1. Introducción
Estudiar las distintas formas en que las personas perciben, analizan y estructuran la información para aprender, incluye múltiples aspectos que pueden aportar a la comprensión de los procesos de aprendizaje en los seres humanos (Morales Ramírez, Alviter Rojas, Hidalgo Cortés, García Lozano & Molinar Solís, 2012; Romero Ariza & Quesada Armenteros, 2014; Shinnick & Woo, 2015). Estas preferencias que exhiben los sujetos al estudiar van cambiando a lo largo de la vida. Alonso et al. (1994) lo denominan estilos de aprendizaje y tienen que ver con la forma en que comprendemos, analizamos, recordamos y procesamos esa información para construir nuestro propio aprendizaje. Según Lozano Rodríguez (2008) los estilos de aprendizaje son “un conjunto de preferencias, tendencias y disposiciones que tiene una persona para hacer algo y que se manifiesta a través de un patrón conductual y de distintas fortalezas que lo hacen distinguirse de los demás” (p. 17). Por su parte, Coffield, Moseley, Hall y Ecclestone (2004) definieron el estilo de aprendizaje como una descripción de las actitudes y comportamientos que determinan una preferencia individual hacia el aprendizaje. Popescu (2008) aporta algo nuevo al concepto de estilos de aprendizaje al considerar que estos no necesariamente reflejan todas la capacidades cognitivas e intelectuales del individuo. Los estilos de aprendizaje juegan un rol fundamental en el proceso de enseñanza y aprendizaje, y es esencial en la tarea docente poder detectar estos estilos a fin de crear ambientes de aprendizaje adecuados y, de esta manera, diseñar estrategias didácticas que propicien el aprender a aprender (Peiteado, 2013; Ventura, 2016).
Los procesos de aprendizaje se desarrollan a lo largo de todo el ciclo vital de las personas. En otras palabras, estos procesos no finalizan con la educación formal o cuando comenzamos nuestra vida laboral. Según Zabalza (2000) hemos convertido “la agradable experiencia de aprender algo nuevo cada día, en un inexcusable principio de supervivencia” (p. 165). Este nuevo paradigma permite afrontar nuevos desafíos en el ámbito laboral y también en el plano personal.
La población mayor no está ajena a este nuevo concepto del aprendizaje a lo largo de toda la vida. Hoy en día, a nivel mundial, vemos un grupo importante de adultos mayores que deciden seguir aprendiendo para lograr un envejecimiento activo (Mendizábal, 2018). Algunos lo hacen por un interés personal, mientras que otros lo hacen para cumplir con un sueño que quedó truncado por tener que dar prioridad a otras responsabilidades. La Organización Mundial de la Salud (2002) defiende el postulado de que la educación es una necesidad básica de los adultos mayores, pues contribuye a la mejora en la salud y la seguridad personal de estos. Un número importante de países en América Latina ha desarrollado interesantes iniciativas en el ámbito de la educación continua para responder a las necesidades de las personas mayores que desean seguir aprendiendo, lo que indudablemente conlleva a un envejecimiento activo y positivo (Mendizábal, 2018; Scialabba, 2017). El adulto mayor de hoy es una persona muy activa, que tiene la oportunidad de participar en talleres, actividades culturales, conferencias, etc.
Las instituciones de educación superior también han asumido una responsabilidad con los adultos mayores y poco a poco se han hecho cargo de este importante desafío en su formación (Haro de San Mateo, 2011). Existen hoy en día centros educativos conocidos como universidades para mayores o universidades de la tercera edad. En este respecto, la Asociación Internacional de Universidades de la Tercera Edad (AIUTA) es una organización que reúne las universidades de la tercera edad de todos los continentes y lleva desarrollando un arduo trabajo ya por casi cuatro décadas, teniendo como principal énfasis el defender la causa de los ciudadanos mayores mediante la educación a lo largo de la vida (International Association of Universities of the Third Age, 2020). Otra alianza destacada es Red Global de Universidades Inclusivas para el Adulto Mayor, que reúne universidades de América, Europa y Asia y se preocupa de ofrecer alternativas de estudio para adultos mayores (García-Bullé, 2019). En Chile, las autoridades también se han preocupado de atender este grupo etario a través del Servicio Nacional del Adulto Mayor (2018), donde se ofrecen capacitaciones para adultos mayores a través de talleres y cursos diversos.
