temprano (segunda mitad del siglo XVI) pero también en el prehispánico tardío (Adán 2014; Gordon 1985; Harcha et al. 1999) con lo cual en este último caso se trata de estructuras propiamente indígenas pre vias a la conquista española.
Se sabe que las fortalezas españolas eran de forma cuadrada y triangular (Guarda 1990; Krumm 1974; Vidal et al. 1986), mientras que las formas circulares y ovales parecen asociarse a recintos defensivos indígenas (León 1986 y 1988 -1989; Vidal et al. 1986).
Estudios arqueológicos han identificado una serie de "casas fortificadas" y asentamien tos fortificados más pequeños que rodean el lago Villarrica y la ribera del río Toltén (Saavedra y Sanzana 1991; Vidal et al. 1986). Uno de estos sitios es el de Santa Sylvia, que probablemente fue ocupado por los españoles alrededor de 1585 por un corto período antes de ser abandonado y destruido (Gordon 2011; Sauer 2012). Estudios en Valdivia y sus alrededores apunta al mismo patrón de Villarrica (Adán et al. 2007; Adán et al. 2012; Urbina y Adán 2018).
Los fuertes indígenas prehispánicos proba blemente se relacionen con conflictos armados entre grupos que compiten por tierras fértiles en procesos ligados a formas de vida más ancladas a ciertos hábitats, lo que desincentiva el alejamiento a pesar de las hostilidades. También, esto puede estar relacionado con estructuras identitarias fuertes que proporcionan marcos de referencia que permiten distinguir entre un "nosotros" y un "ellos"; el surgimiento de una elite política con intereses propios que crea rupturas internas; la invasión por fuerzas externas; la extracción de recursos preciados o las tensiones ecológicas pro ducidas por sequías u otros eventos ambientales (como los señalados por Keeley 1996).
En la Figura 1 hemos geolocalizado las es tructuras con vocación poliorcética del área sur de La Araucanía (términos de las antiguas ciudades de Imperial, Villarrica y Valdivia) independien temente de su atribución cronológica y cultural (indígena o hispana) a partir de la información proporcionada por la literatura arqueológica y etnohistórica, específicamente: Adán 2014; Adán et al. 2012; Archa et al. 1999; Gordon 1985 y 1991; Inostroza 1994; Inostroza et al. 2007; Mera et al. 2004, 2007 y 2015; Saavedra y Sanzana 1991; Sauer 2012 y Vidal et al. 1986.
El tipo de material cultural encontrado en algunos de estos recintos, no muy abundante por lo demás y principalmente indígena, indica la predominancia de la alfarería local, incluso en contexto de dominación española, lo cual tiende a fortalecer la idea de que el sustento demográfico principal de la conquista de las tierras mapuches era más bien de raigambre local y no foránea, es decir, la presencia de yanaconas7 no sería domi nante en estos espacios claramente asociados a la conquista española.
Coincidente con los trabajos arqueológicos mencionados, las crónicas y fuentes históricas refieren la existencia de este tipo de estructuras poliorcéticas españolas y también mapuche en el Ngülümapu: Mariño de Lovera 1865 [1595]: 351; Rosales1878 [1674]: 280; AGI, Chile, leg. 40; AGI, Patronato, legs. 29 y 187; AHNCh, MVM, vols. 273: f.82-83 y 274: f.132-138. El historiador Gabriel Guarda (1978; 1990) ha sistematizado la información sobre los enclaves defensivos españoles del sur de Chile. Por su parte, Leonardo León (1986; 1988-1989) introdujo el tema de las fortificaciones indígenas como parte de una es trategia militar global, en particular en las zonas lacustres cordilleranas y precordilleranas entre el río Toltén y Osorno e Iván Inostroza (2013; 2014) ha hecho aportes significativos sobre el área de influencia de la ciudad Imperial.
La ocupación española del Ngülümapu produjo ciclos de violencia y ofensivas indígenas anticoloniales, pero también conflictos internos entre segmentos nativos, unos aliados de los españoles y otros opuestos. Los hispanos trataron de asentar su dominio a través del régimen de encomiendas con el fin de contar con la mano de obra necesaria en los lavaderos de oro - principal razón de su presencia - así como en otras actividades productivas, domésticas y militares.
