INTRODUCCIÓN
El dactilograma es una característica morfológica propia de la piel humana y corresponde al conjunto de crestas, poros sudoríparos y surcos de la superficie cutánea que involucra a epidermis y dermis. Son observables en la cara volar de dedos, palmas de manos y plantas de pies (Fig. 1a) y se caracterizan por poseer un ordenamiento que conforma configuraciones únicas y fácilmente distinguibles (Gibbs, 1967; Silva, 2002; Kücken & Newell, 2005). Además, son utilizadas ampliamente en la identificación humana desde finales del siglo XIX (Faulds, 1880; Galton, 1892).
Las impresiones producidas por este dactilograma, sobre superficies inertes (botellas, vasos, armas, vidrios, muebles y otros), permiten la formación de patrones pictóricos, conocidos como huellas dactilares (Fig. 1b), y que han sido descritos como: únicos, particulares, inmutables, perennes, fáciles de observar, fáciles de comparar y de almacenar (Galton; Kücken & Newell, 2004; Teke, 2005).
La dactiloscopia corresponde al estudio científico de estas huellas y tiene por finalidad la identificación infalible de la persona en cuestión (Trujillo, 2007; Guzmán, 2008) y actualmente es el método de identificación más utilizado en el mundo debido a que es un método sencillo, rápido, de bajo costo y muy certero (Beaven, 2003).
Se han descrito una serie de cambios en la piel como parte del proceso de envejecimiento (Bargmann, 1961; Lavker, 1979; Kligman, 1979; Berr et al., 1992; Montagna & Carlisle, 1979; Lozada Ordoñez & Rueda, 2010; Silva et al., 2017), pero pocos autores han evidenciado dificultad en la observación de este patrón (Kligman; Berr et al.; Silva et al.).
Observaciones empíricas de profesionales asociados al ámbito forense han puesto en evidencia que algunos individuos seniles chilenos no presentarían dactilograma, siendo dificultoso e inclusive imposible, observar y registrar las figuras características de este patrón morfológico de nuestras manos (Fig. 1c).
El propósito de este trabajo, fue evidenciar la pérdida del dactilograma en individuos seniles chilenos y determinar si la edad y el sexo son variables relacionadas con este fenómeno.
MATERIAL Y MÉTODO
La muestra abarcó 487 individuos de la ciudad de Santiago de Chile, (120 hombres y 367 mujeres) quienes se encontraban en un rango de edad entre los 55 y los 107 años (Fig. 2). Como criterios de inclusión se consideró que los individuos de la muestra debían presentar sus dedos pulgares y no poseer antecedentes de haber sufrido traumas que pudiesen determinar la pérdida prematura del dactilograma (heridas o quemaduras).
En cada uno de los individuos se observó directamente la presencia o ausencia de dactilograma de la cara palmar del pulgar derecho con lupa entomológica con aumento de 10X e iluminación incorporada.
Los datos obtenidos se recolectaron en formulario ad hoc, y se consideraron las siguientes variables: sexo, edad y presencia o ausencia del dactilograma.
Los datos obtenidos se procesaron con programa STATA 10.0, en el cual se llevó a cabo el análisis estadístico descriptivo. Para la determinación de la edad de desvanecimiento se utilizaron curvas de sobrevida de Kaplan-Meier y para calcular el riesgo asociado al sexo se utilizó regresión de Cox.
Las fotografías se realizaron con cámara digital marca Canon© modelo PowerShot D30.
RESULTADOS
De los 487 individuos de la muestra estudiada, 235 individuos no presentaron dactilograma (48,25 % de la muestra). De los 120 individuos masculinos, 45 no presentaron dactilograma (37,5 % de los hombres) y en el caso de los 367 individuos femeninos, 190 no presentaron dactilograma (51,77 % de las mujeres).
Del estudio realizado sobre esta muestra, sin diferenciar sexo, se observó que a los 82 años, el 25 % de los individuos no presentaron un dactilograma perceptible. A los 88 años el desvanecimiento del dactilograma aumentó al 50 % de la muestra, mientras que a los 95 años el 75 % de los individuos ya no presentan dactilograma.
También fue posible determinar que la edad mínima, a la cuál fue posible observar el desvanecimiento del dactilograma fue de 63 años en el caso de las mujeres y 66 años en el caso de los hombres. En la Figura 3 está representada la curva de sobrevida de Kaplan-Meier, que se obtuvo del total de individuos sin diferenciar sexo.

Fig. 3 gráfico que ilustra la curva de sobrevida de la identidad, obtenida en función de la muestra de individuos, sin diferenciar sexo.
En la Figura 4, está representada la curva de sobrevida de la identidad diferenciada por sexo (curva de sobrevida de Kaplan-Meier). En esta gráfica se observa, que en el caso de los individuos masculinos, el 25 % de la población ha perdido su dactilograma a los 82 años; el 50 % lo perdió a los 85 años; y el 75 % ya no posee dactilograma a los 94 años. En el caso de las mujeres, el 25 % de la muestra ya no posee dactilograma a los 83 años; el 50 % a los 89 años y el 75 % han perdido su identidad a los 95 años.

Fig. 4 gráfico que ilustra la curva de sobrevida a la identidad, obtenida en función de la muestra de individuos, diferenciada por sexo.
Del análisis de regresión de Cox es posible concluir que la variable “sexo masculino” está asociada a un 42,4 % adicional de riesgo de perder el dactilograma antes que las mujeres (a menor edad).
Como consecuencia de esto último, es posible sostener que el sexo es una variable relacionada con la probabilidad de perder el dactilograma. Es importante destacar que todos los resultados obtenidos fueron estadísticamente significativos.
DISCUSIÓN
En este estudio se ha podido constatar que la edad es una variable relacionada con el desvanecimiento y posterior pérdida del dactilograma y que a mayor edad, mayor probabilidad de que esta característica morfológica no esté presente.
Esto es diferente a lo señalado en la literatura relacionada con la dactiloscopia y la criminalística (Beaven; Teke; Trujillo). Pero es concordante con lo descrito por Berr et al. quien afirma que “la observación de esta característica (dactilograma) se hace dificultosa en ancianos”.
También pudimos constatar que el sexo de los individuos determinó diferencias en el desvanecimiento de este patrón morfológico, siendo las mujeres más propensas a presentar pérdida de dactilograma (51,77 % de la muestra) que los hombres (37,5 % de la muestra). Ahora bien, del análisis de la regresión de Cox se pudo concluir que la variable “sexo masculino” está asociada a un 42,4 % adicional de riesgo de perder el dactilograma antes que las mujeres (a menor edad). Esta relación sexo-desvanecimiento, no se encuentra descrita en la literatura.
Finalmente, podemos indicar que este estudio evidencia la pérdida del dactilograma en individuos chilenos de edad avanzada. Hasta ahora este hecho no había sido demostrado científicamente. Debido a lo anterior este estudio es un aporte significativo en el campo de la morfología y la identificación humana, poniendo de manifiesto que una parte importante de la población chilena ha perdido su identidad basada en el método dactiloscópico (por huellas dactilares).