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Revista chilena de literatura

versión On-line ISSN 0718-2295

Rev. chil. lit.  n.64 Santiago abr. 2004

http://dx.doi.org/10.4067/S0718-22952004000100012 

 

REVISTA CHILENA DE LITERATURA
Abril 2004, Número 64, 155-158

IV. RESEÑAS

 


Teresa Garulo
LA LITERATURA DE AL-ANDALUS DURANTE EL SIGLO XI
Hiperión, Madrid, 1998


  "Por la pasión por ti olvido el tiempo
y como religión tu amor profeso..."
Ibn Zaydun
Dajira fi mahasin ahl al- yazira

Desde el comienzo, esta obra nos abre una puerta de entrada al fabulado mundo -y poco conocido aún- de al-Andalus. Esta época de esplendor se nos presenta, en esta obra, bajo un mismo prisma: comprender, valorar y rescatar las escasas obras literarias conservadas. Estas obras representan y marcan un periodo que seduce y atrae, no solo por las letras, sino por la gran gama cultural que representan y que quedó como testigo de un periodo jamás igualado en España. Todo este mundo andalusí exhala un halo de originalidad, delicadeza y sensualidad; basta leer los versos de Ibn Zaydun para comprender la fuerza que emana de estas creaciones poéticas. Teresa Garulo asume estos textos literarios y logra interpretarlos, para luego instalarlos dentro de una tradición estética árabe.

El periodo más intenso, en cuanto a actividad cultural en al-Andalus, abarca desde finales del siglo X hasta mediados del siglo XIII. El máximo esplendor literario tiene su auge durante el siglo XI, específicamente, en la época de los reinos llamados de taifa. En este periodo encontramos una relevancia significativa del oficio y arte de los poetas, muchos de ellos apoyados por los reyes y por el mismo Estado. Con la venia de sus superiores, los escritores disfrutaron de una libertad sin precedentes, incluidas las mujeres. En la medida en que el número de poetas se incrementa, surge una variedad increíble de géneros y temáticas, ejerciendo, por ello, una influencia importante en autores y géneros posteriores.

El trabajo de Teresa Garulo se circunscribe, específicamente, al estudio y análisis de la creación literaria desarrollada en este siglo, el XI. No obstante, la autora no deja de mencionar y examinar a figuras claves de las letras que escriben durante la época posterior a la de taifa, la almorávide: los poetas Ibn Jafaya, Ibn Quzman (importante no solo por su aporte con los zéjeles, sino también porque convierte el árabe dialectal en lengua literaria), el Ciego de Tudela (al-A-mà al- Tutili), entre otros, escriben en esta época.

La Situación de los estudios sobre la literatura árabe de al-Andalus es el tema del primer capítulo. La autora plantea que el primer y gran problema para estudiar a estos poetas y sus obras es la transmisión de los datos literarios. Se sabe que existieron unos doscientos cincuenta autores que escribieron a lo largo del siglo XI. Sin embargo, solo tenemos acceso a una mínima parte de ellos y en forma fragmentaria. Son las antologías que han conservado las obras, siendo las más importante la Dajira fi mahasin ahl al-yazira de Ibn Bassam, muerto hacia 1147. Teresa Garulo basa su estudio fundamentalmente en esta fuente, ya que Ibn Bassam no solo selecciona la obra poética de un autor, sino que también entrega una completa crítica literaria. Compara, asimismo, los versos de otros autores andalusíes y sus precedentes orientales, con los otros escritores de al-Andalus. Esto, según la autora, permite elaborar una visión de conjunto de la literatura de esta época. Las otras antologías corresponden a al-Fath ibn Jaqan llamadas Qala'id al-'iqyan y Matmah al-anfus. Llama poderosamente la atención que las tres antologías están ordenadas en cuatro grandes categorías, que varían mínimamente una de otras: príncipes, visires y secretarios, jueces y alfaquíes y hombres de letras y poetas. Este ordenación refleja el compromiso de los escritores con el Estado que "los necesitaba como propagandistas y como funcionarios a su servicio" (p.15). Habría que pensar que, quizás, la inclusión misma en la antología responde solo a un estímulo "utilitario", es decir, preservar aquella materia poética que es afín a los intereses del Estado. No es casual, entonces, que se conserven en número mayor los panegíricos y elegías que los poemas amorosos.

