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Revista chilena de neuro-psiquiatría

versión On-line ISSN 0717-9227

Rev. chil. neuro-psiquiatr. v.39 n.2 Santiago abr. 2001

http://dx.doi.org/10.4067/S0717-92272001000200011 

 

Rev Chil Neuro-Psiquiat 2001; 39(2): 167-169

NECROLOGÍA

Héctor Valladares Arriagada (1909-2001)

Palabras en los funerales del Dr. Héctor Valladares Arriagada, por el Dr. Gustavo Díaz Pérez. Santiago, 03 de Marzo 2001


A nombre del Instituto de Neurocirugía Alfonso Asenjo, de su Director, Dr. Jaime Lavados, y de todo su personal, es que llegamos hoy hasta aquí, con un profundo sentimiento de pesar, para rendir un postrer homenaje y darle nuestra última y muy sentida despedida, al que fuera uno de los más preclaros neurocirujanos de Chile, a nuestro querido Maestro y Profesor, el Dr. Héctor Valladares Arriagada.

Este sentimiento de pena, que embarga a todos los que estamos ahora aquí reunidos, se extendió también, al conocerse la lamentable noticia de su deceso, por todos los ámbitos del Instituto de Neurocirugía, lugar donde el Dr. Valladares ejerció su profesión de Médico Neurocirujano, durante todos los años de su vida activa. El Dr. Valladares fue un médico muy querido y respetado en nuestro hospital, como lo fue también de sus discípulos, de sus colegas y de todos aquellos que fueron sus amigos y los que tuvieron la suerte de conocerlo, en sus distintas facetas, como médico, como hombre de bien, o sencillamente como ser humano.

El Dr. Valladares fue uno de los primeros médicos del Instituto de Neurocirugía, fue uno de sus cofundadores, junto con los Dres. Alfonso Asenjo, Carlos Villavicencio y Mario Contreras. Conformó ese núcleo tan homogéneo y célebre de esos médicos, (chapados a la antigua), sacrificados y esforzados, que forjaron los comienzo del Instituto de Neurocirugía, y también de esta especialidad, la Neurocirugía, en Chile.

Desde que se creó el primer Servicio de Neurocirugía en el país, en Octubre de 1939, en una antigua sala del Hospital del Salvador y después, en el edificio que el Instituto tiene actualmente, el Dr. Valladares trabajó en él en forma ininterrumpida por espacio de 34 años, hasta Septiembre de 1973.

El Dr. Valladares contribuyó activamente y en forma protagónica a formar y organizar esta especialidad, que era nueva en Chile, y a darle un desarrollo, un impulso y un prestigio que sobrepasó nuestras fronteras, y llegó a tener un lugar destacado en el contexto mundial.

El Dr. Valladares nació en la ciudad de Calama, el 16 de Enero de 1909, de modo que a la fecha actual había cumplido recientemente los 92 años; una vida entera, que en gran medida, fue dedicada a servir a sus semejantes, desde su profesión de médico, con una abnegación y entrega muy pocas veces vista, y ejemplar.

Hijo de una familia de clase media, recibió su educación, desde la instrucción primaria, en establecimientos del estado. Primero en la Escuela Pública, después en el Liceo de Aplicación de Santiago y posteriormente en la Escuela de Medicina de la Universidad de Chile.

El Dr. Valladares fue, de este modo, el fruto de la educación estatal de Chile, y a mucha honra como él decía. Es un ejemplo de hasta donde puede llegar una persona con sus propios méritos y capacidad. Y por la fuerza del destino, fue también atendido, cada vez que lo necesitó y en su última enfermedad, en un Hospital Público; ahí se le brindó no sólo la atención médica necesaria sino que, el afecto, la consideración y el respeto que correspondía a tan distinguido paciente. (Debemos, por esto, agradecer a la Dirección del Hospital San BorjaArriarán y al Jefe del Servicio de Neurocirugía de ese establecimiento (el Dr. Lautaro Rodríguez) que fue su médico de cabecera hasta su último momento).