2. Las vías de comunicación al momento de la conquista española
El estudio de los caminos y otras vías de comunicación fluviales y marítimas no es un tema que haya interesado mucho a los historiadores del periodo colonial chileno. Sin embargo, para poder entender las dinámicas y procesos que tuvieron lugar en el continente americano, como en cual quier otro lugar y tiempo, es fundamental entender las formas y evoluciones de los desplazamientos y circulación de las personas, animales y cosas. Es por ello que en este apartado nos referiremos a las vías de comunicación y a los puntos de articula ción multimodales (por ejemplo, los puertos) que utilizaron los españoles al momento de tomar con tacto con el territorio araucano, pues, más allá de la relevancia que pueda tener el proceso de avance español hacia el sur, esto nos habla de sistemas de comunicación preexistentes y de dinámicas de movilidad que tiene un origen anterior a la llegada de los conquistadores europeos.
En efecto, el poblamiento español que se concretiza con la fundación de ciudades requería como condición necesaria que las urbes recién fundadas quedaran -al menos en una prime ra etapa- conectadas con la ciudad-base desde la cual provenía el frente colonizador, estable cimiento que servía entonces de retaguardia y fuente de aprovisionamiento.
Para el caso de La Araucanía, la plataforma inicial del primer periodo fundacional (1551 -1553) fue la ciudad-puerto de Concepción, fundada en 1550. Esto significa que los españoles debieron contar desde el principio con una buena conexión entre Concepción y las nuevas ciudades de "Arriba"8. En consecuencia, sin la preexis tencia de caminos transitables que conectaran el frente de conquista con la retaguardia, la sus tentación de las ciudades araucanas hubiera sido inviable, tanto como lo hubiera sido el no contar con un lugar seguro para establecer un puerto que permitiera a los territorios recién conquistados exportar e importar y ligarse marítimamente con la red comercial y político-administrativa más in mediata del virreinato del Perú9. Ese nuevo puerto fue Valdivia (1552) para el área situada principal mente del río Imperial al sur, en tanto que, para el área norte, continuó siéndolo Concepción. En la Figura 2 representamos, a grandes líneas y de manera aproximativa, las rutas terrestres y maríti mas que ligaban las ciudades españolas del sur de Chile en el siglo XVI.
La preexistencia de una buena conectividad terrestre parece ser una explicación lógica a la ra pidez de la ola fundacional de Pedro de Valdivia, quien tan solo en dos años fundó cuatro ciuda des en el Ngülümapu: Imperial (1551), Valdivia (1552), Villarrica (1552) y Angol (1553). En efecto, se requerían unas vías de comunicación expeditas para el desplazamiento de personas, animales y mercancías que los nuevos enclaves españoles y la puesta en marcha de los lavaderos de oro necesitaban. Es posible reconstruir lo esen cial de esa red siguiendo los pasos de Pedro de Valdivia detalladamente descritos por el cronista Góngora Marmolejo (1862 [1575]) 10.
3. La situación del sur de La Araucanía en la información de Ruíz de Gamboa
El primero de abril de 1579 Martín Ruíz de Gamboa, envía su informe al Virrey Toledo sobre la situación de las ciudades del sur y la presen cia del corsario Francis Drake en sus costas (AGI, Chile 31, Carta de Ruíz de Gamboa del 1 de abril de 1579, s./f.]). En esta relación, el teniente general, entrega detalles sobre los sistemas de co municación que están operando entre las ciudades de la Imperial, Villarrica y Valdivia; da cuenta de los conflictos y alianzas con las poblaciones indí genas; informa sobre las explotaciones auríferas y menciona los fuertes y parapetos usados por indí genas y españoles.
Parte de los acontecimientos que relata Ruíz de Gamboa ya han sido analizados por Leonardo León (1988-1989), pero desde una óptica de his toria político-militar diferente a la que estamos proponiendo11.
