Introducción
Entre las revistas culturales chilenas de fines del siglo XIX encontramos The Valparaiso Review, publicación mensual que entre 1894 y 1896 cubrió asuntos anglo-chilenos en el ámbito político, social, económico, deportivo, literario y del entretenimiento desde la colonia británica de Valparaíso, conservando la lengua del país de procedencia de esta comunidad, así como los referentes culturales de su “homeland” o patria. Considerando que desde la perspectiva de los estudios de prensa en lengua foránea1 la elección del idioma nunca es algo anodino, sino que más bien revela un deseo de los redactores por transmitir un discurso alternativo o de direccionar a un público definido, dentro y fuera de los países de publicación (Deschamps 25), en este trabajo reflexionaremos sobre esta revista anglófona publicada en Valparaíso, en el marco del denominado “imperialismo informal” propio de la era victoriana. Una de las principales intenciones de esta revista fue abrir un espacio al esfuerzo literario; por eso, nos centraremos en la sección dedicada a las actividades de “The Valparaiso Literary and Debating Society” (Sociedad literaria y de debate de Valparaíso) para analizar de qué modo la literatura inglesa se convierte en lo que Terry Eagleton afirma es un vehículo para transmitir una carga ideológica imperialista que promueve la simpatía y la fraternidad entre las diferentes clases, entregándoles un sentido de orgullo por su lengua y literatura nacional (Eagleton 21-22). No obstante, postularemos que, a pesar de que The Valparaiso Review intervino en el panorama cultural y en el debate intelectual local facilitando la circulación internacional de ideas provenientes de Gran Bretaña-lo que podría entenderse como un intento colonial de aculturación-esta publicación asumió más bien un rol de mediación cultural en el puerto como “zona de contacto,” contribuyendo a la hibridación cultural de los extranjeros en Valparaíso, que forjaron así “una voz diferente” (Deschamps 50).
Desde principios del siglo XIX, Valparaíso se estableció como un puerto central en el creciente mercado global. En ese espacio coincidieron personas, productos e ideas en tránsito entre Europa y las Américas. Entre los extranjeros destacaron los británicos, esa “nación de comerciantes” en las palabras (apócrifas pero memorables) de Napoleón Bonaparte. Llegando a nuestras costas como empresarios, ingenieros, marinos, navieros, empleados de casas comerciales-y, sí, comerciantes-en el corto plazo empezaron a infiltrarse en la cultura de la ciudad, fundando colegios, iglesias, clubes deportivos, instituciones sociales y de beneficencia, y periódicos.
Las primeras publicaciones de la colonia británica fueron, como era de esperar, básicamente mercantiles, y en idioma inglés. Pero, como afirma Diana Cooper-Richet, entre los colonos británicos que voluntariamente se establecieron en Valparaíso, además de marineros y herreros, hubo “creadores, dentistas, mineros, empresarios, ingenieros, representantes de compañías navieras, compañías de seguros, bancos y profesores de inglés … quienes se aventuraron a estas tierras, y también querían leer en su lengua materna.” (Cooper-Richet, “A imprensa alófona no mundo (séculos XVII, XVIII e XIX): a dominação do francês e do inglês,” 22-23). Con Oliver Marshall, esta autora da cuenta de que en Chile se publicaron por lo menos doce títulos ingleses solo en el siglo XIX, siendo el primero The South American Gazette, de 1828. Sin embargo, los más antiguos que actualmente se encuentran en la Biblioteca Nacional de Chile comienzan con el The Valparaiso English Mercury (1843) y el Weekly Mercantile Reporter (1849), junto a otras publicaciones periódicas con información principalmente económica y naviera. Pero en la segunda mitad del siglo, y dentro del proceso de modernización de la prensa, se empezaron a publicar periódicos con contenidos más culturales y de opinión, como el Valparaiso and West Coast Mail (1867-1874) y The Chilian Times (1876-1907), entre otros, que se configuraron más bien como empresas periodísticas.
En 1894 apareció The Valparaiso Review, anunciada como la primera revista publicada por la colonia británica. Su circulación fue mensual, entre agosto de 1894 y julio de 1896, cuando los editores informaron de su cierre. En el editorial de apertura, los editores explicaron a sus lectores que estaban escribiendo para “nosotros ingleses en el extranjero,” pero al mismo tiempo, invitaron al público chileno a hacerse parte de este proyecto: “Esperamos contar entre nuestros lectores a muchos amigos chilenos”2 (I:1, August 1894, 1). ¿Quién constituyó, entonces, su lector ideal? Y ¿por qué publicar una revista en Chile, país hispanohablante, en un idioma extranjero? En lo que sigue, mostraremos cómo The Valparaiso Review intervino en el panorama cultural local, promoviendo la circulación internacional de ideas entre Gran Bretaña y Chile, especialmente de aquellas que impulsaron reformas sociales y debate intelectual, al servicio de una hibridación cultural.
En su libro British Settler Emigration in Print, 1832-1877, Jude Piesse identifica “dos modos distintos de literatura de emigración en la prensa periódica, que reconfiguran nuestro entendimiento de la cultura del imperio británico del siglo XIX” (4)3. La primera forma (forces of fixity) sostuvo un compromiso literario con el convencionalismo, y fue muy popular especialmente en publicaciones periódicas orientadas a la clase media-alta. Se trató de textos ampliamente leídos que combinaban modelos de hogar o patria, nación y colonia superpuestos, con variadas y matizadas temporalidades de un similar carácter cohesivo, con el fin de absorber la movilidad propia de la emigración y de la colonización (settlerism). Esta literatura tendió a aglutinar a las comunidades culturalmente afines en el espacio de acogida en que se instalaron, y puede ser vista como una “literatura de cohesión” que luchó por contener la ansiedad de los transformadores, revoltosos y emocionalmente desorientadores actos migratorios a los que estuvo asociada. La segunda forma de literatura de emigración en la prensa periódica victoriana (forces of flow), en tanto, se vincula al feminismo y al pensamiento radical, y habitualmente echó mano a las representaciones convencionales del primer tipo para desafiar su predominancia y configurar movilidades alternativas, a modo de contracorrientes (4)4.
