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Psykhe (Santiago)
versão On-line ISSN 0718-2228
Psykhe v.15 n.1 Santiago maio 2006
http://dx.doi.org/10.4067/S0718-22282006000100009
PSYKHE 2006, Vol.15, Nº 1, 107-117 ARTICULO La Integración de la Sociabilidad y Asociatividad en el Trabajo con Familias Marginales The Integration of Sociability and Active Membership in Social Work With Marginal Families Margarita Morandé RESUMEN El artículo describe el estudio efectuado en Santiago con familias de microcampamentos a partir del trabajo que realiza la Fundación Trabajo en la Calle. Se analizó la presencia de sociabilidad y asociatividad, desde la percepción que otorgan a este trabajo sus beneficiarios. Se utilizó una etnografía interpretativa, cuyas técnicas fueron la entrevista semi-estructurada y la observación participante. Los participantes fueron seis personas que se encontraban viviendo, al momento del estudio, en alguno de los campamentos en los cuales trabaja la Fundación. Y dos personas que pertenecieron a alguno de los campamentos donde trabajó la Fundación y que obtuvieron sus viviendas. Para el análisis de los datos, se elaboró un documento etnográfico, cuya interpretación se hizo a partir de los antecedentes teóricos. Los resultados muestran una integración de las características de sociabilidad y asociatividad en el trabajo realizado por la Fundación, y que ella se percibiría como significativamente positiva para los beneficiarios. Palabras Clave: pobreza, asociatividad, sociabilidad, capital social. ABSTRACT The article describes a research that took place in Santiago de Chile with the families who live in small camps of shacks with whom Fundación Trabajo en la Calle has carried out their social work. Two forms of social interaction, sociability and active membership, were analized from the perceptions that their beneficiares have of this way of social work. The methodology applied was ethnographic hermeneutics, and the procedures for data collection were semi-structured interviews, field work and experiential data. The participants were six people who were living in some of the camps were the Foundation was working at the time of the research and two persons who had belonged to one of the camps and at the moment were living in their own housing. An ethnographic document was worked out for the data analysis and it`s interpretation was based on the theoretical framework of this research. Data show that there is an integration of sociability as well as active membership in the social work done by the Foundation and, this is perceived by the families as highly significant. Keywords: poverty, active membership, sociability, share capital. La pobreza es un fenómeno complejo al ser efecto de distintos factores relacionados. Según la literatura existente, ella se relacionaría al concepto de vulnerabilidad social. Entre los activos que disminuirían la vulnerabilidad, está el capital social. Así, según Atria (2002 citado en Ministerio de Planificación y Cooperación [MIDEPLAN], 2002), el capital social comunitario, presente en distintas formas de asociatividad, resultaría importante para revertir esta situación. Sin embargo, en Chile existe en términos culturales, una primacía de la sociabilidad sobre la asociatividad, presentando bajos umbrales de confianza social (Valenzuela & Cousiño, 2000). Así, surgen como necesarias en las intervenciones con estos sectores, la consideración del contexto cultural, con sus fuerzas de sociabilidad y asociatividad, ya que una propuesta que sólo fomente la asociatividad podría desconocer la realidad de las familias y la manera en que establecen vínculos sociales. Asimismo, la sola consideración de la sociabilidad podría restringir el acceso a nuevas oportunidades. De esta manera, la investigación que se presenta tuvo por objetivo analizar la presencia de las características de sociabilidad y asociatividad en el trabajo que realiza la Fundación Trabajo en la Calle en microcampamentos, desde la percepción de sus beneficiarios. De acuerdo a las hipótesis, se esperaba encontrar un mayor desarrollo de la asociatividad. Sin embargo, según la misión de la Fundación y plan de intervención, se esperaba que esto no disminuyera significativamente la sociabilidad, sino que permitiera una coexistencia y/o integración de las características de ambas culturas. Asimismo, se esperaba que esto último fuera valorado positivamente por los beneficiarios al ampliar sus oportunidades sin desconocer su contexto cultural. A continuación se presentan algunos antecedentes que permitieron contextualizar el objeto de investigación e interpretar los resultados; la metodología utilizada, sus resultados y conclusiones. Pobreza Según MIDEPLAN (2002) la pobreza se define como "la falta de acceso o dominio de los requisitos básicos para mantener un nivel de vida aceptable" (p. 4). Entre los factores que inciden en ella, existen variables económicas, psicosociales y culturales. Sin embargo, Pardo (1997) previene sobre dos ópticas reduccionistas al intentar comprenderla: aquella que busca en las condiciones