3.1. Indios "amigos" versus indios "enemigos"
Los hechos relatados por Gamboa, dan cuenta de un momento en que la actividad aurífera está operando en la zona con altos y bajos, con ten siones y conflictos. Una parte importante de la población local está repartida en encomiendas y es destinada a la extracción de oro, esto provoca resistencias que a veces llegan a la rebelión abier ta, de allí surge la particularidad designativa del autor del documento que distingue entre indios "de guerra" o "enemigos" e indios "de paz" o "amigos", con la cual diferencia aquellos que están en rebelión abierta de aquellos que continúan trabajando o apoyan militarmente a los españoles, pero en ambos casos se trata de indígenas enco mendados, es decir que en algún momento fueron asignados a un encomendero como mano de obra, así lo señala Ruíz de Gamboa cuando dice:
[...] dexando el pasar de la cordillera comenzé de nuevo a hacer la guerra en la cordillera en los alzados que estaban encomendados mandando alzar los ga nados i bastimentos [.]" (AGI, Chile 31, Carta de Ruíz de Gamboa del 1 de abril de 1579, f- [2]. [El destacado en nuestro]).
Ahora bien, al formar parte los indios de "guerra" de aquellos que habían sido encomen dados, es de suponer que se trata de grupos que comparten con los de "paz" las mismas caracterís ticas que permitieron a los españoles someterlos a esta forma de trabajo o intentar hacerlo: es decir hacen parte de comunidades agrícolas muy arraiga das territorialmente que podían garantizar un nivel suficiente de productividad como para reproducirse y al mismo tiempo proveer de alimentos o mano de obra a los españoles. Comparten estructuras po líticas cuyos niveles de agrupamiento superan las simples unidades de residencia pues existen conglo merados territoriales amplios, los Levo12, y niveles diferenciados de autoridad, lo que se evidencia, por ejemplo, en la distinción que se establece entre simples caciques y caciques principales.
Dicho lo anterior, el documento que estamos analizando -como muchos otros de la época- pre senta a los indios de "guerra" como enemigos y en continuo combate con de los de "paz", a pesar de que ambos grupos comparten un mismo uni verso sociocultural y territorio. A este respecto, conviene tener presente tres cosas: primero, que la estrategia de conquista española se basó en ex plotar las disensiones internas; segundo, que la fuerza principal y más numerosas con que conta ron los hispanos en los combates fue la indígena y, tercero, que las alianzas y sumisiones militares de los indígenas hacia los españoles siempre fueron frágiles y en cualquier momento podían deshacer se, de ahí la necesidad española de cortar de raíz cualquier rebelión para evitar que los "amigos" se convirtieran en "enemigos"13.
3.2. Circuitos de comunicación, lavaderos y conflictos
Veamos ahora los circuitos de comunicación y tránsito entre las ciudades de La Imperial, Villarrica y Valdivia y las diversas estrategias defensivas y ofensivas de españoles y mapuche.
Tanto en el sistema productivo como en las acciones de resistencia indígena y represión española, las tres ciudades, Imperial, Villarrica y Valdivia, figuran interconectadas.
En primer lugar, Valdivia en tanto ciudad puerto era el principal punto de nexo marítimo con el mundo para estas ciudades, por ello no es casualidad que funcionara en ella durante este periodo una Caja Real que recogía impuestos y financiaba gastos de las ciudades del sur (AGI, Contaduría, leg.1851, Cuentas de los Tesoreros de la ciudad de Valdivia, Francisco de Niebla y Francisco de Castañeda, 1574 a 1578). Siendo Valdivia sede de tributación (a lo menos en este cuatrienio), figura entonces como principal depósito de la hacienda pública de La Araucanía, lo que significa que allí convergía el oro que se producía oficialmente en la región para ser quin tado y luego, cuando los ingresos fiscales eran superiores a los egresos, exportado a Lima y desde allí, probablemente a España, si es que no se destinara a otros gastos públicos del virreinato del Perú.