Teniendo esto en mente, y siguiendo a Jude Piesse, en este trabajo identificaremos cómo en esa “voz alternativa” representada por The Valparaiso Review conviven fuerzas estabilizadoras (forces of fixity) y desestabilizadoras (forces of flow)5. Pero para comprender la complejidad de esta revista, primero nos referiremos a su particular contexto de producción, luego a la fórmula periodística que adoptó The Valparaiso Review para desarrollar su proyecto editorial, así como al fenómeno de mediación cultural que originó, para finalmente analizar ejemplos de textos que muestran modelos literarios y educacionales representativos tanto de las fuerzas estabilizadoras como de las fuerzas transformadoras presentes en esta primera revista anglófona publicada en Chile.
Una revista anglófona en el contexto porteño
Desde principios del siglo XIX, y luego de alcanzada la Independencia de Chile, Valparaíso se estableció como un relevante puerto dentro del creciente mercado internacional, especialmente en el tráfico naviero transoceánico y dentro de la costa occidental de las Américas. De esta forma, desde mediados del siglo XIX llegó a convertirse en uno de los principales polos de desarrollo dentro de una creciente red global de bienes, personas e ideas. Es por esto por lo que, al analizar el impacto de los británicos en Chile, es importante considerar que ellos no se mantuvieron aislados en una pequeña colonia de pioneros, sino que formaron parte de una gran red de intercambios globales, no solo con el Reino Unido, sino que también con otros territorios dentro de los confines del Imperio Británico, que incluyeron Oceanía, Norteamérica y el Caribe, a través de Magallanes y del istmo de Panamá.
En este sentido, Diana Cooper-Richet, quien ha estudiado vastamente la circulación internacional y mundialización de la cultura impresa anglófona y francófona, ha afirmado que en América Latina “la prensa en inglés proliferó siguiendo los pasos de los colonos voluntarios (volunteer settlers) que se establecieron un poco por todas partes”, lo que se constata en cómo desde la primera mitad del siglo XIX, The Edinburg Review (1802) y The Quarterly Review (1809) “elogiaron el mérito de quienes decidieron expatriarse en el continente sudamericano, en países que ofrecerían tantas posibilidades a los aventureros y a aquéllos que deseaban hacer una fortuna” (21-22)6. Para ilustrar este punto: durante sus viajes a Chile y Brasil entre 1819-1824, la escritora de relatos de viajes Maria Graham, pedía regularmente que le enviaran a Chile los últimos números de las revistas británicas, así como los libros aparecidos recientemente. Por ejemplo, en 1824 ella escribió al editor John Murray: “Incluyo esta carta en la bolsa del Almirante y espero que le llegue a salvo. Le estaría muy agradecida si me enviase la Quarterly Review con regularidad: si es dirigida a John May Esquire, 16 George Street Mansion house, debería recibirlo”7. Llevada en el equipaje de viajeros y aventureros, transportada en barcos, carruajes o ferrocarriles por todas las colonias, la prensa periódica británica del siglo XIX circuló por todo el mundo y, a su vez, fue influenciada profundamente por su circulación global.
Mientras muchos ciudadanos británicos vivían gran parte de su vida-o su vida entera-en el extranjero, como veremos, ellos labraron una identidad nacional basada en sus referentes del lugar de procedencia en el Reino Unido, pero habitando fronteras geoculturales permeables, por lo tanto, proclives a la recepción e integración de elementos culturales de los países de acogida, en sus propios imaginarios. Fue en este contexto que nació The Valparaíso Review, dentro de los márgenes de la colonia británica de Valparaíso, pero empapada de la cultura impresa del imperio victoriano global, como extensión del intercambio naviero, comercial, industrial, mercantil y, sobre todo, de toda la dimensión cultural que los movimientos migratorios y diaspóricos involucraron al interior de esta comunidad y de su interacción con la sociedad chilena.
En su primer número, de agosto de 1894, The Valparaiso Review se anunció como la “voz diferente” que encarnan los medios de prensa publicados en lengua foránea, fenómeno explicado por Bénédicte Deschamps (50). Como ya señalamos, al lanzar esta revista, los editores aspiraban a proporcionar contenidos atractivos tanto para los ingleses como para los chilenos. Y no solo de Valparaíso. En el prospecto los editores declaraban: “Esperamos hacer que la revista venga a llenar un deseo largamente anhelado”, porque “Muchos ingleses que viven en Chile han sentido la necesidad de contar con un periódico que ofrezca en forma compacta una descripción general de la política y las finanzas nacionales y locales de Chile”. Además, los editores esperaban “que esta sección pueda ser útil para muchas personas que viven en Europa, cuya experiencia previa o intereses comerciales actuales hacen deseable que sepan algo de lo que está pasando en Chile”8 (The Valparaiso Review: A Journal of Anglo-Chilian Affairs I:i, August 1894, 1). Es decir, la revista buscaba lectores en primer lugar entre los británicos en Chile, y en segundo lugar entre los europeos que en el pasado estuvieron en Chile o que se interesaran por este país-asumiendo, por supuesto, que prefieren leer sus noticias en inglés. Pero además, resulta especialmente interesante que este medio no haya buscado solamente informar de asuntos políticos o de negocios: los editores también esperan “abrir un campo para el esfuerzo literario, que en la actualidad recibe tan poco estímulo en Chile”, porque “Nosotros, los ingleses en el extranjero, estamos demasiado inclinados a descuidar asuntos de intereses puramente intelectuales, y si este artículo despierta en algún grado poderes literarios inactivos, se logrará una gran meta”9 (1).
