INTRODUCCIÓN
La pandemia generada por el virus COVID-19 obligó a los gobiernos a tomar medidas para controlar los contagios y atender los enfermos. Los confinamientos para la mayor parte de la población, salvo quienes garantizaban la atención médica y la prestación de servicios esenciales para la subsistencia, y las restricciones en la prestación de servicios de salud para concentrar los recursos y la atención en los pacientes contagiados, fueron dos de las medidas principales para contener la pandemia.
Las restricciones sociales han ido flexibilizándose, pero, aún casi a dos años desde que la ONU declaró oficialmente la pandemia, todavía no se regresa a la normalidad y muchas actividades de la vida diaria aún están adaptadas, forzadamente, a un escenario social de distanciamiento y evitación de aglomeraciones.
Debido a que son lugares que concentran grandes cantidades de personas, las universidades tuvieron que ajustar sus metodologías para el trabajo remoto, desde casa. Durante el 2020, casi todas las universidades en el país funcionaron con enseñanza mediada por tecnologías de la información y la comunicación a través de internet. Solo algunas excepciones hicieron los ajustes requeridos por los Ministerios de Salud y de Educación Nacional para atender aquellos cursos cuyo desarrollo exigía actividades presenciales, como ciertos laboratorios y prácticas. Sin embargo, prácticamente la totalidad de los estudiantes tuvieron que renunciar a la vida social en los ambientes universitarios. Adicionalmente, muchos de ellos perdieron sus empleos o tuvieron que irse fuera de la ciudad, a otros municipios, para reducir gastos.
Durante el primer semestre del año 2021, algunas universidades retomaron actividades semipresenciales bajo un modelo de alternancia educativa, en el que se combinaron clases presenciales y enseñanza mediada por tecnologías de la información y la comunicación a través de internet. No todas las universidades han implementado este modelo y aún hay un alto porcentaje de estudiantes que continúa sin poder retomar sus clases presencialmente. Los estudiantes universitarios son, en su mayoría, adultos jóvenes con edades entre los 18 y los 25 años que pasan mucho tiempo en la universidad, bien sea respondiendo a compromisos académicos o realizando otro tipo de actividades intelectuales, físicas y/o sociales. Múltiples investigaciones en diferentes países han encontrado que esta población ha sufrido afectaciones en su salud mental como consecuencia de las restricciones sociales sobrevenidas debido a la pandemia.
Análisis epidemiológicos realizados en China con 746.217 estudiantes universitarios durante el brote del COVID-19, encontraron una prevalencia de 34,9% de estrés agudo, 21,1% de depresión y 11,0% de ansiedad1. Estos mismos análisis reportaron que tener familiares o amigos infectados se asociaba significativamente con un mayor riesgo de esos tres problemas de salud mental. Además, los estudiantes que pasaban más de tres horas al día expuestos a información sobre el COVID-19 en medios de comunicación o redes sociales, eran dos veces más propensos a presentar estrés agudo que aquellos que estaban expuestos menos de una hora al día. Aquellos estudiantes que estaban cursando el último año de la carrera tuvieron mayores probabilidades de sufrir ansiedad y/o síntomas depresivos. Una investigación, realizada con 89.588 estudiantes universitarios chinos, reportó un 41,1% de ansiedad2. También en China, se informó de un aumento de ira, tristeza, ansiedad y miedo en esta población3.
Un estudio realizado con siete universidades de los Estados Unidos encontró incrementos en la desmotivación, ansiedad, estrés y el aislamiento social4, hallazgos que coincidieron con los reportes de aumento del sedentarismo, ansiedad y los síntomas depresivos en otra investigación también en ese país5. Además de China y Estados Unidos, se han desarrollado investigaciones sobre el impacto psicológico del COVID-19 en estudiantes universitarios en Bangladés6, Filipinas7, España8,9 y Suiza10. Una investigación internacional que incluyó 30.383 participantes de 133 países y seis continentes encontró las siguientes emociones negativas experimentadas por los estudiantes: aburrimiento (45,2%), ansiedad (39,8%), frustración (39,1%), ira (25,9%), desesperanza (18,8%) y vergüenza (10,0%)11. Los niveles más altos de ansiedad se identificaron en Sudamérica (65,7%).