Las universidades en Chile no se han quedado atrás en esta materia, y también han creado programas especiales con atractivas ofertas de cursos y talleres para las personas mayores. Ejemplo de ello son la Universidad Mayor, con su programa U3E, la Universidad Católica de Chile, con su Programa Adulto Mayor, y la Universidad de Concepción, con la Escuela EDHUARTE.
Todas estas iniciativas provenientes de distintas entidades dan cuenta de que la edad no es un impedimento para adquirir nuevos conocimientos. De acuerdo con Sánchez Martínez (2003), las personas mayores son creativas y reconstructivas y poseen un potencial de actuación latente. Según Calero (2000), la sabiduría o el nivel de conocimientos son competencias susceptibles de experimentar cambios positivos, siempre que no haya patologías de por medio que sean un obstáculo para su desarrollo.
Estudiar no solo es una fuente de conocimiento para las personas mayores, sino que además es un aporte valioso para su salud, dado que las investigaciones recientes han demostrado que previene o retrasa el deterioro cognitivo y reduce el riesgo de sufrir depresión (Mendizábal, 2018). Una investigación realizada demostró que el rendimiento de las funciones ejecutivas de los adultos mayores había mejorado a través de la lectura (Soto-Añari, Flores-Valdivia & Fernández-Guinea, 2013). Por otra parte, cuando aprenden otro idioma, los adultos mayores ejercitan su cerebro y potencian al máximo sus facultades y, como resultado, se releva el desarrollo tanto de la dimensión cognitiva, como también de la dimensión social, debido a que los adultos mayores tienen la oportunidad de interactuar con nuevas personas (Fernández-Ballesteros, 2009). En el caso de los estilos de aprendizaje, se observa que los adultos mayores utilizan distintas estrategias para recopilar, interpretar, organizar y procesar la nueva información que les llega. Algunos se focalizan en los detalles, mientras que hay otros que aprenden leyendo o desarrollando actividades lúdicas. Ejerce gran influencia en sus estilos de aprendizaje las circunstancias de la vida que les ha tocado vivir, los distintos contextos y los tiempos de aprendizaje, de manera que a medida que avanzan en sus procesos de aprendizaje, son capaces de ir descubriendo la mejor forma de aprender.
Existe un número considerable de estudios sobre estilos de aprendizaje y prácticas de enseñanza en distintos contextos educativos. Sin embargo, la investigación que existe acerca del desarrollo de estilos de aprendizaje con adultos mayores y el rol que deben tener los pedagogos en el proceso enseñanza-aprendizaje de los adultos mayores es escaso y desconocido. Fernández Lópiz (2015) sostiene que “la investigación y análisis sobre el perfil, las características y la formación de los educadores de adultos mayores son casi inexistentes en la literatura especializada; apenas se habla de una Gerontología Educativa” (p. 150).
El área da la enseñanza y aprendizaje en la adultez mayor es inexplorada y ha sido abordada de manera inadecuada. Particularmente, en un estudio empírico comparativo en el que participaron dos grupos muestrales independientes, uno de 348 estudiantes universitarios jóvenes y otro de 410 personas mayores de 55 años que eran parte de un Programa Universitario para Mayores en la Comunidad Autónoma de Castilla y León, se arrojaron diferencias en los estilos de aprendizaje en ambos grupos (García & Conde, 2003). En este estudio se evidenció que el estilo divergente de aprendizaje era el predominante en los adultos mayores, mientras que el estilo convergente era el más relevante en el caso de los sujetos jóvenes.
A la luz de la importancia que tienen los estilos de aprendizaje en las personas adultas mayores, es necesario relevar el rol del profesor en la educación de este grupo de aprendices, quien es un factor clave para lograr aprendizajes significativos (Chen, Chu, Lin & Cheng, 2007; Teets & Grimes, 2018; Tuan, 2011). La tarea de enseñar involucra un conocimiento acabado de los estilos de aprendizaje que este grupo etario posee para poder diseñar metodologías de enseñanza apropiadas y utilizar estrategias didácticas diferenciadas que se adapten a los procesos psicológicos propios de los adultos.
El siguiente artículo tiene como propósito principal levantar información preliminar en relación con los estilos de aprendizaje predominantes en una muestra conformada por dos grupos de adultos mayores provenientes de una institución de educación superior, y analizar las implicancias metodológicas para el diseño pedagógico en la enseñanza con adultos.