Por lo tanto, los editores fundaron esta revista no solo con la intención de proporcionar una voz a los británicos en y fuera de Chile, sino que también de cambiar la sociedad anglófona de Chile a través de sus contenidos específicos. En este sentido, entonces, es claro que esta revista cumple con lo que se ha identificado como un deseo esencial de los redactores de prensa escrita en lengua foránea (distinta a la predominante en el país en que se produce), esto es, transmitir un discurso alternativo a un público definido, dentro y fuera de los países de publicación10 (Deschamps, 26). Al mismo tiempo los contenidos de The Valparaiso Review mostraron rasgos de su hibridez cultural desde el principio, rogándole al público chileno “que acepten nuestras garantías de que todo lo que escribimos sobre los asuntos chilenos se escribirá en el espíritu de la más cordial amistad” (The Valparaiso Review I:1, August 1894, 1; énfasis nuestro)11. Veremos que no obstante esta declaración, The Valparaiso Review no dudó en criticar la política, la cultura e incluso a la gente de Chile, pese a que los editores se sintieron obligados a insistir en su neutralidad desde el inicio de su empresa.
Tomando nota de las secciones regulares de la revista, se constata tanto su variedad de temas como su filiación cultural anglo-chilena, incluyendo títulos de secciones como “The Month”, “The Latest Mails from Europe”, “Nitrate Properties”, “Foreign Telegrams”, “Congressional Record”, “Correspondence”, “Sports”, “Valparaiso Literary and Debating Society”, “Society Gossip” y también variados tipos de textos como crónicas, relatos de viajes, poesía, crítica de arte y teatro, etc. Como la mayoría de las publicaciones anglófonas de Valparaíso, la revista se publicó en una prensa chilena (la Litografía Excelsior, en este caso), pero, al mismo tiempo, las suscripciones eran pagadas al inglés W.A. Higinbotham (Casilla 17, Valparaíso) en su primer año, y en su segundo año a Messrs. Westcott & Co (Calle Prat 130, Casilla 942, Valparaíso), que entonces sostenían un pujante negocio de importaciones y venta de libros, de periódicos ingleses y norteamericanos, artículos de librería y que, a la vez, actuaron como agentes de esta revista y de otros medios de prensa.
No resulta fácil clasificar esta publicación dentro de los tipos de revistas del contexto editorial de la época. Podríamos pensar en The Valparaiso Review como una revista magazinesca, por la variedad de secciones y temas tratados, combinando la información con la entretención y la cultura, aunque no por su austero estilo gráfico, carente de ilustraciones. En este sentido sería más bien una “proto-revista magazinesca” ya que en Chile el “magazine”, como tal, recién “se volvió una fórmula editorial sumamente exitosa en los comienzos del siglo XX, cuando las nuevas técnicas de impresión facilitaron la incorporación de fotografías, imágenes y colores (incluida también la publicidad)” (Escobar Chavarría y García-Huidobro Mac-Auliffe, 21). No obstante, también podemos ver en ella elementos propios de una “revista cultural”, género tradicionalmente vinculado a una vocación quijotesca, alejado del pragmatismo del negocio editorial y cercano al idealismo de las letras, el arte, la educación, la política y la vanguardia. Como se afirma en Una historia de las revistas chilenas: “Nada es fácil en la vida de una revista cultural. Desde la definición de su campo de acción hasta su sobrevivencia en la darwiniana competencia por la publicidad y los recursos que le permitan vivir. Tampoco lo es la captación de los lectores que la justifiquen” (145). Sin embargo, como ha señalado Fernanda Beigel, en lo concreto las revistas culturales surgidas entre fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX en Latinoamérica tuvieron un papel protagónico en la consolidación del campo cultural puesto que “se caracterizaron por amalgamar las ideas de grupos heterogéneos, provenientes de experiencias políticas o culturales diversas” (107). En este sentido, The Valparaiso Review transmitió desde la colonia británica porteña al contexto chileno algunos debates provenientes del Reino Unido, por ejemplo, a través de la crítica literaria que se difundió, con formato de ensayo, en la sección de The Valparaiso Literaty and Debating Society. Como textos esencialmente colectivos y programáticos, las revistas culturales expresan las más contradictorias tendencias ideológicas porque, como explica Beigel, “contienen en sus textos los principales conflictos que guiaron el proceso de modernización cultural” (Beigel 107). En esta línea, podemos pensar que The Valparaiso Review contribuyó con su perspectiva a ampliar la discusión de temas culturales y de actualidad en la opinión pública porteña, al menos entre los lectores anglo-chilenos y sus círculos, dando cuenta de la realidad chilena y poniéndola en relación con el acontecer en Gran Bretaña en áreas muy variadas, por ejemplo, respecto a prácticas educacionales, desarrollo urbano, o actividades artísticas, acogiendo en sus contenidos tanto esas fuerzas estabilizadoras como desestabilizadoras de las que nos habla Jude Piesse.
