Para los valles occidentales los estudios en el estudio del asentamiento de San Lorenzo relacionados con la arquitectura y el paisaje son (Az-11) permitirá tener una visión más amplia escasos, por lo que la aplicabilidad de este enfoque en torno a las dinámicas sociales y las relaciones establecidas con el medio natural en el contexto de la identidad y memoria de los agricultores del valle de Azapa. Estudios previos se han referido: (a) las características constructivas de los poblados, (b) el emplazamiento y su relación con la ecología del lugar y, (c) las correlaciones con otros asentamientos y la discusión en torno a la organización social y económica de los grupos asentados (MéndezQuirós 2015; Muñoz y Gordillo 2016; Niemeyer et al. 1971; Romero et al. 2000; Schiappacasse et al. 1989; Santoro et al. 2009; Valenzuela et al. 2004; entre otros). Por su parte en la costa de Tarapacá, en quebradas intermedias y oasis, las investigaciones han abordado la problemática desde la arquitectura pública y doméstica y la dinámica social que esto habría generado durante los periodos Medio e Intermedio Tardío (Adán et al. 2007; Urbina et al. 2011; Uribe 2006; entre otros).
Planteamos que las sociedades que poblaron el valle dieron forma a los espacios a través del conocimiento de sus conductas, es decir, una morfología1 al territorio. Estas prácticas sociales, como plantea Orejas (1995a:217) “en el momento en que entendemos que se objetivan en el espacio, se pasa a hablar de paisaje y se abandona el concepto más neutro de “espacio”, es decir, el paisaje es usado, diseñado, apropiado, sacralizado, entre otros, por las sociedades.
De este modo, el paisaje es un espacio de encuentro, diálogo y creatividad entre múltiples disciplinas con miradas muy distintas sobre el mismo sujeto, sean relativas a las formas del territorio como una percepción y valoración social. Por otra parte cabe señalar que existen valores colectivos atribuidos al espacio vivido, a su ordenación y a las formas resultantes hasta el punto de interpretar estos hechos como elementos o señas de identidad. La existencia del complejo habitacional San Lorenzo no es el resultado de un proceso instantáneo, sino por el contrario, responde a un desarrollo paulatino y gradual de carácter aldeano que se fue consolidando en el tiempo en el valle de Azapa. Los primeros asentamientos en el área de San Lorenzo se remontan al Período Formativo con la presencia de cementerios de túmulos (Az-12), lo que sugiere el establecimiento de agricultores en sus alrededores dando inicio al desarrollo agrícola en el valle (Muñoz 2004a). Dataciones recientemente obtenidas en San Lorenzo indican que el sitio fue ocupado desde los 590 d.C. donde probablemente se trazaron los primeros lineamientos de lo que más tarde sería una aldea (Muñoz et al. 2014).
De lo anteriormente planteado el surgimiento y desarrollo de San Lorenzo2 estaría dado como consecuencia de una población que planificó el lugar de asentamiento, considerando la amplia visualización que ofrecía el espolón rocoso sobre el cual se levantó, además de los recursos naturales que ofrecía el medio, entre ellas las vertientes, fundamental para las prácticas agrícolas. El manejo de este sistema hidráulico implicó la existencia de una administración que conocía el entorno y las habilidades tecnológicas de su población, lo cual permitió que el sector medio del valle se transformara en un vergel donde se cultivaron frutas, hortalizas, tubérculos, legumbres, cereales, etc.
Considerando la importancia de este asentamiento, único para los valles de Arica desde la perspectiva arquitectónica, es que el presente estudio analiza y discute diversos aspectos relacionados con la formación espacial del asentamiento: arquitectura, materialidad, forma y espacio del conjunto y la relación del emplazamiento con el entorno, además de las principales áreas de actividad generadas en la aldea. La metodología desarrollada para alcanzar los objetivos propuestos, apuntaron en primer lugar a un análisis espacial y arquitectónico del asentamiento centrado en el tipo de construcción y materialidad, distribución de espacios y lugares de desplazamientos, incluyendo el análisis planimétrico del sitio. En cuanto al aprovisionamiento de materias primas se realizó una prospección en búsqueda de estas fuentes naturales, especialmente mantos arcillosos, estratos de obsidiana y humedales que albergaron especies de flora y fauna nativa. Para caracterizar el aspecto constructivo de los depósitos de almacenamiento, se analizaron los pozos de almacenaje de los recintos 56, 57 y 78, a través de pautas métricas y análisis químico de microresiduos adheridos a la superficie de las piedras que conforman los muros de las cámaras subterráneas. Para definir las áreas de preparación y consumo de alimentos, se hicieron una serie de estudios químicos.