que la explican, los valores y conductas de los propios pobres sin tener en cuenta el peso que ejercen sobre ellos estructuras sociales autónomas; y aquella "que ( ) entiende a los pobres absolutamente manejados por fuerzas sociales ocultas, asignando mínima importancia al control que ( ) mantienen sobre su actividad" (pp. 2-3), así, señala que "una y otra ejercen influencia mutua para configurar el modo en que los propios pobres aprehenden y enfrentan su condición" (pp. 2-3). Asimismo, Gissi (1996) señala que otros factores a considerar son la influencia de la economía, cultura y políticas globales en que se encuentran, "el grado y las formas en que tal cultura global se concretiza entre los pobres, y los grados y formas de subculturas de los pobres, incluyendo las internas a ellos mismos" (p. 115). Vulnerabilidad Social Según la literatura, la pobreza se relacionaría a la vulnerabilidad social. Ella responde al riesgo de perder el bienestar o empeorar la condición de vida por no contar con recursos que ayuden a enfrentar eventos amenazantes (Chambers, 1989 citado en Kaztman & Wormald, 2002). En su base, existiría una situación dinámica a partir de la calidad y/o cantidad de recursos que controla el hogar, la transformación en la estructura de oportunidades o ambas. Asimismo, se relacionaría con "los recursos, activos y capacidades que movilizan los hogares para enfrentar su situación" (Centro de Investigación Social [CIS], 2003, p. 17); siendo ellos "el conjunto de recursos, materiales e inmateriales, sobre los cuales los individuos y los hogares poseen control, y cuya movilización permite mejorar su situación" (Kaztman, 2000 citado en CIS, 2003, p. 18). Según Filgueira (1999 citado en CIS, 2003), estos activos pueden ser clasificados en capital físico, humano y social. Entre ellos se encuentran el capital financiero, las destrezas individuales y organizaciones sociales, entre otros. Extrema Pobreza en Chile En Chile las familias que viven en pobreza extrema, se caracterizan por presentar gran desvinculación con las redes existentes. Tienen un alto deterioro psicosocial y privación material, encontrándose expuestas a situaciones de crisis, al experimentar simultánea y persistentemente obstáculos diversos. Asimismo, tienen mayor déficit en capital humano debido, entre otros, a desventajas educativas y de salud (MIDEPLAN, 2001). Según Kaztman y Wormald (2002), relacionado a la vulnerabilidad de estos hogares está la tendencia a establecer relaciones fuertes y parecidas entre sí ya que, en su mayoría, es la familia quien se vuelve la red principal, presentando generalmente situaciones similares. Esto se vería potenciado por la precariedad de los empleos que dificulta la extensión de la red al ámbito laboral. Asimismo, el estudio realizado por la Fundación Nacional para la Superación de la Pobreza [FUNDASUP] (1999) señala que socioculturalmente, la pobreza responde a una situación de exclusión estructural. Los pobres contarían con lazos de apoyo parecidos a ellos, dificultando el acceso a recursos escasos. Según Sabatini (s.f. citado en Del Campo & Concha, 2002), una variable a considerar es la variable ambiental. Ella responde a las condiciones de habitabilidad para la sobrevivencia de los más pobres, como son la calidad de viviendas y terrenos, accesibilidad a centros de actividad urbana y equipamiento sanitario, entre otros. Así, el medio ambiente pobre se caracterizaría por una situación habitacional deficitaria que dificulta relaciones entre distintos grupos, base de movilidad e integración social. Respecto a la vivienda, Moffat (1974), también plantea su influencia en la situación de pobreza. En muchos casos, ella es susceptible a violentos e inmediatos desalojos, impidiendo que se desarrolle el sentimiento de pertenencia a un lugar. "El arraigo habitacional ayuda a organizar un punto de referencia (...) [y] la migración social a que es sometido este grupo provoca, ( ) el desclasamiento social: no se siente perteneciente a ninguna parte de la comunidad" (Moffat, 1974, pp. 101-102). Asimismo, esta migración afectaría la fortaleza de sus redes sociales, ya que exigiría una nueva reestructuración (Sluki, 1998). Así, las familias de extrema pobreza que viven en campamentos, se caracterizan por contar con viviendas poco equipadas, no ser ampliables, estar en espacios áridos e inseguros y de gran densidad poblacional. Campamentos o Asentamientos Precarios Los campamentos son agrupaciones de 10 o más viviendas contiguas que presentan problemas de habitabilidad por contar con viviendas provisorias, tener problemas legales referidos al título de dominio de la propiedad y carecer total o parcialmente de servicios básicos (Ministerio de Vivienda y Urbanismo [MINVU], 1996). A su vez, experimentan mayor estigmatización debido a su situación de ilegalidad, incluso dentro de los pobres (CIS, 2003). La mayoría son hogares medianamente jóvenes con hijos pequeños, cuyas principales actividades son la construcción, microcomercio, recolección o asistencia de instituciones solidarias. Los adultos poseen un nivel educacional