Como vemos en su programa editorial, The Valparaíso Review buscaba mantener cohesionada a una comunidad migrante, en movimiento entre dos espacios geotemporales con los que posee un doble apego: el país de origen y el que la ha acogido, Gran Bretaña y Chile. Al mismo tiempo, se trataba de una comunidad ilustrada de productores y lectores, que simultáneamente tuvo un papel importante dentro del desarrollo económico, industrial y financiero chileno, pero que sintió la necesidad de cultivar un espacio literario común, referencial, vinculado a su identidad-y en ese sentido, la elección de la lengua inglesa no era anodina. Sin embargo, podemos ver que The Valparaíso Review cumplió con la función de mediar culturalmente entre dos naciones, representando e incidiendo en un proceso de “integración cultural” anglo-chilena.
Dentro de lo que son las complejas transmisiones culturales internacionales asociadas a procesos migratorios, Antonio Niño plantea que la “integración cultural” se produce únicamente cuando “los que se desplazan son los miembros de una minoría cultivada para ejercer funciones elevadas en su nuevo destino”, quienes al tomar contacto con sus nuevos hábitats culturales se convierten en “verdaderos intermediarios culturales, o que acaban trasplantando al país de acogida las escuelas científicas y de pensamiento a las que pertenecen”, y “son importantes porque crean redes culturales transnacionales, por su papel de agentes de intercambio intelectual, y por las posibilidades que tienen de convertirse en cabezas de puente para tomar contacto con otras culturas territoriales” (182-183). Aunque en este caso no se trató necesariamente de grandes diplomáticos, intelectuales o líderes políticos, creemos que sí podemos hablar (usando los conceptos de Niño) de “emigrantes temporales de lujo, que se relacionan especialmente con otras personas en situación semejante” (182-183) en cuanto los miembros de esta comunidad formaron parte de una elite cultural y económica en Valparaíso, que forjó redes con las elites locales.
Literatura estabilizadora
Con el fin de investigar el contenido, tono y lector ideal del The Valparaiso Review, comenzaremos explicando el concepto de “fixity” o fijeza como convencionalismo, utilizado por Jude Piesse al abordar la literatura de emigración en la prensa periódica de la era victoriana. Cómo ya hemos dicho, la “voz alternativa” representada por The Valparaiso Review existió en un estado de negociación constante entre estaticidad y movilidad; por lo tanto, sus textos navegaron entre fuerzas estabilizadoras (forces of fixity) y fuerzas dinamizadoras y desestabilizadoras (forces of flow). Empezaremos nuestro análisis con ejemplos de la primera forma (fixity), donde se aprecia un compromiso literario tradicionalista que pretendía seguir los modelos literarios consagrados en la patria, Gran Bretaña-aunque los editores y colaboradores de The Valparaiso Review hubiesen vivido fuera de dicho país durante años.
Cada número de The Valparaiso Review incluyó un reporte de las últimas actividades de The Valparaiso Literary and Debating Society, resumiendo lo que debatían y leían sus miembros, y en varios números de la revista se publicaron los más destacados ensayos discutidos en sus sesiones sobre autores ingleses consagrados como John Milton, George Eliot, William Shakespeare, y Alfred, Lord Tennyson, entre muchos otros. Consideraremos dos de esos artículos para ver cómo es su tratamiento de los modelos de hogar o patria, nación y colonia: uno sobre John Milton (1608-1674), un autor ya canonizado en la imaginación cultural británica, y otro sobre George Eliot (Mary Ann Evans, 1819-1880), una escritora más contemporánea a los editores victorianos de The Valparaiso Review, y muy respetada tanto en Inglaterra como en el extranjero, aunque conocida por romper las costumbres sociales en su vida privada y desafiar en sus novelas las convencionales restricciones sobre la independencia y la agencia de las mujeres.
Esta literatura, ya consagrada como una “literatura nacional,” tendió a aglutinar a los emigrantes, y puede ser vista como una “literatura de cohesión” que luchó por contener la ansiedad de los “desestabilizadores, revoltosos y emocionalmente desorientantes actos migratorios” (Piesse 4). Cabe notar que, de vez en cuando, también se abordaron temas vinculados a Escocia, pero no muy a menudo-lo que nos llama la atención ya que un alto porcentaje de la colonia británica era escocesa y no inglesa. Ese hecho nos invita a considerar la cuestión de cómo se ejerció el imperialismo informal a través del lenguaje y la literatura nacional. Como explica Terry Eagleton, la literatura inglesa estaba íntimamente relacionada con el desarrollo del imperio británico: “A medida que la religión deja progresivamente de proporcionar el ‘cemento’ social, los valores afectivos y las mitologías básicas por las que una turbulenta sociedad de clases puede ser cohesionada, el ‘inglés’ se construye como un tema para llevar esta carga ideológica desde el período victoriano en adelante”12 (21). Así, los colonos británicos que vivían en regiones remotas del imperio informal y formal buscaron preservar su conexión con la “patria” a través de la literatura inglesa: “La literatura era de varias maneras un candidato adecuado para esta empresa ideológica […] El inglés, como dice un manual victoriano para profesores de inglés, ‘ayuda a promover la simpatía y el sentimiento de compañerismo entre todas las clases [y...] les daría un orgullo en su lengua y literatura nacional’” (22)13. Como veremos, la literatura inglesa cumplió esa función para la colonia británica de Valparaíso, reforzando sus conexiones ideológicas con el “país de origen” y sirviendo así como una fuerza de fijeza, como convencionalismo, en el modelo avanzado por Jude Piesse al analizar la prensa periódica de la era victoriana.