Breves Reflexiones Acerca de la Arquitectura de San Lorenzo como parte del Paisaje Cultural
Para definir el campo de acción y metodología respecto a nuestro objeto de estudio, el poblado de San Lorenzo, reflexionamos sobre el concepto de paisaje, entendiendo la arquitectura de San Lorenzo como parte de los componentes que sustentan al valle de Azapa como paisaje cultural. En esta perspectiva, varias disciplinas se ocupan actualmente de dar forma a la historia y estudio del paisaje. El concepto de paisaje, si bien está ligado a las primeras manifestaciones en el arte a través de las pinturas, la literatura especializada ha desarrollado variadas denominaciones, que toman como precedente el concepto de tierra o territorio: landschap, landschaft, landscape, paesaggio, paisaje, paysage, pays, país (Molinero et al. 2011). A su vez, la evolución del concepto de paisaje hace referencia a dos miradas, una científica vinculada al desarrollo de la ciencia geográfica y otra relacionada con la mirada que tienen diferentes culturas acerca del paisaje, lo que ha significado varios cambios en la perspectiva de la interpretación de la propia historia. En este entendido, las formas del paisaje y sus estructuras tienen una relación entre paisaje natural y cultural, dependiendo de los autores (Molinero et al. 2011). Una manera que podemos establecer una idea de paisaje es en términos de sus relaciones en el tiempo y en el espacio. Este se encuentra en un continuo proceso de desarrollo, evolución, disolución y/o reemplazo. De este modo, una apreciación de los valores históricos presentes en el territorio han llevado a vincular el paisaje como una “forma física” del presente con sus orígenes físicos. Asimismo, las modificaciones del área donde el humano se ha instalado y su apropiación para sus usos, tiene una importancia dominante y determinante, incluso vinculante desde el punto de vista del emplazamiento y su relación con el entorno. Puesto que el espacio-lugar anterior a la introducción de la actividad humana está representado por un cuerpo de hechos morfológicos (geológicos), donde el humano accede y convive en una simbiosis. Las formas que ha introducido el humano constituyen un conjunto distinto al natural, que podemos llamar, por referencia al humano, el paisaje natural. Esto nos declara la comprensión primera que constituye una configuración o morfología formal del territorio. Precisamente, esto aclara la relación física que tiene para el humano el emplazamiento de su hábitat, lo que se hace significativo y que por lo tanto, se hace histórico como marca, capa o huella. En este entendido, como dice Felipe Criado el paisaje es:
“el producto sociocultural creado por la objetivación sobre el medio físico y en términos espaciales, de la acción social tanto de carácter material como imaginario”, donde la acción social está constituida tanto por las prácticas sociales (intencionales) como por la misma vida social (no intencionales), que intenta superar la consideración formalista del espacio como algo ya dado, como una realidad espacial estática de orden físico y ambiental, para considerarla como una realidad eminentemente social que se construye culturalmente (Criado 1991:29).
Así, como explica Criado (1993:42) el paisaje sería la reconversión conceptual del espacio que no solo es materia sino también imaginación y donde la objetivación se convierte en práctica social de carácter material e imaginario. Esta acción social está constituida tanto por las prácticas sociales (ie., la acción social de carácter intencional: procesos de trabajo, utilización de técnicas, ritos, enunciación de discursos...) como por la vida social misma (ie., la acción social no intencional, instintiva, determinada por los imperativos biológicos de la naturaleza humana y por la satisfacción de éstos sin dotar a la acción correspondiente de sentido adicional alguno) (Criado 1999).
En el caso de la arquitectura de San Lorenzo, es necesario comprender los cambios que el paisaje ha tenido en las distintas actividades naturales y culturales a lo largo de su conformación, y como estas fueron constituyendo un espacio específico con un emplazamiento en la cima de un cerro para ejercer dominio del territorio. De este modo, el estudio de la arquitectura del sitio, como parte del paisaje cultural del valle, permitirá analizar la función del asentamiento como un elemento esencial en la formación de las identidades territoriales, como un espacio lleno de significado, que fue parte de la construcción de un grupo social en un tiempo determinado. Su emplazamiento, en la cima de un cerro, permitió un control visual más amplio en el contexto de la visibilidad, donde se conjugaron dos estrategias: la exhibición y la monumentalidad del asentamiento, lo que pudo haber sido clave para legitimar y controlar y además manejar los recursos naturales, en este caso vertientes y tierras agrícolas que ofrecía el valle. Esta validez debió haber estado sustentada por su propia historia, ya que los orígenes de las poblaciones de San Lorenzo se relacionan con los antiguos grupos de pescadores que se emplazaron en dicho lugar con el propósito de experimentar prácticas agrícolas y donde construyeron los primeros cementerios de túmulos reafirmando los primeros cimientos de un manejo territorial del sector bajo del valle de Azapa3.