El Dr. Valladares, llegó en su profesión, y por su propio empeño y dedicación a ser un neurocirujano muy experto. Fue el primero en el país en operar tumores de hipófisis, con resultados que incluso hoy, nos causan admiración, en un tiempo en que no se contaba con los adelantos actuales, como el Scanner, la Resonancia Nuclear Magnética, ni microscopio, empleando sólo su gran pericia y habilidad, y así operó malformaciones vasculares, y aneurismas cerebrales, intervenciones que siguen siendo hoy día de alta complejidad.

Realizó numerosas operaciones de Psico-cirugía para corregir trastornos conductuales que le dieron prestigio internacional.

La depurada técnica quirúrgica que logró alcanzar fue reconocida no sólo en el país, sino también en el extranjero y fue así, como muchos médicos jóvenes de países latinoamericanos concurrieron al Instituto de Neurocirugía de Chile, para formarse en esta especialidad; ellos aprendieron las primeras operaciones neuroquirúrgicas mientras eran becados residentes, ayudando y observando al Dr. Valladares, siguiendo sus estrategias, sus múltiples detalles, sus trucos, la pericia y delicadeza con que manejaba ese órgano tan sensible y vital que es el cerebro.

Al Dr. Valladares se te habían ofrecido, en el comienzo, expectantes oportunidades en Estados Unidos, donde se había especializado, que no aceptó, porque siempre se sintió comprometido con su país, que le había dado su educación gratuita, desde la escuela primaria como ya hemos dicho.

El Dr. Valladares tuvo siempre una gran voluntad de servicio, nuestra profesión, decía, nos permite mantenemos junto a los jovenes en la enseñanza, y junto a los humildes en la sala de los hospitales y de esta manera podemos palpar la realidad social de nuestra población. Interesado permanentemente por la docencia, era natural que los médicos jóvenes se agruparan alrededor suyo para recibir sus consejos e indicaciones, llegando a apodarlo como el "Tata". El Dr. Valladares enseñaba con el ejemplo, poco adepto a las clases magistrales o el lucimiento con disertaciones teóricas, era elocuente sólo en su quehacer quirúrgico, en el pabellón, o en coloquios, donde entregaba sus conocimientos con mayor familiaridad y con amistad.

Ajeno a toda ambición, rehuía los honores, a veces muy merecidos, más bien cultivaba la sencillez y la convivencia familiar.

Publicó 140 trabajos científicos y muchas otras contribuciones a congresos nacionales e internacionales. Escribió y es autor del más completo libro de texto sobre Traumatismo Encefalocraneano publicado en Chile. En esta obra, él vierte su gran experiencia, vivida y sufrida junto a los enfermos y describe muchos conceptos nuevos y originales sobre esta complicada y trágica patología.

Ocupó importantes cargos en todas las sociedades científicas de la especialidad y afines: Socio activo de la Sociedad de Cirujanos de Chile, Presidente de la Sociedad de Neurología, Psiquiatría y Neurocirugía, Presidente de la Sociedad de Neurocirugía de Chile, de la cual fue además socio fundador y Director durante varios años. Igualmente, numerosas sociedades latinoamericanas de Neurocirugía de Argentina, Perú y Venezuela lo cuentan como miembro correspondiente u honorario.

El Dr. Valladares también se interesó por los problemas gremiales de los médicos de su tiempo y en tal sentido fue permanente colaborador del Colegio Médico de Chile, llegando en 1986, a ser Presidente del Consejo Regional Santiago y después integrante del Consejo General, en varios períodos.

Como Jefe del Servicio de Neurocirugía del Instituto, cargo que ejerció por muchos años y teniendo que alternar con muchas personas y sobretodo con médicos no se oyó decir que tuviese conflictos insalvables con nadie, oía las opiniones de todos, aunque fuesen contrarias a las suyas y poseía el lino necesario para mantener la armonía y la estabilidad, limando las asperezas que siempre osan impedir una convivencia llevadera. En este sentido era un hombre que buscaba la armonía y la paz.

