Piola es una película chilena escrita, dirigida, producida y montada por egresados/as del Instituto de la Comunicación e Imagen de la Universidad de Chile, estrenada a finales del 2020, recibiendo elogios de la crítica nacional e internacional, siendo reconocida en el Festival de Mar del Plata y el Festival de Málaga, llegando también a importantes plataformas audiovisuales como Netflix. Dentro del equipo de trabajo que hicieron posible la película se encuentran Luis Alejandro Pérez como director, Cecilia Otero y Sylvanna Squicciarini en producción ejecutiva, Camila Pruzzo en sonido y Camila Nahien en la producción en terreno. El reparto cuenta con la participación de Max Salgado, René Miranda e Ignacia Uribe, quienes encarnan a los/as protagonistas de Piola, cuyas historias, que en principio se muestran relativamente independientes entre sí, empiezan a entrecruzarse a lo largo de una narrativa que integra a estos/as protagonistas y sus vivencias en una historia en común.
Piola, un modismo chileno que describe a algo o alguien tranquilo y callado, pero también bueno o entretenido, está centrada en las vivencias de un grupo de jóvenes de Quilicura, una comuna de la zona norte de Santiago de Chile. Es así como Martín, Sol y Charly, nuestros/as protagonistas, se enfrentan a distintos conflictos en sus vidas y los espacios que frecuentan -la escuela, el trabajo, sus hogares- a medida que sus vidas empiezan a cruzarse, mientras dialogan constantemente con el entorno que los rodea: un escenario en el que priman cerros, peladeros y plazas, una radiografía a las comunas periféricas del sector norte de Santiago.
En medio de este paisaje lleno de conflicto aparece el hip hop como medio de canalización de la frustración en jóvenes, encarnándose en la historia de Martín, quien pronto a salir de cuarto medio desea estudiar música, práctica a la cual dedica mucho de su tiempo, desde la creación de bases de rap hasta la difusión de su trabajo por distintos medios audiovisuales y radiales.
La pasión por la música de Martín a lo largo de la obra se ve enfrentada a una constante negación y cuestionamiento por parte del mundo adulto, representado en específico en la figura de su padre, quien entiende el hip hop como un mero pasatiempo para su hijo, una pérdida de tiempo en tanto no significa un acceso a un sustento económico para él ni su familia. Esto cobra especial sentido en tanto su familia se encuentra en una complicada situación financiera, estando próximos a un desalojo de su hogar, lo cual pone a Martín en una complicada situación respecto a su familia, amistades y su trabajo con el hip hop, marcando un antes y un después en su vida.
La historia de Sol empieza en torno a un amor secreto con un joven mayor que ella y cómo esta situación tensiona su relación con su madre, su única familia, siendo la transgresión y el conflicto intergeneracional un aspecto clave en esta historia. Donde el escapar de la escuela, el tener una pareja mayor que ella y posteriormente la desaparición de su mascota dificultan el diálogo entre ella y su madre, exponiendo puntos de encuentro y desencuentro en las relaciones intergeneracionales al interior de la familia, vinculándose a temáticas como la escuela y el amor en jóvenes. Todo lo anterior se ve acentuado por el carácter uniparental de su hogar, lo cual supone una importante carga de trabajo y estrés en su madre, poniendo en evidencia la realidad de muchas familias en Chile y de cómo esta influye en la forma en que se configuran los roles al interior de la familia, en tanto es un espacio de contacto entre distintas generaciones, el cual claramente no se muestra exento de conflictos.
La historia de Charly nos muestra de qué manera el ser joven en la periferia de Santiago cuestiona el ideario hegemónico de lo juvenil, en tanto se ve en la necesidad de trabajar, no solo para su mantención, sino que también para el sustento de su hijo. Esta historia nos muestra la crudeza del ser padre joven, y cómo esto ha significado desencuentros con la madre de su hijo, sus amistades y su relación con el rap, teniendo que congeniar los pocos tiempos de los que dispone y las distintas responsabilidades que engloban el trabajo y la paternidad en jóvenes.
Es así como estas tres historias empiezan a encontrarse en distintos puntos, presentándonos la vida de cada uno/a y cómo estas se relacionan no solo por compartir un espacio físico común, sino que también los/as envuelve un entorno social que acentúa sus conflictos, de manera que nos encontramos ante un filme en donde se expresan distintas violencias, como el clasismo y el uso de armas, entre otras, las cuales empiezan a escalar a medida que avanza el relato.
