INTRODUCCIÓN
La punción de las venas superficiales del miembro superior es un procedimiento necesario y frecuente, pero puede generar riesgos durante su ejecución, que pueden tener origen en la técnica misma, en la anatomía de las venas o en las variaciones anatómicas de las estructuras vasculares y nerviosas circundantes, entre otras causas. Boeson et al. (2000) señalaron la posibilidad de lesión de nervios cercanos con consecuentes lesiones motoras y sensitivas. Horowitz (2001) enfatizó en el riesgo de lesión de los nervios cutáneos antebraquiales, y de la rama superficial del nervio radial. Lirk et al. (2004) señalaron el riesgo de lesionar una arteria cercana o de aplicación equivocada de una sustancia por una arteria. Barria et al. (2006) denotaron como la punción venosa es más difícil en pacientes obesos y niños con abundante grasa bajo la piel. Otros autores han advertido como los cambios en el lugar de punción afectan más a los niños, Racadio et al. (2001). En este sentido, los estudios anatómicos han tomado mayor importancia en la actualidad, dado que la afectación de una vena durante su punción o de una estructura vecina, puede conllevar a un mayor riesgo de complicaciones.
Los estudios de del Sol et al. (1988) en niños y de del Sol et al. (2007) en el grupo étnico Mapuche en Chile generaron una clasificaciónde los patrones venosos que se aplica actualmente en varios países. Se describe que, en el patrón Tipo I: La vena cefálica (VC) se divide en vena intermedia basílica (VIB) y vena intermedia cefálica (VIC), uniéndose a la vena basílica (VB) y vena cefálica accesoria (VCA) respectivamente. En el patrón Tipo II: la VC origina la vena intermedia del codo (VICo), que se une a la VB; no existe VCA, siendo la VICo de mayor calibre y la VIA drena en la VB. En el Tipo III: no existe comunicación entre la VB y la VC a nivel de la fosa cubital; la VIA suele drenar en la VB. En el Tipo IV: la VC drena en la VB y la VIA drena en la VC. A estos cuatro patrones se les ha unido la clásica presentación en “M” en donde la VIA se divide en una rama que se une a la VC y otra rama que se une a la VB. (Fig, 1).
En población colombiana se han realizado estudios similares (Corzo Gómez et al., 2010, 2014) encontrando varias similitudes con hallazgos previos. Llama la atención el patrón tipo IV, en el cual la vena cefálica del antebrazo no sube hasta el brazo y por el contrario desemboca en la vena basílica, a nivel del antebrazo, formando una curva muy pronunciada. Se ha intentado relacionar este patrón, como una posible causa de complicaciones durante los cateterismos en niños (Corzo Gómez et al., 2016) en razón a la curva que realiza la vena cefálica formando un ángulo muy cerrado, lo cual puede generar lesiones involuntarias durante la canalización principalmente por extravasación del catéter.
En el presente estudio se describió la frecuencia de los patrones venosos y la frecuencia de presentación de venas cefálicas que terminan en la vena basílica a nivel del antebrazo en una muestra de dos ciudades de Colombia.

Fig. 1 Descripción de los patrones venosos de la fosa cubital según la propuesta de del Sol et al. (1988) y del Sol et al. (2007). VC: vena cefálica; VB: vena basílica; VCA: vena cefálica accesoria; VIC: vena intermedia cefálica; VIB: vena intermedia basílica; VIA: vena intermedia del antebrazo; VICo: vena intermedia del codo; EPM: epicóndilo medial.
MATERIAL Y MÉTODO
Diseño del estudio: Estudio descriptivo en personas mayores de 18 años de ambos géneros residentes en dos ciudades de Colombia (Bucaramanga y Villavicencio). Se realizó un muestreo a conveniencia que incluyó 200 miembros superiores 50 % de hombres y 50 % de mujeres.
Mediciones: Se realizó la valoración de las venas superficiales realizando el siguiente procedimiento: El participante se ubicó en posición sentado con el antebrazo extendido sobre una superficie firme y plana de manera que deje visible las venas superficiales. Se aplicó un torniquete de velcro por un tiempo no superior a 20 segundos. Se visualizó la presencia de una o varias venas cefálicas y su sitio de terminación y la información y se registró en un formato escrito incluyendo un registro fotográfico. Se determinaron los siguientes elementos anatómicos en cada miembro superior: Presencia o no de una vena cefálica del antebrazo, presencia de más de una vena cefálica y determinación del número de ellas y sitio de terminación de cada una.
Análisis de datos. Se realizó un análisis descriptivo de las variables sociodemográficas y anatómicas. Se estimaron frecuencia de variables cuantitativas mediante promedios y desviación estándar.
Aspectos éticos. Esta investigación se realizó de acuerdo a la resolución No. 08430 de 1993 del Ministerio de Salud de Colombia y se consideró de "riesgo menor al mínimo" Todos los participantes del estudio firmaron consentimiento informado por escrito; adicionalmente el estudio contó con la aprobación de los comités de ética de las instituciones donde se llevó cabo el estudio y cumplió con la normatividad nacional e internacional para la investigación en seres humanos.
RESULTADOS
El patrón venoso que predominó en ambos miembros superiores fue el tipo I. El patrón IV en el cual la vena cefálica termina en la vena basílica a nivel del antebrazo (Fig. 2) se presentó en 12 casos (6 %) en el miembro superior derecho y en 17 casos (8,5 %) en el miembro superior izquierdo. (Tabla I).
En el miembro superior derecho se presentó una vena cefálica en 171 casos, (85,5 %), dos venas cefálicas en 27 casos (13,5 %) y tres venas cefálicas en 2 casos (1%), (Tabla III). En el miembro superior izquierdo se presentó una vena cefálica en 170 casos (85 %), dos venas cefálicas en 26 casos (13 %) y tres venas cefálicas en 4 casos (2 %), (Tabla IV).
Cuando en el miembro superior derecho se presentó una sola vena cefálica, esta vena terminó en el antebrazo e 12 casos (6 %), cuando se presentó una segunda vena cefálica, esta vena terminó en el antebrazo en 22 casos (11%) y cuando se presentó una tercera vena cefálica, ella terminó en el antebrazo en 2 casos (1 %) (Tabla III). Cuando en el miembro superior izquierdo se presentó una sola vena cefálica, esta vena terminó en el antebrazo en 17 casos (8,5%), cuando se presentó una segunda vena cefálica, esta vena terminó en el antebrazo en 22 casos (11 %) y cuando se presentó una tercera vena cefálica, ella terminó en el antebrazo en 2 casos (1 %). (Tabla IV).
Tabla I Distribución de frecuencia de los patrones venosos de la fosa cubital en el miembro superior derecho en una muestra de 100 personas.