La localización de Valdivia, protegida por un intrincado sistema de islas, situada al interior de un estuario y rodeada de bosques con buena madera, la hacían un buen astillero y un puerto de los más seguro de las costas chilenas, dependien te directamente de Lima hasta mediados del siglo XVIII (Urbina y Adán 2014: 36).
Desde el puerto valdiviano, a fines del invier no de 1578, el teniente general Ruíz de Gamboa tomaba con su gente el camino a la Imperial para unirse al campo del gobernador que se encon traba estacionado allí, sin embargo, en curso de ruta, se desvía hacia Villarrica para auxiliar al corregidor de esta ciudad, Gaspar Verdugo, quien estaba siendo atacado en un "asiento" que había hecho con cuarenta soldados en un gran llano, a tres leguas del pueblo. Luego de dejar Villarrica bajo control, Ruíz de Gamboa retoma el viaje a la Imperial para -dos semanas más tarde- retornar a Villarrica con más refuerzos. Desde la ciudad lacustre, el teniente general inicia una campaña contra los "rebeldes" de los territorios lacustre-andinos situados frente a Valdivia (en torno al lago Riñihue); la importancia que el jefe español da a esta operación militar estaba en directa relación con el control de los lavaderos de oro de Villarrica. En la Figura 3 representamos los diversos trayectos del itinerario seguido por Martín Ruíz de Gamboa en estas campañas contra los indios enemigos del área lacustre, la recons trucción de estos circuitos se ha hecho con base en criterios y algoritmos del Sistema de Información Geográfica (SIG) complementados con informa ción de las fuentes históricas. Si comparamos esta Figura 3 con la siguiente Figura 4 que geolocaliza los placeres auríferos del área, se puede observar la coincidencia existente entre los sectores reco rridos por el teniente general y la ubicación de los yacimientos mineros.

Figura 3 Itinerarios de Martín Ruíz de Gamboa en su campaña militar al área lacustre del sur de La Araucanía, 1578-1579.
En efecto, por la localización de los acontecimientos, es probable que los lavaderos de oro de Madre de Dios, uno de los más productivos centros auríferos de Chile a partir de 1560 (Cuadra y Arenas, 2001), tradicionalmente asociados a la ciudad de Valdivia, estén entre aquellos que podían verse afectados por la rebelión y, seguramente, eran uno de los destinos a donde se obligaba acudir a los trabajadores de los repartimientos que estaban en rebeldía. Los otros lavaderos de Villarrica se distribuían con toda probabilidad por un extenso perímetro en torno al lago homónimo y más hacia los Andes, como por ejemplo en Liucura14, en la actual comuna de Pucón. En la Figura 4 se geolocalizan los placeres auríferos registrados por Sernageomin en el área de Imperia, Villarrica y Valdivia con independencia de su asignación cronológica y su grado de explotación.
Fueron dos columnas las que tomaron el camino al lago Riñihue15 desde Villarrica (ver Figura 3) hacia principios del verano de 1578 para sofocar a los rebeldes, una a cargo del capitán Juan de Matienzo con ochenta soldados y otra a cargo del mismo Ruíz de Gamboa con otros noventa, más las fuerzas de indios amigos que -aunque raramente se contabilizan- estaban siempre presente en las campañas y generalmente triplicaban o cuadruplicaban la cantidad de combatientes españoles.
Ambas columnas pasan por la "provincia" que hostigaba a Villarrica y a la cual pertenecían los repartimientos del capitán Verdugo y Velmonte y Pedro Hernández de Córdova, entre otros. Las fuerzas rebeldes se habían acantonado en dos puntos extremos del lago; en Renigua y en Tepuco. Para llegar, a Renigua, punto defensivo principal de los alzados, los españoles debían atravesar el "desaguadero" (probablemente el río San Pedro), algunos en canoas. Renigua era un punto muy protegido a donde se accedía por un camino montuoso y difícil como lo señala Ruíz de Gamboa:
[...] pasamos por la más mala tierra de cordillera i quevradas por donde los subían y baxavan por escaleras i echas con sogas aderezamos tres leguas es este el camino más aspero que xamas e visto por donde aora a rienda suelta se puede caminar i comunicarse la ciudad de Baldivia con la ciudad rica i es de gran provecho para arar toda aquella cordillera nevada i pasarla donde es El maior golpe de la jente de guerra [.]" (AGI, Chile 31, Carta de Ruíz de Gamboa del 1 de abril de 1579, f. [3]).