Volcándonos sobre nuestro primer ejemplo, la sección de The Valparaíso Review del 15 de agosto de 1894 que da cuenta de las actividades de The Valparaiso Literary and Debating Society incluyó un ensayo sobre John Milton-tan largo que se publicó en dos partes-, escrito por un empresario bastante conocido de la colonia británica de Valparaíso, William Macqueen. En sus palabras, el advenimiento de las obras del “poeta épico de Inglaterra”14 (39), Milton, abrió una nueva esfera de influencia para la literatura británica, que había perdido su poder:
Durante dos siglos la lengua inglesa no había tenido intérprete [...] De repente, con la rapidez de un verano en las latitudes del norte [...] el habla, que durante generaciones parecía destinada sólo a los usos de las necesidades domésticas, floreció en una exuberancia cuyo paralelo hay que buscar en las edades de la antigüedad. El nombre más grande de la literatura ha empequeñecido con su poderosa fama a otros que se abren bajo su sombra. Pero en el pequeño espacio de una generación, la lengua inglesa se ha convertido en el mayor órgano viviente de todos los modos de expresión a los que el pensamiento humano puede dar salida15. (The Valparaiso Review I:1,15 August 1894, 41-42)
Macqueen hace referencia aquí a los principios básicos del imperio británico: la conexión con el antiguo imperio romano y la ideología humanista que insistía en el pensamiento y los valores británicos como objetivamente grandes y universales. La primera parte del ensayo se cierra afirmando la superioridad (tanto moral como intelectual) de Milton y, por extensión, del conjunto de la sociedad europea: “… su carácter había sido de esa irreprochabilidad y de esa pureza [...] En la combinación de logro intelectual y magnanimidad, y en la dote de genio el joven estudiante de Christ Church [...] no tenía parangón vivo en su tierra natal, casi podemos añadir en toda la comunidad europea”16 (43). Cerrando la segunda parte, y el ensayo completo, su autor será aún más elocuente, afirmando que Milton pertenece no solamente al territorio del imperio, sino también de los elíseos: él se mueve “…de modo tan familiar en los planos de la más noble realización y de respirar tan puro un empíreo [...] Y sin embargo debemos recordar que ellos también [los grandes autores] son afines a nosotros”17. Así, insistiendo tanto en la humanidad común como en la universalidad de Milton, Macqueen concluye alabando al “patriota y poeta de Inglaterra, John Milton” (71).
Otro escritor (escritora, realmente) especialmente considerado por The Valparaiso Literary and Debating Society fue George Eliot, cuya obra fue difundida en The Valparaiso Review a través de un ensayo escrito por G. S. C. Stevenson. Dados los extensos debates que tuvieron lugar en esta época, tanto en Chile como en Gran Bretaña, sobre la igualdad de derechos para las mujeres, es interesante notar que el enfoque con que se aborda la figura de Eliot no pasa por su grandeza literaria-aunque sí parece reconocer sus dotes-sino que por su virtud. De hecho, el ensayo se titula “The Ethics of George Eliot” o “La Ética de George Eliot”, y se centra en “…la vieja controversia sobre la relación entre el arte y la moral”18 (II:1, August 1895, 13). Entregando ejemplos de las novelas de Eliot para ilustrar sus ideas, Stevenson enfatiza aquellos aspectos de su vida que la convierten en una representante icónica de la niñez o “girlhood” inglesa: su educación en el campo, el amor a la naturaleza, la atención al pasado de Inglaterra, etc. Pero también dedica un espacio considerable en su escrito (más de dos páginas) a los hechos menos cómodamente “ingleses” de su relación con George Henry Lewes, con quien ella vivió sin el beneficio del matrimonio. No obstante, es cierto que el autor tiene una visión bastante ilustrada e insiste en que, aunque su aparente falta de moralidad fue desafortunada, no debemos juzgarla, ya que no podemos conocer todas las circunstancias del caso:
La tentación de emitir un juicio, por supuesto, es grande, pero en vista del hecho de que no sabemos lo que se hizo e intentó hacer al dar ese paso inicial que unió los cursos de sus vidas, una sabia suspensión del juicio es probablemente la actitud más adecuada a adoptar, aunque esto no tiene por qué hacer que uno reprima el deseo, que probablemente la mayoría de sus admiradores comparten, de que, ante la dificultad, alguna otra solución podría haber evitado incluso la sospecha de haber contradicho en su propia vida la más impresionante concepción ética contenida en sus escritos19. (19)
Para finalizar su artículo, Stevenson reúne los hilos de sus puntos de vista sobre la importancia de Eliot como escritora, y fiel a la concepción victoriana del papel de la mujer como guía moral, subraya la postura ética en su escritura, sobre todo su énfasis en el deber:
Uno se levanta de una revisión de sus obras con el sentimiento de haber estado en comunión con un intelecto alto y dominante que se ha dedicado a un gran fin [...] Si no encontramos en sus obras lo que alimenta nuestras esperanzas ilimitadas, hay mucho que nos fortalecerá y preparará para las demandas y deberes ordinarios de la vida (22)20.