Tabla II Distribución de frecuencia de los patrones venosos de la fosa cubital en el miembro superior izquierdo en una muestra de 100 personas.

Tabla III Distribución de frecuencia del número de venas cefálicas en el miembro superior derecho en una muestra de 100 personas.

DISCUSIÓN
En los resultados fue evidente la mayor frecuencia de presentación del patrón venoso tipo I en ambos lados, lo cual se ha observado de igual manera en estudios de otras poblaciones (AlBustami et al., 2014; Bekel et al., 2018).
El patrón IV, se encontró entre el 6 % y el 8,5 % dependiendo del lado derecho e izquierdo respectivamente. Bekel et al. reportaron el patrón tipo IV en un 14 %. Del patrón IV hay variedad en los reportes, valores altos en población nigeriana (25 %) (Ukoha et al., 2013), bajos en población de Malasia (4,7 %) (Dharap & Shaharuddin, 1994) y muy bajos en población de India (0,8 %) (Vasuda, 2013).
En estudios de población colombiana, el patrón IV se ha evidenciado en cifras cercanas al 10 %, (Corzo Gómez et al., 2010, 2014). Este patrón, por su distribución especial puede predisponer a lesiones por extravasación del catéter durante la venopunción o a compromiso de estructuras aledañas, como las mencionadas por Cartwright (2004): flebitis mecánica, extravasación, hematoma o punción accidental de una arteria o nervio. Corzo Gómez et al. (2016) consideran la importancia de darle una aplicación clínica al concepto anatómico de los patrones venosos, en particular con el patrón tipo IV. De igual manera se debe resaltar la existencia de varias venas cefálicas, dos venas cefálicas entre el 13 % y 13,5 % y tres venas entre el 1 y 2 % en el presente estudio.
Estos datos se suman cada vez más a la relación que se hace frente a comolas variaciones anatómicas en las venas pueden predisponer a complicaciones. Lirk et al. advirtieron de la existencia de una arteria radial accesoria cercana al sitio de canalización de la vena cefálica. del Sol & Olave (1991) recomendaron que para la punción venosa de la fosa cubital se usara preferiblemente la vena intermedia basílica (VIB) o la vena intermedia del codo (VICo) por su cercanía con el nervio cutáneomedial del antebrazo.
Cárcoba Rubio & Ceña Santorcuato (2010) sugieren para instalar un catéter venoso central de acceso periférico en la fosa antecubital, usar las venas basílica, mediana (intermedia del antebrazo) y cefálica, del lado derecho, en ese orden, puesto que la vena basílica del brazo derecho dado su acceso más directo la aurícula derecha.
Dentro de las recomendaciones que se hacen en las guías de Enfermería y manuales de procedimiento de las Instituciones de Salud se enfatiza en medidas como las mencionadas por Ochoa et al. (2005), las cuales incluyen localizar y seleccionar la vena a canalizarde acuerdo al propósito de la terapia intravenosa, palpándola con la yema de los dedos y evitar la utilización de aquellas que tengan las siguientes características: punción previa reciente, anormalidades anatómicas, rigidez, demasiada movilidad, inflamación o tromboflebitis.
El abordaje de una venopunción sin el conocimiento completo de la anatomía puede generar lesiones sobre estructuras vasculares y nerviosas adyacentes a las venas tal como lo señalaron Yamada et al. (2008). En este sentido, consideramos que es muy importante ahondar en el estudio de las variaciones anatómicas venosas superficiales del miembro superior, y mejorar los mecanismos de difusión de estos nuevos conceptos en el medio académico, previamente Corzo Gómez et al. (2016) llamaron la atención sobre la posible relación de los patrones venosos y las complicaciones durante la venopunción en particular en poblaciones infantiles, y la necesidad de fomentar en las escuelas de Enfermería y Medicina la enseñanza de los patrones venosos y sus implicaciones de riesgo.