básico, que unido a las pocas posibilidades de empleo, se traduce en baja capacidad de ahorro y adquisición de bienes. Respecto a sus redes sociales, priman los lazos fuertes. Sin embargo, en su interior, existe un alto capital asociativo. "Las juntas de vecinos y los comités de allegados cumplen funciones importantísimas en la constitución y desarrollo de la organización en campamentos" (CIS, 2003, p. 75), permitiendo mayor solidaridad y control social. También existen los microcampamentos, compuestos por menos de 20 familias. Ellos "son asentamientos con mayor diseminación ( ) y con mayores posibilidades de quedar confundidos en la trama urbana ( ), lo que se resuelve en menor intervención" (Ariztía & Tironi, 2002, p. 17). Estas familias al obtener su vivienda, son trasladadas. Si son llevados a terrenos lejos de donde habitan, se conoce como "erradicación", y si acceden a una vivienda en el terreno en que habitan o colindante a él, se denomina "radicación". Fundación Trabajo en la Calle Una de las instituciones que trabaja con estas familias es la Fundación Trabajo en la Calle. Ella tiene por misión: ayudar, motivar y acompañar (...) a las familias (...) en la organización y planificación del camino de obtención de la vivienda definitiva, mediante su propia iniciativa, desarrollo personal y trabajo colectivo (...). [Ella] implica también ( ) mejorar las relaciones sociales, psicológicas y de convivencia al interior de los campamentos; aumentar la disposición de (...) las familias al reto de la superación de la pobreza y entregar elementos necesarios para (...) elevar su actual nivel de vida. (Fundación Trabajo en la Calle, 2003). Su intervención contempla 5 momentos. Entre sus objetivos se mencionan: 1. Generación de confianza y vínculos entre pobladores y voluntarios por medio de un diagnóstico participativo, planificación de la intervención y el desarrollo de actividades que permiten conformar el grupo. 2. Acompañamiento a los pobladores en el proceso de postulación a la vivienda. Esto implica que logren conformar una directiva funcional, que accedan a redes locales, se generen equipos con distribución de funciones y se capacite a los dirigentes, entre otros. Asimismo, se espera que reconozcan la importancia de ahorrar, organizarse y acceder a la vivienda, así como que puedan conocer las metodologías y plazos de postulación; todo lo cual va acompañado de algunos proyectos (microcréditos, niños, redes sociales) y actividades recreativas. 3. Preparación del desalojo. Para esto, se contacta la Municipalidad de destino, se conoce el lugar de traslado y se elabora el duelo correspondiente. 4. Acompañamiento a los pobladores en la villa y nuevas problemáticas. Capital Social y Cultura De acuerdo a Atria (2002 citado en MIDEPLAN, 2002), el capital social comunitario presente en distintas formas de asociatividad, como las redes sociales, sería un elemento importante para que los pobres se conviertan en actores sociales. Putnam (1993 citado en MIDEPLAN, 2002), define capital social como aquellos "aspectos de las organizaciones sociales, tales como las redes, las normas y la confianza, que facilitan la acción y la cooperación para beneficio mutuo" (p. 22); siendo la confianza "una actitud basada en la expectativa del comportamiento de la otra persona que participa en una relación" (Durston, 2001 citado en MIDEPLAN, 2002, p. 22). Se sustenta culturalmente en la reciprocidad y emocionalmente en el afecto hacia personas confiables o que muestran confianza en otros. La reciprocidad, "el principio rector de una lógica de interacción ( ) que involucra intercambios basados en compensaciones" (p. 22), y la cooperación "la acción complementaria orientada al logro de objetivos compartidos ( ) entre las personas, grupos o comunidades" (p. 22). Según Caplan (1974 citado en Arón, 2001), las redes sociales ayudarían además a amortiguar el impacto de eventos estresantes al manejar emociones, movilizar recursos, ofrecer retroalimentación, compartir tareas, proporcionar ayuda material y otorgar información relevante. Sluzki (1998) también señala que permitirían evitar la sobrexigencia en las relaciones interpersonales y disminuir la tensión, presentando mejores resultados aquellas de densidad1 intermedia. Respecto a la comunidad2, ella ayudaría a cumplir ciertas funciones como son el apoyo mutuo, socialización, control social o participación, todas con relevancia local. Algunas de sus dimensiones son su localidad (central y básica); mediación, ya que mediaría entre la persona y la sociedad; y concreción institucional, ya que es "la expresión visible (...) y concreta para el individuo de las instituciones sociales abstractas y genéricas" (Sánchez Vidal, 1996, p. 77). Asimismo, el sentido psicológico de comunidad es "el sentimiento de que uno es parte de una red de relaciones de apoyo mutuo en que se podría confiar y como resultado del cual no experimenta sentimientos permanentes de soledad" (Sarason, 1974 citado en Sánchez Vidal, 1996, p. 44). Cabe señalar que según Contreras (2000), cuando nos referimos a las normas e instituciones como