La sintomatología de depresión y ansiedad, aunque varía en prevalencia e intensidad, se ha reportado en casi todos los estudios sobre afecta ciones psicológicas en estudiantes universitarios. Los efectos del COVID-19 sobre el estado emocional de los estudiantes parecen estar asociados con: el sexo, afectando más a las mujeres4,10, aunque no es consistente; el apoyo social1,2; el año de estudios, con mayor incidencia sobre los estudiantes de último año1,2,12, ya que sienten preocupación por su futuro10; vivir solos3,10 o con familiares6 o en áreas rurales3; los ingresos económicos familiares3) y el estrato socioeconómico4; la edad4, siendo el rango de 18 a 24 el de mayor riesgo; problemas personales10; la enseñanza a través de internet12 y la disminución en la actividad física13, entre otros.
En la presente investigación, el objetivo general fue analizar la sintomatología de depresión y ansiedad en una muestra de estudiantes universitarios. Se identificaron los principales síntomas afectivos, fisiológicos, cognitivos y somáticos, y se analizaron los resultados en función de algunas variables sociodemográficas de interés. Hay muy pocos estudios sobre este tema en Sudamérica y menos aún en Colombia14, la mayoría con muestras pequeñas o concentrados en el área de la salud. Si bien es un estudio descriptivo, tiene relevancia por el tamaño de la muestra, por ser uno de los primeros estudios de este tipo en el país y por haber recogido la información durante el primer pico de contagios dentro del período de aislamiento preventivo obligatorio entre julio y noviembre del año 2020.
MATERIAL Y MÉTODO
Diseño, participantes y procedimiento: Se desarrolló una investigación no experimental, con enfoque cuantitativo, de nivel descriptivo y corte transversal. A través de un muestreo no probabilístico por conveniencia, se incluyeron 1.004 estudiantes universitarios (77% mujeres) con una media de edad de 25 años (DE= 7,1) matriculados en tres Instituciones de Educación Superior (IES), en Medellín, dos privadas y una pública. Participaron estudiantes de todos los semestres académicos (primero a décimo), quienes fueron contactados a través de medios electrónicos (email y redes sociales) para informarles sobre el estudio. Aquellos que aceptaron participar, diligenciaron un formulario electrónico por Google Forms que incluyó el consentimiento informado, las preguntas sobre información sociodemográfica y los instrumentos de medición digitalizados. La investigación fue avalada por el Comité de ética del Politécnico Grancolombiano (2021-05 07) y se acogieron los lineamientos éticos para la investigación contemplados en la Resolución 8430 de 1993 y la Ley 1090 de 2006 del Congreso de Colombia.
Instrumentos de medición: 1) Escala de auto-evaluación de la depresión de Zung15, una escala breve y autoaplicada compuesta por 20 ítems, que tiene como objetivo identificar la frecuencia e intensidad con la que se experimentan los síntomas depresivos durante las últimas dos semanas. Las opciones de respuesta se presentan en una escala tipo Likert de cuatro valores: 1= Poco tiempo, 2= Algo del tiempo, 3= Buena parte del tiempo, 4= La mayor parte del tiempo. La escala contiene ítems escritos en sentido positivo y negativo, que se presentan alternativamente en la prueba. Las puntuaciones globales oscilan entre 20 y 80 puntos. Las puntuaciones iguales o superiores a 40 se consideran síntomas depresivos con significación clínica o sugestivos de un episodio depresivo mayor. Esta escala considera 4 dimensiones para los síntomas depresivos: trastornos afectivos, somáticos o fisiológicos, psicomotores y psicológicos. Se han reportado valores adecuados de confiabilidad y validez para la población colombiana16,17. 2) Escala de ansiedad autocalificada de Zung18: es una medida de autoinforme compuesta por 20 afirmaciones que permiten identificar los niveles de ansiedad. Los primeros 5 ítems evalúan los síntomas afectivos y los 15 restantes dan cuenta de los síntomas fisiológicos. Las preguntas son afirmaciones referidas a la experiencia de los síntomas durante los últimos 30 días y las opciones de respuesta se organizan en una escala de frecuencia tipo Likert: 1= Nunca, 2= A veces, 3= Muchas veces y 4= Siempre. Cada elemento se clasifica según la gravedad, en términos de intensidad, duración y frecuencia de cada síntoma. La puntuación mínima obtenida es de 20 y la máxima de 80. Un índice bajo, entre 20 y 44 puntos, indica ausencia de ansiedad, mientras que un índice alto, entre 45 y 80, muestra un nivel de ansiedad clínicamente significativo. La escala fue validada con población colombiana y se reportó una adecuada confiabilidad y validez19,20.
Control de calidad de los datos: Ambos instrumentos presentaron muy buenos niveles de con-fiabilidad (consistencia interna) evaluada mediante el Alfa de Cronbach: 0,92 para la Escala de autoevaluación de la depresión de Zung y 0,94 para la Escala de ansiedad autocalificada de Zung.