Por el prestigio que alcanzó en su tiempo, llegó a tener una nutrida clientela, de la cual jamás lucró, manteniendo una vida sencilla y muy austera y una disciplina casi conventual en todos los actos de su vida. Esta disciplina que se exigía a sí mismo, también la exigía a todos sus colaboradores, pero ninguno se la podía igualar, ni menos superar.

Una de sus características, tal vez la más destacada de su personalidad, fue su modestia, llevada a un nivel ejemplar, ajeno a todo boato y ostentación y desprovisto enteramente de vanidad. Creo, que el Dr. Valladares escogió más bien esa escondida senda a la cual se refiere Fray Luis de León: "esa senda por donde han ido los pocos sabios que en el mundo han sido".

De carácter afable, ojos azules, mirada reflexiva y sonrisa nostálgica, infundía confianza y amistad desde el primer momento en que se le conocía.

No deseó nunca aceptar cargos administrativos que no iban con su carácter pero en el año 1972 y 1973 por expresa solicitud del Presidente de la República de esa época, ano 1972, (que era su colega y compañero en la Escuela de Medicina, el Dr. Salvador Allende) aceptó, más bien por colaboración y lealtad, un alto cargo de responsabilidad y confianza en el Ministerio de Salud y después como Director del Hospital del Salvador. Estaba desempeñándose en este cargo, en Septiembre de 1973, cuando una vorágine de tristes acontecimientos, lo envolvieron en un torbellino; fue exonerado de su cargo, enjuiciado y obligado después a alejarse del país y de los suyos, debiendo vivir en el exilio, durante un largo y penoso tiempo. (Ese exilio que fue siempre, y desde el tiempo de los romanos, considerado como una cruel condición). Esta fije la cuota de amargura que le deparó la vida, en los últimos años de su labor, derivada sólo de lo absurdo e irracional que resultan ser a veces las circunstancias humanas.

De vuelta en el país, el año 1985, y encontrándome a la sazón, como Presidente de la Sociedad de Neurocirugía de Chile, me preocupé de acogerlo en nuestra Sociedad y posteriormente rendirle un homenaje, nombrándolo Maestro de la Neurocirugía Chilena honor que a juicio de todos, tenía muy merecido. Este homenaje se llevó a cabo, en un acto solemne en la Sociedad Médica de Santiago (publicado en Vida Médica 1985; 36(2):62) el 23 de Marzo de 1985 como un reconocimiento a sus sobresalientes méritos y a la extensa labor desarrollada. (Fue el primer "Maestro" que esta Sociedad nominó en Chile y se dio a tan distinguido exponente y cultor de la Neurocirugía Chilena). Fue ésta también una manifestación reconfortante para él, que le causó alegría y gran satisfacción después de su retorno.

En marzo de 1991, la Federación Latinoamericana de Neurocirugía, en reconocimiento de su fructífera y destacada labor en Latinoamérica, le otorgó la "Medalla de Honor", distinción ésta muy especial, que sólo muy pocos han recibido y que lo situaba entre los más importantes neurocirujanos de América Latina.

El nombre del Dr. Héctor Valladares figurará, por cierto, en un lugar destacado de la Neurocirugía Chilena y latinoamericana.

El Dr. Valladares nos dejó un legado de trabajo, abnegación, dedicación a su profesión, desprendimiento y coraje ante la adversidad, que debe servirnos de ejemplo; y nos dejó también una huella de reconfortante espíritu. Al terminar estas palabras, deseo expresar, a nombre del Instituto de Neurocirugía Alfonso Asenjo, de su Director y en el mío propio, nuestro pesar, por tan sensible pérdida, a sus familiares, a sus hijos: Luis Hernán, María Isabel (Chabelita) y Lucía, pensando que el Dr. Valladares descansa ahora en paz En paz con Dios, consigo mismo y con los hombres.

MUCHAS GRACIAS

 

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