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Revista de filosofía

versión On-line ISSN 0718-4360

Rev. filos. vol.70  Santiago nov. 2014

http://dx.doi.org/10.4067/S0718-43602014000100016 

RESEÑAS

 

Marcos García de la Huerta y Carlos Ruiz.
Construcción de identidad, creación de sentido.

Santiago: Editorial Universitaria, 2014, 125 páginas.

 

Se suele entender la cuestión de la identidad como reafirmación o preservación de un modo de ser, no como recreación y redefinición del mismo, a fin de ser de otra manera. Tanto el concepto de identidad de Charles Taylor como su “ética de la autenticidad”, el “cuidado de sí” y la “ética del reconocimiento”, aquí analizadas, suponen la recusación de un modo de ser idéntico, esencial. La cuestión de la identidad se plantea de distinta manera en diferentes espacios culturales; la resistencia de algunos autores a emplear la palabra, su preferencia por términos como “subjetivación”, “producción de sujetos”, “auto-imagen” o auto-comprensión”, indica, justamente, que no siempre se entiende la identidad de modo unívoco. La “coincidencia consigo mismo”, el “ser auténtico”, ¿no suponen de algún modo, un sustrato idéntico, único, asociado a un “yo”, es decir, al sujeto moderno?

Las sociedades actuales no poseen una sola sino múltiples identidades, a veces cruzadas y permeadas unas con otras: la homogeneidad y unidad de las comunidades nacionales es solo “imaginada”. Uno de los problemas asociados a esta diversidad es, precisamente, la cuestión de las minorías. El predominio y legitimación de un modelo cultural único ha agudizado los particularismos y ha puesto de manifiesto un vacío en la concepción liberal del derecho. Los individuos, en tanto sujetos de derecho, políticamente iguales, sin una pertenencia nacional o de clase definida, son humanos neutros, por así decirlo: apátridas, asexuados, sin lengua ni edad definidas. Marx repara en parte este vacío en cuanto a la pertenencia de clase, pero define las relaciones de clase en términos de relaciones de producción, como si hombres y mujeres no hicieran otra cosa que trabajar. Las dos vertientes de la tradición de pensamiento ilustrado presentan un límite en cuanto a la comprensión de la heteronomía y diversidad

La cuestión de la identidad, por otra parte, es un punto ciego de la modernización, lo que ésta invisibiliza y deja a su espalda, por así decirlo. Este libro explora desde distintos ángulos y perspectivas los problemas asociados a ese acontecimiento solapado, invisible, que es el cambio cultural. Nuestro nacimiento a la vida independiente es uno de esos momentos de redefinición, en el que la identidad surge en sincronía con la necesidad de reorientación y redefinición de las metas: “¿Qué somos?” se preguntaba Bolívar, “No somos europeos ni somos indios”. Y responde con una solución imposible: “somos un pequeño género humano aparte”. La contraposición entre una cultura tradicional vernácula y un proyecto modernizador que intenta reformarla recorre toda nuestra historia: el liberalismo y el positivismo en el siglo XIX, el marxismo y el neoliberalismo en el XX, cumplieron esa función catalizadora. El proyecto republicano, que intentaba crear Estados nacionales, sigue el padrón igualitario, universalista, ilustrado. “Ya no hay más indios y blancos, solo hay ciudadanos bolivianos”, sentenció el propio Bolívar al fundar el Estado que, paradójicamente, lleva su nombre.

En la historia más reciente, la autocomprensión ético-política se relaciona con el cambio de rumbo que han impuesto las políticas de cuño neoliberal: junto al crecimiento acelerado, producen desarrollo desigual: social, regional, urbano, geográfico y político. Al restar protagonismo al Estado –hasta entonces, el principal agente modernizador, socializador y educador–, se altera el cuerpo político en su conjunto. Si en el orden económico la ganancia representa un costo en términos ambientales, de sustentabilidad y calidad de vida, en el orden cultural los efectos de la mercantilización no son menos profundos. La ganancia es el alma de los negocios, pero no puede constituirse en el alma del cuerpo político, que tiene sus propias “almas”, por así decirlo. Si el uso de bienes “libres” como el aire, el agua, la biodiversidad entran como “externalidades” en el cálculo del beneficio, la confianza, la seguridad, la responsabilidad, representan las “internalidades” de la vida de relación.

Bajo el título Construcción de identidad, creación de sentido se reúnen en este libro una serie de ensayos, que abordan –desde distintas perspectivas y sin la pretensión de definir una política de identidad–, los efectos culturales de la modernización: sus olvidos y puntos ciegos. Los artículos incluidos tratan sucesivamente de la concepción de la identidad moderna en Charles Taylor (capítulo I), su “ética de la autenticidad” (capítulos II y III), la ética del autocuidado (capítulos IV y V), la cuestión del reconocimiento (capítulo VI), las identidades nacionales (capítulos VII y VIII), la relación entre identidad, propiedad y trabajo (capítulo IX), la pregunta por una filosofía latinoamericana (capítulo X) y la relación entre la educación y la identidad política (capítulo XI).

 

Comité Editorial

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