elementos del capital social, aludimos a elementos del sistema sociocultural, los cuales favorecerán o no, relaciones de reciprocidad, confianza y cooperación. Así, el capital social es (...) un estado de la dinámica de relación social intra y extra grupal (...) Como tal, no es importable o generable por agentes externos, ya que (...) pertenece al área de lo socio-cultural que tiene existencia por sí misma; ahora bien, puede estar deteriorado, disminuido o en un "estado saludable", dependiendo (...), de la sociabilidad del grupo humano (...), los tipos de influencias que reciben del contexto extragrupal, o de las prácticas sociales, institucionales e ideológicas que se dan. (Contreras, 2000, p. 10) De esta manera, "la construcción de "lo social" (...) estará dada por dinámicas de generación de sentidos colectivos (...) que se transforman en objetivos de acción común; en identidades y mecanismos de inclusión social" (Contreras, 2000, p. 9). Pero veamos qué se entiende por cultura y cómo se presenta en nuestro país. Según Kliksberg y Tomassini (2000), ella sería "el conjunto de ideas, valores, percepciones, actitudes y pautas de comportamiento que moldean las instituciones y conductas de una sociedad" (p. 66). Se caracteriza por ser aprendida y compartida, al ser producida por el grupo social. A su vez, sería cambiante y estable a la vez, entendiéndola como una manera integral de vivir, ya que modela acciones, sentimientos y creencias de un grupo social determinado, haciendo posible una acción recíproca y razonable, que es uno de los requisitos para la vida social. Entre sus aproximaciones, están aquellas que dan cuenta de los valores, símbolos y creencias como pautas de comportamientos internalizados, subordinando la dimensión cultural de la vida social, a las necesidades y funciones de su estructura. Pero también contemplaría un conjunto de acciones de orden simbólico y no organizacional, presentándose como actos simbólicos mutuamente referidos que buscan la representación y transmisión de significados (Dättwyler, 1990). De esta manera, ella respondería a una función de expresión, que aspira a penetrar el material vital y darle forma, y la construcción de un ambiente que permita al hombre resolver sus necesidades (nutritivas, reproductivas, etc.). Así, es necesaria la cooperación y el orden al interior del grupo social, para dar vida a este ambiente. El modo particular de llevarlo a cabo, dependerá de la experiencia histórica y las circunstancias específicas. De esta manera, la cultura proveería ciertas aptitudes derivadas, capacidades y poder, imponiendo una serie de limitaciones al alcance de la acción. En Chile, Valenzuela y Cousiño (2000), señalan que existiría un predominio de la cultura de la sociabilidad. Ella, "se caracteriza por tener umbrales de confianza social muy bajos, que resienten toda estructura de relación con extraños" (p. 321). Esto, se relaciona con que "la confianza es una actitud que se valida en las relaciones con extraños, ya que no es una necesidad exigida frente a lo que nos parece cercano o familiar" (Valenzuela & Cousiño, 2000, p. 322). Así, por ejemplo, nuestra cultura se caracteriza por la necesidad de incorporar rápidamente al amigo al espacio hogareño como una forma de disolver la extrañeza (Valenzuela & Cousiño, 2000). A diferencia del ámbito familiar donde la confianza es un supuesto, haciéndose conciente sólo cuando existen problemas, los vínculos con extraños requieren un fundamento para la confianza, ya que es difícil predecir los comportamientos recíprocos. En estos casos, "la confianza se funda y garantiza principalmente en una ética de la responsabilidad individual ( ). Es la promesa mutua y su cumplimiento lo que aseguran el éxito del vínculo con extraños" (Valenzuela & Cousiño, 2000, p. 327), permitiendo "hacer cosas" con ellos en torno a tareas y objetivos comunes. Así, la asociatividad requiere individuos interdependientes, que sepan ayudarse libre y mutuamente y que no se encuentren en condición de valerse enteramente por sí mismos (Toquevile, 1957 citado en Valenzuela & Cousiño, 2000). En la sociabilidad, por el contrario, el vínculo familiar impide que las personas se perciban solas. "Y es también la intensidad de este vínculo lo que empuja constantemente a privilegiar la lealtad hacia el conocido" (Valenzuela & Cousiño, 2000, p. 335). Así, los vínculos descansan en la reciprocidad, es decir, "la potencia vinculante del acto de dar que obliga a recibir y devolver" (p. 335). "Conforme con este modelo, nuestras relaciones siempre intentan la cercanía, (...) o la familiaridad, (...) se abren hacia aquellos que están o pueden estar presentes y nos hacen o pueden hacernos un don" (Valenzuela & Cousiño, 2000, pp. 335-336). Algunas de sus características son la naturalidad para solicitar favores, la necesidad de referir a un tercero conocido cuando se encuentran dos extraños, la dificultad para hacer actividades con desconocidos, o el pelambre, ya que nuestro mundo común es el de personas que se pueden nombrar (Valenzuela & Cousiño, 2000). Si bien, sociabilidad y asociatividad