Análisis de datos: Los datos fueron sistematizados y analizados utilizando el programa IBM SPSS v.24. Se realizaron análisis descriptivos (tablas cruzadas y análisis de frecuencias), pruebas de comparación de medias T de Student para dos grupos y ANOVA de un factor con contraste post hoc de Tukey para más de dos grupos.
RESULTADOS
En la Tabla 1 se presenta la información socio-demográfica y académica de los participantes. En su mayoría, estudiantes solteros, de universidad privada y residentes en ciudad. Cerca de la mitad de ellos estaban cursando entre cuarto y séptimo semestre. Un alto porcentaje, además de estudiar, trabajaba (41,0%) y no tenía beca o beneficio financiero (78,0%). Casi la totalidad (88,1%) reportó disponer de conexión a internet siempre o casi siempre.
La Tabla 2 presenta los porcentajes en los niveles de depresión y ansiedad para la totalidad de la muestra y discriminados de acuerdo con las variables sociodemográficas. El 47,7% presentó sintomatología depresiva, pero solo el 26,1% manifestó sintomatología de ansiedad. Las mujeres reportaron más síntomas de depresión y ansiedad, tanto leves como moderados. Los participantes solteros manifestaron más síntomas de depresión y ansiedad. Los porcentajes en la sintomatología fueron similares entre las IES.
Tabla 1 Distribución frecuencial (Fr) y porcentual (%) de características sociodemográficas y académicas de estudiantes universitarios de tres Instituciones de Educación Superior, Medellín, Colombia, 2020 (n= 1.004).

Tabla 2 Porcentajes en los niveles de depresión y ansiedad de acuerdo con las características sociodemográficas y académicas de estudiantes universitarios de tres Instituciones de Educación Superior, Medellín, Colombia, 2020 (n=1.004).

La Tabla 3 contiene las medidas de resumen y los resultados de las pruebas de diferencias de medias. Hubo diferencias en la ansiedad y la depresión en cuanto al sexo (con puntuaciones más altas para las mujeres en ambas variables), en cuanto a la ocupación y a la beca o beneficio. Respecto a la edad, el contraste post hoc de Tukey mostró que, para la ansiedad, hubo diferencias entre el grupo de 16-18 y el grupo 26-30 (p= ,034), el grupo 16-18 y el grupo > 30 (p < ,001), el grupo 19-25 y el grupo 26-30 (p= ,004), y el grupo 26-30 y el grupo > 30 (p < ,001); al igual que para la depresión en la que también hubo diferencias entre el grupo 16-18 y el grupo 26-30 (p < ,001), el grupo 16-18 y el grupo > 30 (p < ,001), el grupo 19-25 y el grupo 26-30 (p < ,001), y el grupo 26-30 y el grupo > 30 (p < ,001). También hubo diferencias en ambas variables en función del estado civil. El contraste post hoc de Tukey mostró que, para la ansiedad, hubo diferencias entre casados y solteros (p < ,001), y entre solteros y unión libre (p= ,026); mientras que para la depresión hubo diferencias entre casados y otra (p= ,005), casados y soltero (p < ,001), casados y unión libre (p= ,047), y soltero y unión libre (p = ,004). Respecto al tipo de IES solo hubo diferencias en la depresión. En cuanto al semestre, hubo diferencias en la ansiedad entre el primer y el cuarto semestre (p= ,012) y entre el primer y el octavo semestre (p= ,052). Sobre la conectividad a internet, hubo diferencias en la ansiedad entre los que tienen algunas veces y casi siempre (p= ,003), algunas veces y siempre (p < ,001) y casi siempre y siempre (p < ,001); al igual que para la depresión: entre los que tienen algunas veces y casi siempre (p= ,001), algunas veces y siempre (p < ,001) y casi siempre y siempre (p < ,001). El análisis de frecuencias de respuestas a los ítems de los instrumentos permitió conocer cuáles son los síntomas de depresión y ansiedad más frecuentes en los participantes.
Tabla 3 Medidas de resumen y pruebas de comparación de medias en la depresión y ansiedad de acuerdo con las características sociodemográficas y académicas de estudiantes universitarios de tres Instituciones de Educación Superior, Medellín, Colombia, 2020 (n= 1.004).

En la Tabla 4 se muestran los porcentajes en las respuestas a la Escala de autoevaluación de la depresión de Zung. Destacan los porcentajes en las op ciones "Buena parte" y "La mayor parte del tiempo" en los ítems: Me siento decaído y triste, Me canso sin razón alguna y Estoy más irritable de lo normal. También son relevantes los porcentajes en las opciones "Poco tiempo" y "Algo del tiempo" en los ítems: Todavía disfruto el sexo, Mi mente está tan clara como siempre, Me es fácil hacer lo que siempre hacía, Siento esperanza en el futuro, Siento que soy útil y me necesitan, Mi vida es bastante plena y Todavía disfruto las cosas que disfrutaba antes.