Uno de los puntos más interesantes de la película es entender cómo el hip hop y todo lo que lo compone -rap, graffiti, breakdance- toman un rol central en la socialización de jóvenes, cohesionando un grupo con vivencias y entornos similares, formándose una identidad barrial y comunal. En este sentido, el rap nos entrega información invaluable para entender distintos ámbitos de las juventudes, en tanto más que tener un contenido invariable se vuelve un formato, el cual puede canalizarse hacia distintas temáticas que atañen a jóvenes y que históricamente ha sido un modo de denunciar las problemáticas en la democracia neoliberal en Chile, como también expresión y producción de una subjetividad popular (Martín-Cabrera, 2016).
Así mismo, metodológicamente hablando, podemos encontrarnos frente a una propuesta única en su clase, entendiendo que el rap y el acto de improvisar o freestalear transforma un espacio a través de la complicidad, en donde muchos/as jóvenes se congregan en un círculo donde se hace uso del cuerpo siguiendo una base, para así entrar en ritmo y lograr sincerarse en torno a temas que se hace más difícil conversar cotidianamente para los/as jóvenes. De esta forma, podemos entender el rap como una técnica invaluable para acercarnos a temas de cierta sensibilidad, además de contar con la ventaja de que en el freestyle no existen guiones escritos con anterioridad, sino que es un juego en donde la lengua suele adelantarse a una excesiva racionalización, asemejándose en gran medida a una especie de libre flujo de la conciencia, una expresión libre y espontánea (Del Rosario, 2018) a través de un lenguaje construido por jóvenes de sectores populares y adaptado a la realidad que viven.
En general, la película nos muestra el conflicto que viven jóvenes en torno a su temprano paso al mundo adulto, lo cual es un factor muy importante dentro de la configuración de las juventudes populares, entendiendo que viven procesos más cortos de moratoria social, integrándose a lo adulto y dejando aspectos asociados a lo juvenil a más temprana edad, incorporándose al mundo laboral o responsabilizándose de distintas obligaciones familiares que clases sociales más acomodadas tienen la posibilidad de postergar aún más (Margulis y Ariovich, 1996). Es así como la historia de Charly encarna este punto de manera explícita.
Por otro lado, el caso de Martín nos muestra la dificultad en jóvenes de sectores populares en dedicarse a un rubro que no asegure un buen pasar económico, como lo es la música o, en el caso de Charly, el ser padre joven significa la necesidad de compatibilizar sus estudios con el trabajo. Es así como nos muestra, a través de distintos ejemplos, cómo se diferencia el ser joven en este contexto, cuestionando una concepción homogénea de las juventudes.
La película también nos muestra de qué manera, dentro de los distintos grupos familiares existen distintos conflictos, los cuales se disponen en torno al género y las generaciones, en donde los polos de lo juvenil y lo adulto se erigen como categorías relacionales, en donde el ser adulto/a se construye como una etapa del ciclo vital que define a las otras, en un sentido peyorativo, como falto de experiencias, pensares y sentires válidos. Esta institución de la familia es de suma importancia en tanto cumple una función de reproducir la vida social, en tanto es un canal de comunicación entre individuos/as y sociedad, velando por la integración de pautas de comportamiento, valores, entre otros (Montesinos, 2015), lo cual significa también una disputa en estos planos.
En definitiva, este filme explicita el conflicto que viven las distintas juventudes en los sectores periféricos de Santiago al interior de sus familias, la escuela y la calle. De manera que su contexto cruza la totalidad de sus vidas, en donde las dificultades que se presentan se ven acentuadas por distintos episodios que ocurren.
En este paisaje desalentador, el hip hop y todo lo que lo envuelve aparecen como un espacio en donde confluyen jóvenes en búsqueda de un sentido propio, pero también se torna una instancia colectiva, en donde el apoyo mutuo se vuelve una esperanza importante frente a vivencias que hacen más inhóspito el escenario, en donde la violencia y la desigualdad parecen permear las distintas aristas de la vida de los/as personajes. Es así como el apoyo contra toda dificultad, encarnado en el rap, ilumina el oscuro paso de jóvenes en las calles que dan vida a Piola.