son maneras distintas de enfrentar la extrañeza, la primera presenta problemas de escala, ya que la intensidad de las relaciones sociales menoscaba su extensión, tendiendo a estabilizarse y acotarse al campo de lo conocido (Valenzuela & Cousiño, 2000), mientras que la asociatividad no presentaría este problema por su menor intensidad en los vínculos, proporcionando mayor rendimiento funcional. Método La investigación se enmarcó dentro de lo que es un estudio exploratorio de carácter cualitativo, permitiendo acceder a las percepciones del quehacer de la Fundación por parte de los beneficiarios y, de esta manera, a aquello que los beneficiarios señalaban como significativo del trabajo realizado. Tomando en cuenta que su objetivo fue analizar las características culturales de sociabilidad y asociatividad, en términos de su integración y/o coexistencia, se propuso como enfoque teórico metodológico, una etnografía interpretativa. Esto, permitía la aproximación a una cultura bajo la perspectiva de una comprensión global de la misma (Aguirre, 1997). Para su análisis, se integró la información obtenida en un documento etnográfico, cuya interpretación se hizo a partir de los antecedentes teóricos. Según Geertz "la explicación interpretativa se centra en el estudio de los fenómenos culturales entendidos como sistemas sensibles de símbolos y en la interpretación de significados de las acciones desde el punto de vista de los propios actores" (1983 citado en Ruiz, 1996, p 56). De esta manera, su objetivo es la construcción de patrones que explican el orden social, desde estos significados. Materiales e Instrumentos Para la confección del documento etnográfico se obtuvo información a través de entrevistas semi-estructuradas y observaciones participantes con notas de campo. En el caso de las entrevistas se consideró el requisito de buen informante, es decir, aquella persona que posee experiencia en el tema, que se expresa con claridad y posee disposición para participar (Rodríguez, Gil & García, 1999). Las preguntas se orientaron a conocer la percepción de los beneficiarios respecto a su historia en el campamento y trabajo realizado con la Fundación, considerando los aspectos que han sido significativos para ellos. Para eso, se indagó sobre su pasado, presente y futuro. Respecto a las observaciones, se observaron diferentes situaciones de interacción entre los pobladores y voluntarios de la Fundación (reuniones y actividades), tomando nota de aquello que pudiera resultar relevante. Participantes Los participantes fueron escogidos por medio de una técnica de muestreo intencional, considerando aquellos microcampamentos en los cuales estaba interviniendo la Fundación al momento del estudio y aquellos microcampamentos que, habiendo sido intervenidos por la Fundación, lograron obtener su vivienda propia, sea por "radicación" o "erradicación"3. De esta manera, la muestra estuvo constituida por: 1. Seis personas que se encontraban viviendo en el momento del estudio, en alguno de los campamentos en los cuales estaba trabajando la Fundación. Cada una seleccionada de un campamento distinto. Se intentó considerar diferencias en edades y sexos, sin embargo, esto estuvo sujeto a las características de la población. 2. Una persona que perteneció junto a su familia a uno de los campamentos donde trabajó la Fundación y que fue parte de un proceso de radicación. 3. Una persona que perteneció junto a su familia a uno de los campamentos donde trabajó la Fundación y que fue parte de un proceso de erradicación. Así, la selección se realizó en los campamentos de Condominio Buzeta en Estación Central; Nadie nos Conoce y Mapu-Mahuida en Renca; Punitaqui y La Esperanza II en La Florida y Cuatro Canchas en Peñalolén. Asimismo se seleccionaron pobladores del "ex campamento" Patricio Edwards, quienes fueron erradicados a Lampa, y pobladores del "ex campamento" El Galpón, quienes fueron radicados en Peñalolén. En el caso de las observaciones participantes, ellas se realizaron en los mismos "campamentos" en los cuales se realizaron las entrevistas semi-estructuradas. Procedimiento La investigación fue desarrollada en cuatro fases: 1. Una fase preparatoria donde se definió el tema de investigación, su metodología y marco teórico, con los antecedentes necesarios para la interpretación de los resultados. 2. Una fase de trabajo de campo donde se seleccionó la muestra y se recolectaron los datos. 3. Una fase analítica en la cual se elaboró un documento etnográfico y se efectuó la interpretación teórica de los datos. 4. Una fase informativa de presentación y difusión de los resultados. Trabajo con Familias Marginales Resultados Análisis Cualitativo - Aportaciones del Documento Etnográfico Las familias que viven en microcampamentos, suelen ser relativamente jóvenes con niños pequeños. Algunas de las dificultades que presentan son la posibilidad de conseguir trabajo y completar sus estudios, lo que trae consecuencias en el ingreso del hogar y sus posibilidades de ahorro. A su vez, la mayoría de estos trabajos son inestables o implican ausentarse del hogar.