Encontramos aquí un claro ejemplo de cómo la literatura sirve para proporcionar cohesión social a las comunidades de colonos en el extranjero: Stevenson apela a las virtudes morales de George Eliot para comunicar a sus lectores objetivos, la comunidad británica en Chile, los valores “británicos” que él cree que deberían defender, incluso lejos de lo que muchos emigrantes todavía llamaban “hogar”. Al mismo tiempo, es interesante el hecho de que The Valparaiso Review eligiera a George Eliot como modelo de virtud, en lugar de otra escritora menos polémica. En este sentido, el ensayo de Stevenson quizá muestra indicios claros de conflicto entre las fuerzas estabilizadoras, de fijación o convención, y fuerzas desestabilizadoras, de flujo o cambio.
A continuación, veremos que no todos los artículos de The Valparaiso Review transmitieron mensajes, al menos en la superficie, tan tendientes al statu quo, ya fuera en la cultura de Gran Bretaña o de Latinoamérica. No deja de llamar la atención un debate sostenido al interior de The Valparaiso Literary and Debating Society, bajo el título “The Ideal in Woman: Beauty or Brains” (“El Ideal en la Mujer: Belleza o Cerebro”) del que también dio cuenta la revista. En él se enfrentaron dos conocidas figuras de la colonia británica, Mr. Stevenson y el Reverendo J. Aitken; el relato dice que sólo los hombres presentes pudieron votar por el resultado de la argumentación, mientras a las mujeres sólo se les permitió participar como espectadoras mientras ellos decidían sobre la “relativa importancia de su belleza” versus “su capacidad intelectual”. Leyendo entre líneas, The Valparaiso Review entrega considerable evidencia sobre la incomodidad que produjo la naturaleza de este debate; el artículo apunta que “la cuestión se decidió a favor del ‘Cerebro’ por una votación de 18 a 12”, pero también que “un gran número de los miembros presentes se abstuvieron totalmente de votar” (II:12, July 1896, 461)21. Como se ve en el ejemplo anterior, a las fuerzas atávicas, que buscaban salvaguardar el orden convencional, sin duda, se enfrentaron tendencias contrarias, de cambio. Probablemente el alto número de abstenciones refleja la incomodidad de los hombres al tener que tomar partido por una posición-a vista y presencia de sus esposas, hijas o amigas-ya fuera por la mayor relevancia de las cualidades físicas, o bien de las cualidades intelectuales, de la mujer. Por lo tanto, fue una instancia inquietante, desafiante del orden predominante, y generadora de posiciones alternativas.
Literatura desestabilizadora
En contraste con los modelos literarios que hemos visto en las figuras de Milton y de George Eliot, y en el debate del “Ideal in Woman”, a continuación analizaremos algunos textos incluidos en The Valparaiso Review que representan las fuerzas literarias transformadoras propias de la cultura impresa victoriana, y que llegaron a nuestro país a través de los intercambios transnacionales de ideas radicales o vanguardistas.
“A Morning Stroll Along the Malecón” by “a Lady,” firmado con las iniciales F.A., nos lleva directamente al debate sobre la participación de la mujer en el espacio público a través del simple acto de deambular por las calles, observando en este caso la realidad de la vida y el trabajo cotidianos del puerto de Valparaíso, y entregando su punto de vista desde la subjetividad de su andar. La autora comienza señalando:
Uno de los paseos más pintorescos e instructivos de Valparaíso, es a lo largo del ‘Malecón’ alrededor de las ocho de la mañana. Uno ve todo tipo de hombres y de todas las condiciones, y la variedad de mercancías que se embarca día a día, especialmente para el Norte, asombraría a un extraño (I:5, December 1894, 223)22.
Destacan sus primeras palabras, pues revelan el ánimo con el que esta paseante se aventura en la que considera una de las caminatas más “pintorescas” e “instructivas” de la ciudad. Como sabemos, esta era una actividad muchas veces vedada para una mujer solitaria. No sabemos si camina sola, pero al menos esa es la perspectiva que asume en su crónica, que comienza en la Bolsa de Valparaíso. No se interesa, sin embargo, por el mundo financiero, sino por lo pintoresco-lo más diferente para ella-por lo que avanza describiendo los distintos tipos humanos que aparecen a su alrededor, con quienes empatiza. Luego de observar a los “fleteros” reparando inútilmente sus viejos botes o pintando otros con alegres colores, se detiene en una bullente frutería y en un niño, quien recién ha invertido su dinero en unos limones y prepara limonada en un balde que más tarde venderá a los trabajadores. En medio del movimiento portuario su relato salta vertiginosamente del trabajo de las grúas de carga, a la caracterización del “jornalero” estibador, de los “lancheros” y del “capataz” lidiando con los trabajadores . . . convirtiéndose su pluma en un pincel al más puro estilo de “El pintor de la vida moderna” (1863) de Charles Baudelaire, o del narrador que describe el bullicio de un Valparaíso modernizado en “Álbum porteño” de Rubén Darío, publicado en Azul (Valparaíso, 1888). No sería extraño pensar que nuestra autora hubiese estado familiarizada con las estéticas modernistas de Darío, quien a su vez asimiló los pasos de su maestro francés siendo uno de los hitos fundacionales del modernismo literario hispanoamericano. Nuestra cronista escribe:
Un artista puede encontrar muchos modelos pintorescos entre ellos con sus camisas y bufandas de colores brillantes, sus pantalones cortos y mangas enrolladas hacia atrás revelando las extremidades nervudas y como equipo para la cabeza generalmente un saco, apuntando hacia arriba como un envolvente turbante, otro atado alrededor de la cintura como un delantal (223)23.
Representando desde el extrañamiento a los “pintorescos” estibadores que llaman su atención.