Muchos de los poetas, debido a su excelente labor poética y al reconocimiento público, ejercieron como funcionarios estatales en los reinos de taifas, específicamente como secretarios o ministros; buen ejemplo de ello fueron Ibn Suhayd, Ibn Hazm e Ibn Zaydun. En este sentido, fundamental es la labor que realizaron los príncipes, no solo como mecenas sino también como verdaderos amantes y cultivadores de la poesía y de la prosa de arte. El prototipo del rey y poeta fue, sin duda, al-Mu-tamid de Sevilla, quien atrae por la extraordinaria amalgama de su propia historia con la poesía.

Hasta ahora, plantea Teresa Garulo, los estudios que se han realizado sobre la literatura árabe carecen por completo de un corpus de los nombres de los escritores y sus obras. Del mismo modo, no existen estudios que traten el problema de las influencias orientales en la literatura andalusí (llamados por la autora "préstamos poéticos", tan comunes en la literatura árabe). Tampoco existen análisis sobre la evolución de los géneros en al-Andalus, ni los temas recurrentes en la poesía, que solo han sido enumerados y no analizados dentro de su contexto literario-poético. Un último y gran problema es el que representan los versos que nos han llegado a nosotros, no sabemos efectivamente si estos poemas son independientes o si formaban parte de poemas más extensos.

El segundo capítulo está dedicado a La literatura árabe y literatura de al-Andalus. La autora considera esencial analizar primero la poesía árabe, principalmente sus grandes hitos literarios, antes de estudiar la literatura andalusí del siglo XI. Esto se debe, básicamente, a que las características de la literatura de al-Andalus están vinculadas y responden a la evolución que tuvieron las letras en Oriente, de donde fue importada. En el desarrollo de este capítulo, la autora explora los albores de la poesía preislámica y su técnica de composición oral, describe y analiza, además, la forma externa de las casidas, tanto tribal y como panegírica. Teresa Garulo sostiene que con la aparición del Islam, surge un nuevo estadio en la poesía árabe: poesía compuesta por los propios combatientes, la cual es introducida en la Península Ibérica. Prosigue su exposición con las innovaciones de la poesía omeya, que consisten en la aparición de una poesía báquica y una poesía amorosa con un nuevo concepto del amor, lo que da lugar a importantes tratados, en los que se cuenta 'El collar de la paloma' de Ibn Hazm de Córdoba en al-Andalus, tiempo después. Mientras que en al-Andalus, con la entrada de Adb al-Rahman I, se intensifica la labor panegírica, en Oriente ocurre un nuevo cambio transcendental, la revolución abbasí. Este "siglo de oro" abbasí trae consigo la aparición de la prosa literaria; en el campo de la poesía existe un uso sistemático de figuras retóricas, elevado a principio de arte, destinadas al embellecimiento de los poemas. Todos estas formas orientales empiezan a ser conocidas en al-Andalus, gracias a las misiones intelectuales a Oriente, promovidas por al-Hakam I y Adb al-Rahman II. Ya en Oriente se está produciendo un tercer cambio que influirá a la literatura de al-Andalus: la ruptura de la poesía con sus orígenes populares y la consiguiente aparición del género de la maqama. Hacia finales del siglo X asistimos a un largo proceso de asimilación de las novedades literarias orientales, pero a principios del siglo XI ya se ha superado este proceso, y las obras de al-Andalus empiezan a integrarse en la cultura árabe postclásica.