2. Metodología
Esta investigación corresponde a un estudio no-experimental, de naturaleza descriptiva y correlacional. No hay manipulación deliberada de variables, sino que se sustenta fundamentalmente en la observación de un fenómeno, que en este caso son los estilos de aprendizaje presentes en un grupo de personas mayores en su propia realidad. El objetivo de investigación consistió en identificar los estilos de aprendizaje predominantes en un grupo de adultos mayores provenientes de una universidad privada chilena.
2.1 Participantes
La muestra la conforman dos grupos de adultos mayores, todos en un rango de edad de 60-70 años. El Grupo 1 está constituido por 16 académicos provenientes de distintas facultades de una universidad del Consejo de Rectores, quienes actualmente imparten docencia en diferentes facultades. El Grupo 2 lo integran 17 adultos mayores jubilados, que asisten semanalmente por iniciativa propia a un curso de Inglés nivel intermedio que ofrece la Escuela del Adulto Mayor perteneciente a la misma institución de educación superior.
2.2 Instrumento
Para determinar los estilos de aprendizaje predominantes en los dos grupos de adultos mayores, se utiliza el Cuestionario de Estilos de Aprendizaje CHAEA de Alonso et al. (1994) que se ha empleado en distintas investigaciones en Iberoamérica desde 1992. El cuestionario consta de 80 ítems breves y dicotómicos a partir de los cuales se evalúan cuatro estilos de aprendizaje: activo, reflexivo, teórico y pragmático. Cada estilo se refleja en 20 declaraciones distribuidas aleatoriamente. Los ítems se responden (+) o (-), según el participante esté más de acuerdo o más en desacuerdo con el enunciado. La dominancia de un estilo se determina por la mayor cantidad de respuestas positivas (de acuerdo). En la Tabla 1 se presenta la identificación del estilo de aprendizaje y el procesamiento de la información se realiza en base al Baremo General de interpretación propuesto por Alonso et al. (1994).
Tabla 1 Baremo general de preferencias en estilos de aprendizaje
10% Preferencia muy baja | 20% Preferencia baja | 40% Preferencia moderada | 20% Preferencia alta | 10% Preferencia muy alta | |
Activo | 0 - 6 | 7 - 8 | 9 - 12 | 13 - 14 | 15 - 20 |
Reflexivo | 0 - 10 | 11 - 13 | 14 - 17 | 18 - 19 | 20 |
Teórico | 0 - 6 | 7 - 9 | 10 - 13 | 14 - 15 | 16 - 20 |
Pragmático | 0 - 8 | 9 - 10 | 11 - 13 | 14 - 15 | 16 - 20 |
Fuente: Elaboración propia.
3. Resultados
En los resultados obtenidos en ambos grupos de personas adultas mayores, se analiza la distribución de los puntajes de acuerdo con los cuatro estilos de aprendizaje (activo, teórico, pragmático, reflexivo), según las categorías Bajo, Muy bajo, Moderado, Alto, Muy alto. La Tabla 2 presenta la información obtenida en forma detallada. Para efectos del análisis, las categorías Bajo-Muy bajo (B-MB) se promediaron, al igual que las categorías Alto- Muy alto (A-MA).
Tabla 2 Distribución de puntajes según estilos de aprendizajes
Fuente: Elaboración propia.
A continuación, en la Figura 1 se presenta la distribución de los estilos de aprendizaje en los dos grupos de adultos mayores del estudio.

Fuente: Elaboración propia.
Figura 1 Estilos de aprendizaje predominantes en personas adultas mayores.
Se observa en ambos grupos de personas adultas mayores un mayor predominio del Estilo Teórico. En la categoría Alta-Muy alta, los adultos mayores académicos activos alcanzan un 81,25%, mientras que los adultos mayores jubilados estudiantes de la escuela para el adulto mayor logran un 70,5%. Esto significa que, al momento de aprender y optimizar su rendimiento, se sienten más cómodos cuando se les presentan conceptos y modelos teóricos. Son organizados y prefieren el razonamiento hipotético-deductivo. Es un perfil que corresponde al estilo de aprendizaje característico de los adultos mayores en el período de la vejez, donde resalta un patrón de aprendizaje determinado que implica la conceptualización teórica por sobre la experimentación activa; son analíticos y tienen intereses culturales. El educador o educadora que trabaje con personas adultas mayores que presentan este estilo de aprendizaje debe utilizar metodologías que consideren una clara exposición de los contenidos, presentados en forma lógica y sucinta, y debe fomentar la discusión en parejas o grupos para generar el cuestionamiento de las temáticas.