En la Tabla 5 se muestran los porcentajes en las respuestas a la Escala de ansiedad autocalificada de Zung. Destacan los porcentajes en las opciones "Muchas veces" y "Siempre" en los ítems: Se ha sentido últimamente más nervioso y ansioso, Se ha irritado fácilmente o ha sentido pánico, Ha sentido que se está derrumbando, Le ha dolido el cuello, la espalda o la cabeza, y Se ha sentido débil y se cansa fácilmente. También son relevantes los porcentajes en las opciones "Nunca" y "A veces" en los ítems: Ha sentido que se está derrumbando y Ha dormido bien y descansado toda la noche.
DISCUSIÓN
Los hallazgos del presente estudio coinciden con aquellos que han reportado mayores niveles de depresión que de ansiedad(1,2 3,11), y mayor afectación en las mujeres4,10,21-23 durante la pandemia generada por el COVID-19. De la sintomatología depresiva, prevalecieron los síntomas cognitivos, afectivos y somáticos. Varias investigaciones han encontrado alteraciones en la capacidad de concentración de los estudiantes durante la pandemia24-26. Aunque es cierto que la dificultad para concentrarse puede ser explicada por el ambiente del hogar, donde existen múltiples fuentes de interrupción (miembros de su familia, tareas domésticas, etc.) y de distracción (redes sociales, Internet y video juegos)24, también es cierto que los procesos cognitivos básicos, como la atención y la concentración, son especialmente sensibles a los estados depresivos27.
Tabla 4 Porcentajes en las opciones de respuesta de la Escala de autoevaluación de la depresión de Zung en estudiantes universitarios de tres Instituciones de Educación Superior, Medellín, Colombia, 2020 (n= 1.004).

Tabla 5 Porcentajes en las opciones de respuesta de la Escala de ansiedad autocalificada de Zung en estudiantes universitarios de tres Instituciones de Educación Superior, Medellín, Colombia, 2020 (n= 1.004).

La dificultad para dormir y tener sueño reparador y la debilidad y cansancio también contribuyen a los problemas de atención y concentración. Las dificultades para dormir están asociadas a los cambios en los patrones de sueño, quedarse despiertos más tarde o a despertarse más tarde, como ocurría en períodos previos al brote de COVID-1924 y producen fatiga durante el día. Se han reportado alteraciones para dormir en los estudiantes universitarios, como mayor latencia, mayor uso de medicamentos para conciliar el sueño y peor calidad de sueño24; dificultades para quedarse dormidos, problemas para volver a dormirse si se despiertan durante la noche y peor calidad de sueño28; e insomnio, y alteraciones en el cronotipo, la higiene y la calidad del sueño29. Otra investigación30 que comparó estudiantes con trabajadores administrativos de una universidad italiana, encontró mayores afectaciones en las mujeres y en los estudiantes, a diferencia de los trabajadores. En la presente investigación también se detectó un mayor impacto de la pandemia sobre el estado emocional de los estudiantes en comparación con los estudiantes trabajadores. Quizás, la rutina diaria del estudiante que trabaja pudo haber contribuido a una menor afectación en el patrón de sueño y a atenuar el efecto sobre el estado emocional porque se sabe que el estudiante no trabajador tiene más tiempo para estar expuesto a la información de las redes sociales y esa exposición afecta su salud mental21,31. Que se hayan encontrado diferencias entre las puntuaciones de la depresión y la ansiedad al comparar los grupos de edad, siendo las más altas, en ambas variables, las del grupo de 16-18 años (seguida del grupo 19-25), refuerza esta hipótesis. Los adolescentes y los adultos jóvenes utilizan con mayor frecuencia las redes sociales en situaciones de crisis32. Durante la pandemia, las redes sociales se han convertido en uno de los medios de comunicación de mayor trascendencia para difundir información con una superioridad frente a otros medios en cuanto a velocidad, alcance y penetración33. Estar iniciando la vida universitaria ha sido reportado como un factor de riesgo para depresión y riesgo suicida durante la pandemia21. En el ítem de "Siento que los demás estarían mejor si yo muriera", que refiere a ideación suicida, el 8,5% de los participantes respondieron haberlo experimentado buena parte o la mayor parte del tiempo. Este porcentaje no es alto, pero se agrava si se considera en conjunto con la sensación de inutilidad (39,7%), la insatisfacción con la propia vida (38%), y la desesperanza (31,4%).