La situación de pobreza también se observa en la mala calidad de sus viviendas y hacinamiento, en la baja privacidad entre ellos y la necesidad de compartir espacios comunes, lo que puede acarrear tensiones.
En términos sociales, su pobreza también es objeto de discriminación o falta de integración en su contexto cotidiano. Asimismo, sus redes tienden a ser pequeñas y parecidas entre sí, constituyéndose la familia en su red principal.
Frecuentemente no hay una integración efectiva a las redes institucionales, dificultando la comprensión de la poca información que reciben. Asimismo, sus dificultades laborales y la imposibilidad de dejar los niños al cuidado de alguien para trabajar, restringe el alcance que puedan tener sus redes.
Finalmente, la reciprocidad y solidaridad ha resultado útil para hacer frente a los escasos recursos, ayudándose en los momentos de crisis.
Ahora bien, el contexto de pobreza no sólo daría cuenta de algunos aspectos psicosociales, sino además, se relaciona con un contexto cultural caracterizado por la sociabilidad. Esto se puede apreciar en que los campamentos están compuestos en su mayoría por familias relacionadas. Asimismo, la obtención de empleo suele ser a través de sus familiares y conocidos.
La sociabilidad también se presenta en los problemas de escala que puedan tener sus organizaciones, así como en la existencia del pelambre o beneficio de algunos conocidos incluso dentro del campamento. Éstos se ven como favores entre conocidos.
De esta manera, la falta de unión entre ellos afecta su organización. Ella se produce por los mismos conflictos de convivencia, o bien, porque entre ellos resulta difícil dimensionar nuevas posibilidades. Así, algunas consecuencias en la falta de participación, por exclusión o autoexclusión es, por ejemplo, no quedar registrados como agrupación. Sin embargo, ante las necesidades o problemas el "don" o "reciprocidad" entre conocidos resulta útil, lo cual también se vincula a la sociabilidad.
Esta reciprocidad no sólo cumpliría una función de sobrevivencia, sino también es expresión de un valor, la solidaridad, manifestación de humanidad. Esto incluso se ve cuando el intercambio es cuestionado como objeto de manipulación y no de donación. De esta manera, la cultura daría cuenta de una función de expresión y de algunos aspectos funcionales.
Respecto al trabajo realizado por la Fundación, se observa que ha ayudado a disminuir algunos problemas de la sociabilidad y generado mayor asociatividad entre los pobladores. Así, una de las cosas valoradas por los pobladores es la posibilidad de dejar de lado sus problemas personales, organizarse y ampliar sus redes, especialmente, en las posibilidades de postular a la vivienda. La presencia de los voluntarios se ve como un apoyo. Este, puede ser una guía cognoscitiva para concretar sus ideas, acceso a nueva información o lugares donde acudir, o como ayuda material que permite iniciar ciertas actividades.
Los voluntarios también ayudaron a generar acuerdos de colaboración en torno a tareas comunes, considerando incluso las diferencias individuales. Asimismo, generaron contextos donde resolver los problemas de relaciones. Esto último se debe a su neutralidad y a la posibilidad de incorporarse a sus redes, otorgándoles menor densidad.
Finalmente, los pobladores también valoran el compromiso de los voluntarios, lo que además de valorarse como solidaridad, permite generar mayor asociatividad en torno a objetivos comunes.
Ahora bien, el trabajo realizado por la Fundación no sólo permitió desarrollar mayor asociatividad, sino también consideró elementos propios de su contexto cultural. Esto se puede apreciar en que ellos los reconocen como un factor importante de apoyo emocional, señalando que se ponen en su lugar, aumentando su confianza. Esto permite mayor cercanía y familiaridad, principalmente por el vínculo y reconocimiento de su dignidad. Así, se constituyen como personas importantes de sus redes.
Asimismo, una de las cosas valoradas por los pobladores es la capacidad de adaptación que tienen los voluntarios para respetar las opiniones de todos o situarse en una relación de igualdad con ellos pese a las diferencias.
Muchos pobladores esperan que esta relación se mantenga incluso en la villa, ya que ella no radica sólo en la ayuda para obtener su casa, sino en una amistad que casi los incorpora en el ámbito familiar.
A la base de esta relación, hay una confianza que no siempre encuentran en Instituciones locales y externas. Muchas veces, frente a ellas, hay un discurso ambivalente. Por un lado agradecen la ayuda concreta que dan, sin embargo también representan el miedo al desalojo, la incomprensión o el abandono. En ocasiones esto se expresa en falta de información o confusión de ésta, así como en la queja a una ayuda que teóricamente debería estar.
Finalmente, la ayuda de la Fundación también se pudo observar en la posibilidad de contar con profesionales y nivelar sus estudios. Esto último resulta relevante debido al valor que los pobladores dan a la educación, sobretodo la de sus hijos.