La Arquitectura de San Lorenzo: Análisis y Discusión de Tópicos
El territorio
Este comprende una serie de hitos geográficos demarcatorios, que según los estudios realizados, tendrían relación directa con la percepción que el ser humano tenía en ese momento y en ese mundo que lo rodeaba, es decir, estos sitios demostrarían un orden y una relación ceremonial con el paisaje. Un ejemplo de ello, es la vinculación con los cerros, presencia de túmulos y geoglifos a lo largo de todo el territorio en estudio, tal como Cerro Sombrero, Cerro Chuño y Morro de Arica, que constituyeron referentes territoriales con funciones definidas de acuerdo a una organización social, de dominio territorial, de ritos de identidad, de estatus u otro significado.
El territorio donde se construyó San Lorenzo se configura geográficamente por pequeñas serranías que conforman la ladera sur del valle y tres quebradas secas que confluyen con el valle de Azapa: quebrada del Diablo, quebrada las Lloyllas y la quebrada de Acha. Además comprende una serie de ciénagas y vertientes que nutrían de agua para la agricultura y la vida del asentamiento. La intersección de estas quebradas con Azapa permite que emerjan los llamados “ojos de agua”. Igualmente, los hitos a las cuales hemos hecho mención se conectan con senderos que se distribuyen por ambas laderas, aunque los mayores registros están dados en la ladera sur, teniendo como lugares de interdigitación los cerros wakas de Az-145 (Cerro Blanco), Az11 (San Lorenzo), Az-19 (Atoca) y Az-28 (Cerro Sombrero)4. Respaldando lo anterior, el territorio en cuestión es un proceso histórico relevante donde se asocian intensidades5 que permanecen hasta la actualidad y permiten reconocerlo como una representatividad dentro de la especificidad de paisaje, el que se ha reconstruido, redefinido y reactualizado mediante una forma de significar el medio circundante por parte de las sociedades que lo han ido poblando. El valle de Azapa fue el recorrido y medio de integración de las poblaciones que vivían bajo condiciones diversas, uniendo las tierras altas y bajas, y también rememora la de otros territorios, como parte de un proceso cultural continuo, -porque tiende a reterritorializar su identidad-, y discontinuo a la vez, -porque los procesos definen la permanencia-. El territorio es una expresión constitutiva del territorio físico y simbólico de las relaciones sociales de producción y de estructura social del valle. Y que, en el entramado de lo que configuran han construido una singularidad (asociada a dinámicas culturales y naturales), interpretable en el presente, desde enfoques de paisaje cultural (Peña 2014).
El emplazamiento
Este espolón rocoso se eleva aproximadamente 25 m sobre el nivel del valle, lo que en su condición natural de montículo queda establecido como un eje predominante del valle, bajo el concepto de terraza-mirador, lo que les permitía a sus habitantes tener bajo supervisión visual los acontecimientos geográficos y socio-culturales: (a) crecidas del río, (b) insectos transmisores de enfermedades palúdicas, (c) control de situaciones de beligerancia y, (d) mayor espacio de terrenos cultivables, entre otros (Figuras 1, 2, 3). Cabe mencionar que en los alrededores del sitio, se han hallado un alto número de asentamientos humanos especialmente cementerios los que se relacionan espacialmente con el caso de estudio.
Los recursos húmedos habrían abarcado una gran extensión, y generalmente, las comunidades se emplazaron muy cerca de ellos. Un ejemplo de aquello es que en el poblado se encontraron réplicas de pequeñas embarcaciones tipo balsas confeccionadas en totora apropiadas para el tránsito por estas ciénagas, siendo las más importantes en magnitud La Luna, La Mita Chica, y El Gallito, que se ubican en el sector medio del valle (Muñoz 2004). El valle está enmarcado entre cerros que presentan una diferencia de cotas de 300 m entre sus faldeos y la cima. La caja del valle en el sector de San Lorenzo tiene un ancho promedio de 1 km. Específicamente el asentamiento de San Lorenzo se encuentra a una distancia lineal aproximada de 12 km del océano Pacífico (desembocadura del río San José), lo que significa que en una caminata promedio de 5 km por hora demoraría aproximadamente 2 horas 30 minutos en desplazarnos hasta el litoral.