El grupo de edad entre los 16 y los 25 años también ha manifestado tener más temor al contagio y este temor ha incrementado los niveles de depresión, ansiedad y estrés34,35. Un estudio realizado en España, finalizado en marzo de 2020, durante la etapa inicial de la pandemia, también reportó que las mujeres y los más jóvenes, menores de 25 años, mostraron un mayor impacto psicológico (depresión, ansiedad y estrés)36. Otro estudio también realizado en España durante la misma época también reportó que el rango de edad entre 18 y 25 años era el más afectado psicológicamente en esas mismas variables37. Según los autores, debido a que la mayoría de los participantes, en ese rango, eran estudiantes universitarios y las afectaciones psicológicas podían explicarse por la necesidad de adaptarse a ambientes de aprendizaje mediados por tecnologías de la información y la comunicación a través de internet.
Los adolescentes y adultos jóvenes entre los 16 y los 25 años son más sociables que en los grupos de edades mayores, incluso la vida universitaria significa para ellos vida social. Por ello, la interrupción de las actividades sociales, el aislamiento social y el confinamiento aumentaron su sensación de soledad y esta puede actuar como un mecanismo importante para el aumento de los síntomas depresivos durante esta pandemia38. A esto se suma que la soledad puede estar asociada a muchos otros problemas psicopatológicos y factores de riesgo psicosocial, como ansiedad social, dependencia del alcohol, comportamientos agresivos e impulsividad39. Por ello es pertinente comenzar a evaluar otros comportamientos que puedan estarse derivando de las restricciones sociales de la pandemia en este grupo de edad.
Aunque se ha reportado34 que el lugar de residencia tiene un efecto sobre o es un factor asociado al estado emocional de los estudiantes, en este estudio no se encontraron diferencias en las puntuaciones de depresión o ansiedad al comparar los estudiantes que vivían en ciudad, área urbana de otro tipo de municipio respecto a los estudiantes que vivían en un área rural de otro tipo de municipio. La evidencia es contradictoria al respecto, porque aun cuando señala que los estudiantes que viven en zonas rurales tienen menos probabilidades de desarrollar depresión y de sufrir ansiedad en comparación con los que viven en zonas urbanas34, es decir, que vivir en áreas urbanas sería un predictor de depresión y ansiedad en la población general25, otros estudios reportan que vivir en áreas rurales o no urbanas es un factor asociado con síntomas de depresión40. Con todo, es importante considerar que, si bien en las áreas rurales hay más distanciamiento, también hay menos acceso a los servicios de salud y quienes residen en áreas urbanas pueden experimentar más factores de estrés debido a percibir mayores factores de riesgo, como la infección por COVID-1941
El confinamiento social y el cambio de modelo educativo a un sistema de enseñanza-aprendizaje mediado por tecnologías de la información y la comunicación a través de internet, han representado un reto para los estudiantes universitarios. Ha sido una demanda psicológica que ha involucrado funciones cognitivas, emocionales y comportamentales. Cognitivamente, los estudiantes han requerido un alto funcionamiento ejecutivo para la autorregulación cognitiva, la flexibilidad cognitiva, el cambio de estrategias, el automonitoreo, entre otras habilidades necesarias para ajustarse a las nuevas demandas del ambiente educativo. Emocionalmente, la capacidad para mantener la motivación pese a las adversidades o ajustar las expectativas, por ejemplo, aceptar que los grados no serán presenciales, ni habrá celebración pública. Comportamentalmente, los estudiantes con mejores estrategias de afrontamiento seguramente reducirán el impacto sobre su salud mental42.
La principal limitación de esta investigación fue haber sido un estudio transversal. Al no tener una medición previa ni una posterior al confinamiento o durante otros picos de la pandemia, no fue posible comparar los niveles de depresión y ansiedad de los estudiantes. Sin duda, los estudios longitudinales ofrecen información más valiosa para el efecto específico de la pandemia sobre las alteraciones psicológicas de los estudiantes.
CONCLUSIONES
Entre los estudiantes universitarios se presentan mayores niveles de sintomatología de depresión comparada con la ansiedad. Además, las mujeres muestran más afectación que los hombres. El síntoma cognitivo más frecuente de la depresión fue la dificultad para pensar o concentrarse. Respecto a los síntomas de ansiedad, hubo mayor incidencia de síntomas fisiológicos, como dificultad para dormir y tener sueño reparador. Los estudiantes más jóvenes (entre 16 y 25 años) presentaron con mayor frecuencia niveles moderados de depresión y ansiedad.