El tema central y más extenso del libro se encuentra en el tercer capítulo, titulado Ensayo de periodización. Durante el siglo XI se suceden distintas generaciones de escritores, cuya evolución está directamente vinculada con los grandes hechos y procesos políticos-sociales del al-Andalus. Así, la primera generación de escritores es la que configuran los artistas herederos del califato y que, por lo tanto, se formaron bajo el esplendor del califato omeya. La manifestación por excelencia fueron los panegíricos y el gran poeta destacado es Ibn Darray al-Qastalli, quien cantó las hazañas y victorias de Almanzar y, a la muerte de éste, a su hijo y sucesor -Abd al- Malik Ibn Abi -Amir al-Muzaffar. La generación siguiente se configura a partir de la experiencia de la guerra civil (fitna) y del sustrato de la creación poética de la generación anterior. Las figuras más representativas son Ibn Suhay e Ibn Hazm. Del primero, la autora analiza 'Risalat al-tawabi-wa-l-zawabi' (Epístola de los genios) y del segundo, su famosa obra 'El Collar de la Paloma'. Ya con el califato extinguido se inicia una nueva etapa, la época de taifa. Ahora los nuevos soberanos promueven una literatura oficial que sea portavoz de sus intereses. Resurge la creación dirigida desde y para el Estado, en el que el panegírico tiene un papel protagónico. Las representantes de esta generación son, sin duda, Ibn Zaidun, conocido por sus amores con la poetisa Wallada, e Ibn -Ammar. Entre los gobernantes aumenta el aprecio por las artes poéticas y literarias en general, y la corte se convierte en un lugar propicio para el desenvolvimiento de estas artes. El rey y poeta más destacado es, sin duda, al- Mu-tamid (1041-1069) de Sevilla. Este poeta es representativo de la última etapa estudiada por la autora, la cual está marcada por la disolución de los reinos de taifas. Este proceso se inicia con la caída de Toledo (1085) en manos de Alfonso VI y con la entrada de los almorávides, quienes toman Sevilla en 1091 y propician el destierro de al-Mu-tamid en Agmat, lugar donde compone sus más bellos poemas.

El cuarto capítulo está de dedicado a La prosa en el siglo XI. Teresa Garulo nos enfrenta aquí a un fenómeno que se presenta en el transcurso del siglo XI y que no tiene precedentes en la literatura árabe: se impone la prosa rimada para fines literarios, siendo el género por excelencia la maqama, según el modelo de al-Hamadani (muerto hacia 1008). En general, la prosa se conservó fundamentalmente dentro del género epistolar, pero no a la manera del Collar, sino a la manera real de la correspondencia entre monarcas y/o escritores.

La poesía estrófica da título al quinto capítulo. La autora centra su atención en la moaxaja, creada por un poeta llamado Muqaddam ibn Mu-afa de Cabra. Esta nueva forma métrica es el aporte más extraordinario que ha otorgado al-Andalus a la literatura árabe, especialmente porque en esta forma poética se funden elementos populares con lo culto. La autora hace mención, por cierto, a la estructura interna de la moaxaja, al markaz (jarcha) y a los zéjeles, sin dejar de analizarlos dentro del proceso de evolución literaria.

En el capítulo final del libro, "Los Géneros literarios", la autora indaga sobre los géneros más abundantes del periodo: el panegírico y las elegías, claramente ejemplificados. Otros géneros desarrollados son la poesía descriptiva, la que está muy relacionada con la vida cortesana; la poesía floral, considerado como el género más característico de al-Andalus; el género muyun, que se caracteriza cuando la poesía amorosa y báquica pierden su tono idealizante para caer en la descripción de una relación sexual o borrachera sin límites; etc. Teresa Garulo nos proporciona una importante variedad de temas y tópicos recurrentes en la poesía andaluza, específicamente de la taifa. En este periodo se produce un "proceso de interiorización de la tradición árabe para, a partir de ese momento, irradiar, sobre todo en el occidente islámico, un modelo literario que, prolongando los grandes rasgos de las letras árabes, configura la imagen de una literatura andalusí peculiar" (p. 216).

El libro finaliza con un exhaustivo y completo listado de fuentes y bibliografía que la autora utilizó en su estudio y un acabado y útil índice onomástico y temático.

Es relevante mencionar que la autora destaca el valor literario por sobre el valor documental e histórico, analiza e interpreta las obras concretas y sus elementos innovadores dentro del propio contexto de la tradición literaria árabe.

A lo largo de su estudio podemos apreciar una exposición clara y comprensible. La autora deja de lado los análisis intrincados que impiden una aproximación directa de las obras del periodo andalusí. El libro se nos presenta, pues, como una guía indispensable para quienes inician sus estudios en esta literatura desconocida en nuestro mundo o para quienes deseen profundizar en ella.

RAQUEL VILLALOBOS LARA
Universidad de Chile

 

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