Tal como se aprecia, el trabajo de la Fundación da cuenta de algunos elementos de asociatividad y sociabilidad. Si bien en algunos casos se muestran integrados, en otros menos. Esto último puede relacionarse a las particularidades de cada grupo de voluntarios y/o campamento o al momento en que se encuentre la intervención, entre otros. Así, los pobladores también valoran la presencia complementaria de otras instituciones.
Discusión La psicología comunitaria por definición se sitúa en la interfase o tensión entre los individuos y los grupos sociales y de éstos entre sí. Así, el concepto de contexto, denota las características del ambiente en el cual la persona interactúa y alude a un aspecto relacional que permite comprender las interacciones. De esta manera, reconoce una influencia recíproca entre comportamiento grupal, individual y las características del ambiente. Considerando los resultados del estudio, es posible señalar que algunos elementos que presentan estas familias como son sus redes sociales, reciprocidad, organización y confianza social, responden a características señaladas por la literatura para la situación de pobreza, como a características culturales relacionadas con la sociabilidad. En ambos casos aludimos a un "contexto", un contexto psicosocial y un contexto cultural. Efectivamente a la base de la sobrevivencia de estas familias existe un elemento importante de sociabilidad. La mayoría de estos campamentos están conformados por familias relacionadas entre sí. Asimismo, frente a la posibilidad de obtener empleo o acceder a otras instituciones, son los lazos familiares y sus conocidos los que constituyen su red principal. Un tercer aspecto, es el alcance de sus organizaciones. Esto, resulta coherente con los planteamientos de Valenzuela y Cousiño (2000) quienes señalan que la sociabilidad presentaría problemas de escala, ya que la probabilidad de hacer conocido lo desconocido es lenta, costosa y limitada. Finalmente, un elemento importante en la sobrevivencia y confianza de estas familias es la importancia de la reciprocidad y presencia del "don". Tal como señalan los autores, en la sociabilidad, los vínculos descansan en "la potencia vinculante del acto de dar que obliga a recibir y devolver" (Valenzuela & Cousiño, 2000, p. 335). Ahora bien, muchos de estos aspectos responden a la condición de pobreza. Según Kaztman y Wormald (2002) en el caso de los pobres, es la familia quien se vuelve la red principal en situaciones de crisis. Esto resultaría concordante con lo señalado por MIDEPLAN (2001), quien afirma que estas familias se caracterizarían por presentar desvinculación con las redes existentes, dificultando el acceso a información. La dificultad de incorporar a otros a sus redes, también tendría relación con el espacio urbano y su situación habitacional, lo que se vería además acentuado por su situación de ilegalidad (CIS, 2003) y los efectos de migración en sus redes (Sluzki, 1998). Finalmente, otro aspecto a considerar es su nivel educativo y situación laboral. La dificultad de acceder a empleos estables debido, entre otros, a sus bajos niveles educativos, o al hecho de no tener con quién dejar los niños, obstaculiza que ambos miembros del sistema conyugal puedan trabajar de manera remunerada, restringiendo sus ingresos y redes sociales. Considerando lo anterior, es posible afirmar que tras la situación de estas familias no sólo existen dificultades materiales, como sus escasos recursos y precariedad de viviendas, sino como señala FUNDASUP (1999), ella tiene un elemento importante de exclusión social al existir un debilitamiento de los lazos del individuo con la sociedad global, dificultando el acceso a nuevas oportunidades. Esta situación los ha llevado a algunos sistemas de capital asociativo, como son los comités y directivas. Así, el problema no descansaría en la incapacidad de asociarse, sino más bien en su alcance, debido a la restricción de sus redes o los problemas de convivencia que los afectan; lo cual nuevamente responde a algunas características de pobreza y sociabilidad. A su vez, como señalan Valenzuela y Cousiño (2000), el pelambre es característico de la sociabilidad como referencia al mundo común, al que se le puede atribuir parte de las tensiones de su convivencia. Finalmente, cabe señalar que la reciprocidad y solidaridad entre ellos, no sólo responde a la mejor satisfacción de sus necesidades, sino también cumplirían una función de expresión existencial sobre la contingencia cotidiana y el mundo material circundante. Esto se percibe especialmente en la ayuda entre ellos ante situaciones de crisis. De esta manera, uno de los aspectos valorados por los pobladores respecto a los voluntarios, es su incorporación a su propia subcultura. Esto sería posible porque ellos no sólo los ayudarían a realizar actividades, sino que los animarían a hablar de sus dificultades, poniéndose en su lugar. Así, no sólo ofrecerían soluciones funcionales, sino que crearían un tipo de confianza con los pobladores que se expresa en relaciones de igualdad y dignidad. Ello posiblemente explique una dinámica de reciprocidad pese a las diferencias reconocidas por los