Vemos en “A Lady” a la versión femenina del flâneur que Walter Benjamin identificó en el Baudelaire de las calles de París, y que los modernistas latinoamericanos como Darío o Manuel Gutiérrez Nájera emularon aprehendiendo la propia experiencia urbana a fines del siglo XIX, luego de que el poeta francés hiciera por primera vez de la ciudad moderna tema de la poesía lírica:
La poesía no es un arte local, más bien es la mirada del alegórico que se posa sobre la ciudad, la mirada del alienado. Es la mirada del ‘flâneur’, cuya forma de vivir baña todavía con un destello conciliador la inminente y desconsolada del hombre de la gran ciudad. El ‘flâneur’ está en el umbral de tanto de la gran ciudad como de la clase burguesa. Ninguna de las dos le ha dominado. (Benjamin 184)
Las fuerzas transformadoras de la literatura de la prensa victoriana colonial irrumpen en este texto, con sus nuevas estéticas y con la voz de la nueva mujer que avanza en el espacio público y en el campo político. En “A Morning Stroll Along the Malecón” vemos a una flâneuse, en el vértigo de la ciudad puerto, a través de la paseante que se distancia de su mundo burgués de la Bolsa de Valores y que capta “la fisonomía de la multitud,” al decir de Benjamin. Ella disfruta del acceso libre a la ciudad moderna, expresando su experiencia urbana subjetiva mediante un escrito testimonial, que retrata el paisaje apropiándose de un lugar al que aparentemente no pertenece. Como señala Dorde Cuvardic.
La progresiva aceptación de la flâneuse como figura histórica reconocible, como metáfora conceptual que permite a los científicos sociales comprender los determinantes ideológicos del acceso de la mujer a los espacios públicos, está acompañada del resquebrajamiento paulatino de las sólidas fronteras del modelo patriarcal de la división sexual entre la esfera pública masculina y la privada femenina. (69).
Así, entre las pilas de sacos de harina, papas, jabas de cerveza de Limache, barras de cobre, forraje y todo tipo de manufacturas, como observadora social empatiza con los más vulnerables, y se detiene en una mujer mayor que recoge restos de trigo y pasto dispersos por el malecón, y en una anciana que, cigarrillo en boca, sirve cazuela y fríe empanadas, rodeada por un grupo de hombres expectantes en torno al brasero, mientras la acompaña con la mirada un perro hambriento.
Antes de terminar el relato de su periplo por el espacio porteño, la narradora nuevamente comete un acto transgresor al abordar la esfera política, tradicionalmente masculina. Ella nos recuerda el contexto de las últimas huelgas de trabajadores, y cómo los que han tenido acceso a una mejor educación han estado liderando el movimiento sindicalista. Así, “a Lady” pasa bruscamente del plano pintoresco a instruirnos sobre la realidad contingente, como lo había planteado al inicio de su relato. Su regreso a casa es apurado por la necesidad de desayunar, lo que nos habla de su posición social y de su papel como observadora y escritora de la vida moderna. Pero la narradora no cierra su relato sin antes hacer referencia al impacto de las ideas radicales y a las nuevas fuerzas políticas y sociales que despiertan el cambio en la ciudad: “Los hombres se reunían alrededor de un líder vehemente que los arengaba con muchos gestos, o se agrupaban alrededor de algún ‘compañero’ que, habiendo aprovechado las ventajas de la escuela, les deletreaba las implicancias del sindicalismo” (224)24.
La discusión en torno a la instrucción estatal y la educación secundaria y superior de la mujer, que se dio en el Reino Unido y en Chile con fuerza desde la década de 1870, también tuvo su espacio dentro de la prensa anglo-chilena local, enfrentándose las fuerzas más conservadoras con las que produjeron grandes transformaciones sociales. En el célebre periódico porteño The Chilian Times, por ejemplo, se debatieron las ideas planteadas por John Stuart Mill en su obra The Subjection of Woman (traducido y prologado tempranamente en Chile por Martina Barros Borgoño), disputa teórica que se llevó a la contingencia nacional entre 1876 y 1877, cuando los sectores más liberales intentaban probar el derecho igualitario de las mujeres a cursar carreras en la Universidad de Chile. The Chilian Times terminó por dar su total apoyo al Ministro de Justicia, Culto e Instrucción Pública, Miguel Luis Amunátegui, festejando la firma del célebre Decreto Amunátegui el 6 de febrero de 1877 en Viña del Mar25.
Volviendo a las fuerzas de flujo y modernismo que cambiaron la sociedad a fines del siglo XIX y en los albores del siglo XX, podemos ver que estas ideas transformadoras del rol tradicional de la mujer circulaban dentro de la colonia británica de Valparaíso, y que se llevaban recurrentemente a la discusión sobre la realidad chilena, desestabilizando las prácticas más conservadoras, que muchas veces se adjudicaban a la herencia colonial española. The Valparaíso Review da cuenta de esto.
Las fuerzas del cambio propias de la prensa colonial victoriana, descritas por Piesse, se perciben explícitamente, por ejemplo, en el artículo “Free Secondary Education” (“Educación Secundaria Gratuita”), también firmado por “A Lady” (identificada solo con las iniciales A.W.), quien opina sobre los contenidos que debe tener la recién establecida educación secundaria estatal para mujeres. Junto con ser una entusiasta de la educación formal de las jóvenes, la autora asume una mirada pragmática y propone proporcionarles las herramientas necesarias para desenvolverse en el mundo, junto a los contenidos intelectuales que ya estaban recibiendo. De este modo, la autora critica el currículum del primer liceo para señoritas de Chile, el emblemático Liceo No. 1 de Valparaíso (también conocido en esos días como Instituto para Señoritas Carlos Waddington, por haber sido levantado en terrenos donados por este miembro de la comunidad anglo-chilena, descendiente de Joshua Waddington). “A Lady” apela directamente a los lectores, preguntándoles:
¿A los 16 o 17 años salen de la escuela preparadas para qué? ¿Puede decirse que están preparados para la lucha por la vida? Ciertamente no hay nada en lo que han aprendido que impida que se conviertan en buenas esposas y madres, pero no hay nada que las ayude26. (I:5, Diciembre 1894, 225).