Organización del espacio y características arquitectónicas
La organización del espacio de San Lorenzo hace referencia a un emplazamiento de dominio territorial con características de ordenación espacial jerárquico, que expresa y representa un habitar mediante lo que ven y sienten los habitantes del lugar donde se emplazan. En este sentido y apelando a la semiótica de la arquitectura (Ching 1984:386), esta se convierte en un tipo de lenguaje mediante el cual, a través de la construcción de un objeto, las sociedades expresan su forma de habitar y sentir el mundo, es una expresión de su cultura hecha objeto, es cultura material. A través de su lectura podremos llegar a comprender el conocimiento, la tecnología o la concepción del mundo de una sociedad cualquiera.
En este contexto revisaremos la configuración de San Lorenzo con la idea de determinar cómo se componía o integraban las relaciones sociales de producción y de estructura social y cultural a través del espacio como una unidad. Es decir, los elementos que constituyen los aspectos esenciales se definen a partir de la organización espacial del conjunto.

Figura 1 Ubicación del asentamiento de San Lorenzo (AZ-11), ladera sur, valle de Azapa. Location of the San Lorenzo (AZ-11) settlement, southern slope, Azapa Valley

Figura 2 Levantamiento topográfico de San Lorenzo (AZ-11). Topographic survey of San Lorenzo (AZ-11).
Descripción general del asentamiento
El sitio alcanza una superficie de unos 29.106 m2 (2,91 ha). Sus límites se establecieron de forma natural siendo un área aterrazada entre dos montículos los que dan origen al emplazamiento. Un muro perimetral actúa como protección y límite constructivo que a su vez determinó los accesos y por lo tanto la jerarquización del espacio. Por ejemplo, en el sector más elevado estaría el área ceremonial, y el área central que corresponde a una especie de plaza central, sería el único espacio de encuentro que denominaremos R19, la que se conecta por medio de cinco corredores al resto del asentamiento (Figura 4).

Figura 4 Plaza, espacio ceremonial de mayor elevación (R.19) construido en el asentamiento de San Lorenzo, Montículo 1. Square, ceremonial space with the highest elevation (R.19) built in the San Lorenzo settlement, Mound 1.
Como el sitio se emplazó en un área rocosa las circulaciones se acomodaron al sistema del cerro y la conexión entre espacios dentro y fuera del área perimetral fue posible por medio de una cárcava entre ambos cerros, lo que permitió el desplazamiento hacia el área agrícola que circunda la ladera norte y sur. En el caso del tránsito hacia cementerios, petroglifos y corrales, existieron senderos directos que enlazaron estas áreas. Si bien la mayoría de los recintos constituyen espacios privados, no obstante, se piensa que muchos de ellos pudieron albergar a más de una familia. El sitio se compone de un muro perimetral y como elemento arquitectónico representaría una demarcación territorial en función de un dominio visual en el valle. Este muro era de un metro de altura, construido con piedras y cantos rodados pegados con argamasa compuesta por arcilla, restos de fogones y fibra vegetal6 la que funcionó como aglomerante. Las piedras fueron extraídas del banco del mismo cerro sobre el cual está sentado el sitio y en general no fueron canteadas.
Por otro lado, a la hora de emplazar el poblado seguramente la propia topografía concedió la forma que dio lugar al asentamiento como tal, es decir, la materia, la sinuosidad, lo escarpado y la visión. De este modo, se concibió una locación con características propias de lo que otorgaba el territorio. Una locación que dió origen a la disposición de los espacios que comprendieron el asentamiento como las viviendas, áreas de encuentro, ritualidad, etc. Este pensamiento hace presumir que el muro y los recintos en general siguen el orden del cerro como una condición natural. Es por esto, tal vez, que la forma adquirida en el montículo 1 es más relevante al momento de emplazar los recintos y un centro donde se habría concentrado el aparato administrativo-ceremonial de la aldea.
El área central de San Lorenzo, se constituye por una pirca simple que lo convierte en un espacio de encuentro que denominaremos plaza (R19) y que se ubica en la parte más alta del promontorio. En este mismo lugar existen otros recintos bajo superficie de forma circular y cuyas fosas están revestidas con piedras. Es posible que estos espacios estén relacionados con espacios fúnebres y de almacenaje. La estera de fibra vegetal encontrada fuera de los recintos se presume que fue para cubrir techumbres y pisos de los recintos que se presentarían un tanto rugosos y ásperos.