En el Estilo Pragmático, los porcentajes más altos se registran en la categoría Moderada, 56,25% en el grupo de académicos activos y un 47% en los adultos mayores estudiantes. En este estilo los aprendices adquieren nuevo conocimiento llevando a la práctica lo aprendido. Es importante que el educador diseñe actividades que se acerquen a las experiencias de la vida cotidiana de las personas mayores. En este aspecto, la experiencia de los adultos es un factor que tiene gran relevancia.
En el Estilo Reflexivo, se observan diferencias en ambos grupos de personas en los resultados obtenidos. En el caso de las personas adultas mayores académicas, el porcentaje más alto se ubica en el rango Moderado (50%), mientras que los adultos mayores estudiantes destacan este estilo en el rango Alto-Muy alto con un 53%. Se recomienda utilizar técnicas de juego de roles, generar lluvia de ideas y trabajos de búsqueda de información para lograr la motivación y la participación activa.
En cuanto a los resultados del Estilo Activo, se observa una situación similar a la del Estilo Reflexivo. Un 50% de los académicos mayores se inclina por la categoría Moderada; sin embargo, también llama la atención que un porcentaje de los adultos mayores estudiantes categorizan el estilo activo en el rango Bajo-Muy bajo. Esto se explica porque las personas adultas mayores no son improvisadoras o no se implican en experiencias riesgosas. A diferencia de los aprendices jóvenes, quienes enfrentan las experiencias nuevas sin prejuicios, los adultos mayores actúan con mayor cautela.
Para efectos de análisis de los resultados se utilizó la prueba no paramétrica U de Mann-Whitney que se aplica a dos muestras independientes para contrastar si el comportamiento de ambos grupos de personas adultas mayores es semejante en términos de sus estilos de aprendizaje o si existen diferencias significativas. Los resultados obtenidos se observan en las Tablas 3 y 4, respectivamente.
Tabla 3 Análisis de diferencia para estilos de aprendizaje en adultos mayores: Estadísticos de contraste
Activo | Reflexivo | Teórico | Pragmático | |
---|---|---|---|---|
U de Mann-Whitney | 132,500 | 121,500 | 132,500 | 128,500 |
W de Wilcoxon | 268,500 | 257,500 | 285,500 | 281,500 |
Z | -,127 | -,527 | -,127 | -,272 |
Sig. asintót. (bilateral) | ,899 | ,598 | ,899 | ,785 |
Sig. exacta [2*(Sig. unilateral)] | ,901a | ,606a | ,901a | ,790a |
a No corregidos para los empates.
b Variable de agrupación: Tipo de participantes.
Fuente: Elaboración propia.
La distribución de estilos se presenta de la siguiente forma en cada grupo.
4. Discusión
A partir de los resultados obtenidos, se concluye que no existen diferencias estadísticamente significativas en los estilos de aprendizaje según el tipo de participantes (p > ,05). Por lo tanto, el ser adulto mayor académico activo o adulto mayor jubilado estudiante no es determinante en la manifestación de un estilo de aprendizaje específico (Roberts, 2013). Esto se explica por el rango de edad (60-70 años) de los adultos mayores que participaron en el estudio. Cuando se alcanza la adultez, hay un grado de maduración diferente al que se presenta en los jóvenes o en los niños (Muñoz, Rosety-Rodríguez & Rosety-Plaza, 2003). En este período, las personas mayores construyen su visión del mundo basándose en sus propias experiencias personales y en esquemas mentales previamente adquiridos, por lo tanto, la adquisición de nuevo conocimiento se facilita mucho más cuando es estructurado. Cuando a los adultos mayores se les presentan situaciones complejas, se sienten muchas veces desmotivados y frustrados. Es por esto que es importante favorecer y estimular el aprendizaje significativo (Tuan, 2011).
Por otra parte, en un estudio de Teets y Grimes (2018) se planteó evaluar los estilos de aprendizaje y la retención con respecto a la alimentación saludable en una población de tercera edad en Frankfort, Kentucky. Los resultados indican que los adultos mayores no procesan la información de la misma forma que un adulto joven, debido a la cantidad de dificultades tanto cognitivas como físicas que enfrentan por su edad, como por ejemplo, problemas de visión y audición, declive cognitivo, enfermedades crónicas, entre otras (Teets & Grimes, 2018). También, en este estudio se enfatiza la importancia del ambiente y la educación de la persona con respecto a la vida sana. Finalmente, se destaca la importancia de una educación personalizada y diferenciada para la adultez mayor, ya que, más allá de los estilos de aprendizaje, los impedimentos físicos y cognitivos pueden resultar disruptivos en el proceso de aprendizaje al ser ignorados. Los resultados de este estudio resultan complementarios a los datos revelados en el presente estudio, puesto que ambos apuntan a la necesidad de adaptar la enseñanza a la edad de la persona.