Sus comentarios apuntan a la situación de las estudiantes de familias más vulnerables, y concluye:
Si viviera en Utopía, yo tendría una escuela superior para las hijas de las clases más pobres donde debería mezclar con el trabajo intelectual una gran cantidad de instrucción técnica [...] Mis niñas deberían además ser entrenadas en el arte de la enseñanza, y en el manejo de los niños [...]. Sobre todo, la inclinación de la mente de cada muchacha, su gusto particular debe ser estudiado cuidadosamente y cultivado tanto como sea posible; de modo que pueda tener algún objetivo a seguir, y alguna manera en la que se sienta segura de ganarse la vida con placer y satisfacción. (I:5, Diciembre 1894, 225)27
Como vemos, en este artículo la autora propone una educación secundaria que produzca un tipo de mujer instruida en el campo intelectual y práctico, que pueda sostenerse a sí misma con gusto pese a las condiciones adversas, y que mira con ilusión hacia un futuro en el que todas las niñas, de cualquier clase, tendrán acceso a oportunidades educacionales que garantizarán una vida independiente y productiva. En esto, “A Lady” señala claramente su salida radical de las expectativas convencionales de género y clase de su época, y anticipa las profundas rupturas de la era venidera.
Conclusiones
A través del estudio de The Valparaiso Review hemos visto la coexistencia de las fuerzas estabilizadoras y desestabilizadoras que describe Jude Piesse en British Settler Emigration in Print, en cuanto dentro de la cultura impresa que acompañó a los movimientos diaspóricos dentro del imperio británico del siglo XIX coexistieron dos tipos de textos, representativos de dos tendencias (fixity and flow), en constante tensión y negociación, una asociada al convencionalismo y a la estaticidad, y la otra al cambio y al dinamismo.
Del mismo modo, hemos visto que la prensa en lengua foránea (foreign language press) por su naturaleza contiene un discurso alternativo que se origina en el fenómeno migratorio y en las comunidades de expatriados que se establecen dentro de una cultura de acogida. De hecho, como ha afirmado Bénédicte Deschamps:
Siendo al mismo tiempo la fuerza centrípeta y la fuerza centrífuga las que permiten a los inmigrantes cultivar sus diferencias, favoreciendo una transición hacia el modelo nacional del país de llegada, la prensa étnica ha sido estudiada muchas veces por su función asimiladora [...] El papel que ella asume en el proceso de aculturación de las poblaciones de origen extranjero, no debe ocultar su especificidad ni la originalidad de una parte de sus posiciones. No es raro que ofrezca un punto de vista alternativo, que permite ampliar los debates nacionales, presentando opiniones dichas minoritarias, pero necesarias para la reflexión más amplia sobre el país […] Pero si estas publicaciones todavía son dinámicas, ciertamente eso ocurre porque su contenido y / o su enfoque se distinguen de la prensa nacional “dominante”. El hecho de pertenecer cada vez más a redes de información transnacional les garantiza un público más amplio y contribuye a que se mantengan como una voz diferente28. (50)
Resulta legítimo preguntarse si esa asimilación puede coincidir con fines imperialistas al buscar en el discurso alternativo, más que “adaptación cultural” (Niño), salvaguardar la cultura de origen y los referentes culturales metropolitanos, en especial a través de la conservación de la lengua, como lo ha planteado Eagleton, en un intento por contravenir las transformaciones propias de movimiento migratorio. Sin embargo, independientemente de la pregunta por la intención y los fines buscados originalmente, hemos constatado que la producción y la recepción de esta prensa gestó un proceso de circulación internacional de ideas, con la consecuente hibridación cultural de las comunidades involucradas a partir de una tensión creativa entre fuerza estabilizadoras y fuerzas desestabilizadoras, sin duda gestora de cambios.
Tras analizar la producción de The Valparaíso Review en el contexto anglo-chileno porteño y de la cultura impresa de fines del siglo XIX, observamos que es especialmente interesante su papel como mediador cultural, en cuanto órgano difusor de la cultura británica y la literatura inglesa, pero además en cuanto se apropia de la contingencia chilena y adapta los modelos culturales y literarios extranjeros a la realidad local. Como muchos de esos referentes extranjeros formaron parte de corrientes estéticas o de pensamiento rupturistas o de avanzada, en diálogo o en tensión con fuerzas tendientes a la estaticidad, del encuentro cultural surgieron hibridaciones propias del proceso de transculturación que dio en la ciudad puerto de Valparaíso, lo propio de una zona de contacto. Ejemplo de ello fueron algunas prácticas propias de la globalización y la modernización, las apropiaciones y relecturas de clásicos europeos y la transferencia de modelos literarios y educacionales, todo lo cual promovió la circulación de nuevas estéticas y corrientes de pensamiento que transformaron la sociedad chilena del fin de siglo, lo que percibimos particularmente en este trabajo en la adopción de corrientes modernistas y en el surgimiento de una nueva mujer (“New Woman”).