En el pasaje anterior, Ruíz de Gamboa también menciona que este abrupto camino cordillerano podía servir de vía para comuni car Valdivia con Villarrica, lo que puede ser indicativo de rutas secundarias utilizadas en los desplazamientos requeridos por las faenas mi neras o como sendas auxiliares en los conflictos hispano-indígenas.
3.3. Los fuertes, marcas de territorios en disputa
Algo destacable de la información de Ruíz de Gamboa, es que revela el uso de estructuras poliorcéticas por ambos bandos: por mapuche y españoles. También, el escrito da cuenta del uso ocasional y oportunista de algunas de estas fortalezas más bien improvisadas y sin mayores modificaciones humanas. En la Tabla 1 hemos or denado cronológicamente los lugares defensivos que son mencionados en el documento.
La información de Ruíz de Gamboa evidencia que, a veintiséis años del ingreso de los españoles al Ngülümapu, los territorios que circundan las ciudades del sur, cuando no las ciudades mismas, eran espacios en disputa16. En efecto, si bien la población había sido distribuida desde la década de 1550 en encomiendas (Contreras 2017b, Jara 1987, Thayer 1911 y 1920) y los lavaderos de oro estaban en explotación, no se conseguía aún un control efectivo de toda la población ni de todos los espacios: rebeliones surgían aquí o allá, ofen sivas militares incluían grupos de territorios fuera del control español, como por ejemplo los puel ches cordilleranos. En este escenario, el control de los caminos y la mantención de las comuni caciones entre ciudades, entre estas y los puertos y de ambos tipos de urbes con los lavaderos de oro y las tierras de cultivo y pastoreo anexadas resultaba vital para la mantención del sistema de dominación hispano, de allí la importancia del uso de sitios y construcciones con características poliorcéticas.
El frágil y poco consolidado dominio te rritorial por parte de los españoles, explica la importancia del control de ciertos puntos estraté gicos de las rutas y de las zonas de faenas mineras y agrícolas. Los denominados "fuertes" espa ñoles fueron sin duda construcciones o lugares naturales modificados -en algunos casos, posi blemente sobre la base de antiguas construcciones indígenas- situados en etapas camineras o en promontorios de valles mineros o agrícolas, como el caso de Santa Sylvia cerca de Pucón (Gordon 1991 y 2011; Sauer 2012). Estos recintos, podían ser utilizados para el descanso y pernoctación de pasajeros y bestias, en otras ocasiones servían de refugios defensivos o como puntos de vigilancia y control de rutas, de faenas mineras y de campos de cultivo y pastoreo asociados a las ciudades.
3.4. Guerra y lavaderos
La relación de Ruíz de Gamboa muestra la realidad de una economía aurífera extractivista que opera en un clima social tenso e inestable donde acciones militares y actividades productivas conviven y se alternan en ambos campos: españoles y mestizos que un día son soldados y, al otro, mineros; indígenas que en una coyuntura ejercen como lavadores de oro y en otra como soldados auxiliares o combatientes rebeldes.