pobladores. Asimismo, ellos ayudarían a resolver las tensiones al hacerse parte de sus redes, otorgándoles apoyo y menor densidad. Para esto resulta importante la incorporación de acuerdos de participación para los interesados en las actividades, mostrándose neutrales y desarrollando mayor asociatividad. Los resultados positivos de las actividades y el hecho de que los voluntarios "siempre están ahí", aún en condiciones adversas, permitiría también responder a dos aspectos culturales, uno propio de la sociabilidad y otro de la asociatividad. Se cumpliría lo señalado por Valenzuela y Cousiño (2000) que la cercanía o familiaridad se relaciona con la apertura a aquellos que están y que pueden hacernos un don, y por otro lado, esta presencia responde también a una "promesa cumplida", desarrollando una mayor confianza a partir de la asociatividad, ya que "la confianza se funda y garantiza principalmente en una ética de la responsabilidad individual" (p. 327). Tal vez esto explique las diferencias con otras instituciones. Así por ejemplo, según lo reportado, la Municipalidad no lograría participar de la sociabilidad de los pobladores y existirían algunos elementos que debilitarían la confianza para establecer relaciones funcionales permanentes. A modo de conclusión, se puede decir entonces que existiría según la percepción de los pobladores una mayor integración de las características de sociabilidad y asociatividad en el trabajo realizado por la Fundación. Esta integración se percibiría como significativamente positiva, ya que ha permitido ampliar sus oportunidades y al mismo tiempo considerar su propio contexto cultural. Cabe señalar que esta integración también se muestra sujeta a las características particulares de cada campamento y grupo de voluntarios. Por ello, los pobladores también valoran el trabajo de otras instituciones en la medida que potencia su calidad de vida actual o futura. Considerando la relación entre pobreza y vulnerabilidad social, resulta relevante comprender el contexto cultural de estas familias de manera de ampliar o activar "los recursos (...) y capacidades que movilizan (...) para enfrentar su situación" (CIS, 2003, p. 17). Tal como señala Contreras (2000), el capital social descansa en la dinámica social del grupo. Así, el resultado de intervención dependerá de la capacidad "de comprender cómo las relaciones de sociabilidad están articuladas y (...) a partir de éstas, se generan redes (...) en función de la reciprocidad y organicidad" (Contreras, 2000, pp. 9-10). A su vez, ella dependerá de las dinámicas de sentido colectivos "que se transforman en objetivos de acción común; en identidades y mecanismos de inclusión social" (Contreras, 2000, p. 9). Desde los resultados, esto último se percibe en el hecho de que se ha podido desarrollar confianzas, ampliar las redes y potenciar sus organizaciones, considerando su propia dinámica social. Asimismo, estas organizaciones operarían como puente con las instituciones generalizadas y despersonalizadas, permitiendo satisfacer necesidades de valoración y pertenencia (Turró, 2004). De esta manera, serían un recurso frente al desclasamiento social (Moffat, 1974) y el desarrollo comunitario, al operar como "expresión visible (...) y concreta para el individuo de las instituciones sociales abstractas y genéricas" (Sánchez Vidal, 1996, p. 71). Finalmente, algunas limitaciones del estudio son su baja generalización de resultados, debido a las características particulares de los microcampamentos (alto grado de control social, presencia de solidaridad, etc.). Así, para generalizarlos, se hace necesario estudiar otros contextos distintos de marginalidad. Asimismo, convendría profundizar los conocimientos sobre lo que ocurre en un largo plazo una vez finalizada la intervención. Notas 1 Grado en que las personas que conforman la red social están conectadas entre sí. 2 Agregación social intermedia, entre lo grupal y organizacional, y lo social (Sánchez Vidal, 1999). 3 En la página 9 de este artículo se describe lo que se entiende por radicación y erradicación. Referencias Aguirre, A. (1997). Etnografía. Metodología cualitativa en la investigación sociocultural. España: Boixreu Universitaria/Marcombo. Ariztía, T. & Tironi, M. (2002). Catastro nacional de campamentos 2002 [Versión electrónica]. Revista Centro de Investigación Social, Un Techo para Chile, 1, Invierno, 12-17. Extraído el 10 Septiembre, 2003, de http://www.untechoparachile.cl Arón, A. M. (Ed.). (2001). Violencia en la familia. Programa de intervención en red: La experiencia de San Bernardo. Santiago: Galdoc. Centro de Investigación Social. Un Techo para Chile. (2003). Dinámica de la pobreza en campamentos de la Región Metropolitana. 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Fecha de recepción: Septiembre de 2005. La autora agradece en forma especial a su profesor guía Jorge Gissi, a las familias de los microcampamentos y a la Fundación Andes, quienes por medio de su beca de Magíster y Diplomados en el área de Desarrollo Social le permitieron realizar sus estudios de postgrado. Margarita María Morandé Dättwyler, Pontificia Universidad Católica de Chile. |