En una investigación llevada a cabo por Chen et al. (2007) se planteó conocer el impacto que los estilos de aprendizaje y las fuentes de conocimiento tenían en la motivación de un grupo de adultos mayores para utilizar las herramientas de Blogs en su formación permanente. Como resultado, se concluyó que ambos factores tienen un impacto significativo en la motivación de este grupo etario; específicamente, las personas que tienen mayor exposición a las fuentes de conocimiento y que poseen un estilo de aprendizaje intuitivo tienden a usar Blogs mayormente. Estos resultados son divergentes de los del presente estudio, ya que se plantean diferencias significativas según el estilo de aprendizaje.
5. Conclusión
El estudio realizado estuvo orientado a determinar la existencia de diferencias significativas en los estilos de aprendizaje en una muestra conformada por dos grupos de adultos mayores: un grupo de personas mayores académicas y otro grupo de personas jubiladas que participaban en una escuela para el adulto mayor de una universidad chilena.
De acuerdo con los resultados obtenidos en el cuestionario CHAEA aplicado a la muestra, no se observa una marcada diferencia respecto a los estilos de aprendizaje entre ambos grupos. Si bien es cierto, el Estilo Teórico (categoría Alta) y Pragmático (categoría Moderada) alcanzaron porcentajes más relevantes dentro de los cuatro estilos que se evaluaron, y el Estilo Activo fue el que obtuvo menor preferencia, los resultados no son concluyentes para determinar alguna diferencia estadísticamente significativa.
Sin embargo, debido a la escasa literatura existente en relación con los estilos de aprendizaje y las metodologías de enseñanza para este grupo etario, los resultados preliminares de este estudio pueden ser de gran utilidad desde el punto de vista pedagógico. Esto, debido a que permite a docentes planificar una serie de acciones que apunten a fortalecer el proceso de enseñanza-aprendizaje de adultos mayores. Entre ellas se pueden mencionar las siguientes:
Diseñar en las instituciones de educación superior cursos de actualización que consideren en las metodologías de enseñanza y estrategias didácticas los estilos de aprendizaje de las personas adultas mayores. Quienes ejercen la pedagogía tienen la responsabilidad de potenciar programas específicos que fomenten la actividad mental de sus estudiantes mayores para retardar los efectos propios del envejecimiento (Teets & Grimes, 2018). En Chile se observa un acelerado envejecimiento de la población y con ello surge la necesidad imperiosa de atender a este grupo etario que está mucho más activo que el siglo pasado.
Crear grupos de investigación multidisciplinarios en las instituciones de educación superior que se aboquen a la investigación de las capacidades de aprendizaje de las personas adultas mayores. Actualmente, la sociedad está envejeciendo y así lo informan las cifras de la Organización Mundial de la Salud, por lo tanto, se requiere enfrentar el desafío de la longevidad de manera activa y promover el aprendizaje permanente de la tercera edad (Urbano, Yuni & Rodríguez, 2020).
Adecuar los cursos de capacitación para aquellas personas mayores, que aún no se han jubilado y que siguen en la labor docente en las universidades u otras instituciones de educación superior, de acuerdo con los estilos de aprendizaje propios de su edad. Una gran ventaja que tienen estas personas mayores es el gran conocimiento que poseen y la experiencia acumulada a lo largo de los años. Si bien es cierto las capacidades físicas (sensoriales y corporales) se ven disminuidas en esta etapa de la vida, aún es posible generar nuevos aprendizajes con las adaptaciones necesarias (Chen et al., 2007; Teets & Grimes, 2018).
Fomentar en los académicos mayores de 60 años la importancia de conocer sus propios estilos de aprendizaje y también el de sus estudiantes, con el fin de diseñar estrategias didácticas que les permitan aprender acerca de cualquier tema. Al conocer con mayor profundidad los estilos de aprendizaje, se harán más conscientes de sus procesos cognitivos, y podrán así apoyar a sus estudiantes para cumplir con el perfil de un profesional integral y exitoso (Peiteado, 2013).