Esta realidad se evidencia claramente en la parte de la carta en que Ruíz de Gamboa le comenta al virrey el plan que había conversado con el gobernador del reino, Rodrigo de Quiroga, y en que destaca la abundancia del oro, pero al mismo tiempo la gran dificultad de su explotación, dice:
E tratado con el governador mi señor dos cosas: lo primero que pues los vecinos de las cinco ciudades Imperial Ciudad Rica Baldivia Osorno Castro me davan de mil y trecientos indios amigos para arriba i estos forzosos se avían de ocupar en la guerra, los vecinos destas ciudades dichas diesen los quatro años dellos pa sacar oro en la imperial y a gastos de guerra y fuese en la Imperial, donde se an descubierto muy rricas minas que ogaño con grande dificul tad por las guerras que allá e tenido todavía sacaron más de sesenta myll pesos sin lo que los indios hurtaron y ansi mysmo en las otras ciudades se a sacado lo ordina rio que con toda la guerra que e tenido siempre, con todo eso hize alto pa que en todas estas ciudades sacasen oro, que es El sustento de la tierra. La Imperial es el principio de la guerra principal i haciendo esto los vecinos haga el governador mi señor hacer un fuerte y hacer alto sobre las minas, que en efecto son muy rricas y en muchas partes y desde allí haciendo este efecto salga capitán a hacer la guerra a las provincias de Purén Tucapel Arauco Mareguano y Coyuncos, por manera que del travajo bamos sacando fruto i que a esta riqueza vengan con sus quadrillas a sacar oro de todas las ciudades de arriba, demás desto ai otro Efecto bueno en esto que En hacer alto en estas minas hacen es paldas a lo de los indios alterados de las ciudades de arriba (AGI, Chile 31, Carta de Ruíz de Gamboa del 1 de abril de 1579, f. [5]. [El destacado es nuestro]).
Entre las propuestas que hace Ruíz de Gamboa al virrey Toledo, cabe destacar la refe rente a que se permitiera a los soldados españoles destinar las "piezas" capturadas (los cautivos de guerra) al laboreo minero para su beneficio perso nal, reservando algunos como soldados, dice:
Asimismo e tratado con el governador mi señor que mande que todos los sol dados que anduvieren en el campo en la pacificacion de la tierra, todos los indios e indias que tomasen sean suios y tratar que las quadrillas todas que entraren en estas minas, porque los soldados hagan alto, sean obligados por cada cinquenta cavadores susten tar cinco u seis piezas de soldados para que en tomando los soldados algunas piezas pueda el governador mi señor mandar a fulano que los sustente y saquen oro pa El soldado. Todo esto esta vien a los vecinos, porque las minas son rricas y les será de mayor fructo y no haciéndolo cesaría El sacar oro y de esta manera El vien a todos (AGI, Chile 31, Carta de Ruíz de Gamboa del 1 de abril de 1579, f. [6]). [El destacado es nuestro]
El pasaje anterior nos habla de una economía en que guerra y explotación aurífera van de la mano y donde pareciera que la encomienda como principal institución de este sistema de conquista no basta por sí sola para garantizar la explotación de los lavaderos de oro y el control de la pobla ción indígena. La petición del futuro gobernador del reino de Chile es que no solo los señores en comenderos se beneficien de las explotaciones auríferas sino también los soldados y que no solo los indígenas encomendados trabajen en ellas sino también los cautivos de guerra convertidos en esclavos.
Conclusión
Hemos podido constatar que durante el siglo XVI tuvieron plena vigencia en el Ngülümapu dos instituciones fundamentales del sistema colonial español: las ciudades y las encomiendas. Estos dos pilares del modelo colonizador hispano pu dieron concretarse porque existían ya condiciones previas para su desarrollo: un sistema de vías de comunicación terrestre operativo y comunidades locales numerosas, productivas y organizadas que podían proporcionar la mano de obra y la producción necesarias para la sustentación de los enclaves españoles y el funcionamiento de una economía extractivista del oro.
Dicho esto, como nos muestra el informe de Ruíz de Gamboa, se trataba de un sistema frágil e inestable donde no estaba garantizado plena mente su funcionamiento y que generaba mucha resistencia. No existía un control territorial pleno, por ello las vías de comunicación, los enclaves urbanos y los puestos poliorcéticos se convertían en espacios estratégicos que podían cambiar de manos entre conquistadores y rebeldes.
La actividad económica no podía operar sin lo militar, ello hacía que hubiera una suerte de imbricación y conjunción de intereses entre economía de guerra y economía aurífera donde encomenderos, soldados y criados (hijosdalgo, plebeyos, mestizos, mulatos y negros) asumían la dirección de las faenas mineras y los indígenas encomendados junto con otros capturados en la guerra (fueran hombres, mujeres o niños) el labo reo en los lavaderos.