Dentro del sitio existe un área más extensa que es la que ocupan los recintos habitacionales denominados R1, R5, R6, R28, R29 (Figura 5), y es muy posible que estos hayan sido ocupadas por familias extensas. Fuera del asentamiento, en el faldeo del cerro y en la caja de valle, existen restos que indicarían que aquí se asentó la población común en unidades habitacionales dispersas o agrupadas en unidades de no más de 10 habitaciones.
Tipo de construcción
La construcción de San Lorenzo es básicamente un sistema de muros de piedras de cantos rodados, ignimbritas y andesitas, las que se trabajó por su cara exterior y pegada con mortero de cenizas. Se utilizó además caña como elemento estructural de muros verticales y horizontales y totora como cubierta. Este tipo de construcción respondió a la naturaleza y a condiciones climáticas que ofrece el sector medio del valle, permitiendo de esta manera, proporcionar condiciones térmicas favorables a la vivienda y a los recintos en general. Por otro lado, San Lorenzo nos muestra una arquitectura homogénea en cuanto a formas simples y tamaño, hay una preocupación por dar sustentabilidad a los muros de contención que es mediante el uso de morteros y sistemas de plomadas o nivelaciones verticales. Hay cimientos que le dieron estabilidad y resistencia al desplazamiento humano y probablemente a movimientos sísmicos muy propio de la zona norte de Chile.
Métodos constructivos
Como se ha mencionado anteriormente, el sistema constructivo está dado por muros de piedra y estructura de caña ejecutada bajo la característica geográfica concedida por los cerros donde se emplazó la aldea, es decir, se preparó la pendiente para un sistema de terraplenes respondiendo a las curvas y sinuosidades del terreno.
Vale mencionar que en la arquitectura tradicional la piedra tiende a ser un elemento significativo y muy importante, rígido, de gran volumen, peso e inercia, que lo hace un elemento resistente (Figura 6). En ese sentido, los habitantes de San Lorenzo usaron la piedra con el propósito de mejorar la resistencia de sus construcciones en una zona altamente sísmica; explotando los recursos naturales disponibles y elaborando técnicas como el uso de esteras vegetales depositadas entre las piedras, lo que permitió dotar de cierta plasticidad a las construcciones enfrentadas a movimientos horizontales.
La planta de arquitectura es de forma rectangular o tiende a serlo, y para estabilizar la estructura de piedra se emplearon muros de cañas de varias hiladas para dar la rigidez y espesor necesario que contribuiría a la compactación del recinto. Según Muñoz y Focacci (1985) dos de estos presentan muros de cañas. Uno tiene la totalidad del muro, sin embargo, en el sector este se constató un espacio libre de unos 60 cm que correspondería a un vano como acceso. En el interior se encontraron restos de esteras de totora, postes de madera de molle de distintos espesores ubicados en el centro lo que podría establecer una forma de estructura central para sustento de la cubierta. También se ha verificado la presencia de un muro como forma divisoria de los espacios interiores de la vivienda. Con respecto al muro exterior o de contención que conforman los terraplenes, estos se estructuran a partir de inserciones verticales u horizontales de piedra en el caso de las fundaciones, las que en su basamento no se sabe con determinación si habría conservado el mismo nivel, pero si con una nivelación previa. Los muros que continúan la fundación son del tipo pirca y pegadas, algunas, con argamasa. Sus dimensiones son dependiendo de su ubicación en la hilera, si bien, en el basamento son de mayor tamaño en la parte superior son menores, aunque en algunos terraplenes se aprecian piedras de menor tamaño utilizadas en la estructura basal (Figura 7).

Figura 7 Terraplenes construidos a partir de inserciones verticales u horizontales de piedra, pegada con argamasa de barro y cenizas. Embankments built from vertical and horizontal stone insertions, pasted with mud and ash mortar.
De este modo, en la medida que el muro iba construyéndose se establecían límites que dieron lugar a líneas y ángulos rectos en diversas direcciones, estos dieron lugar al asentamiento y los constituyeron en un cerro habitable. Respecto a la mampostería, desde los cimientos a los niveles superiores se observa niveles de plomadas con un ángulo de inclinación superior que bordea los 85°.
Las piedras utilizadas en la construcción de los terraplenes son, por lo general, de superficie lisa y que en su conjunto se obtiene un mosaico de texturas sobre relieve, sin uso de argamasa. Otra técnica, es el uso de clastos de mayor volumen unido con argamasa de cenizas, carbón, vegetales, huesos de animales incinerados, entre otros (Figura 8). Hay también terraplenes con muro frontal flanqueado por sus dos costados laterales y se confirma el uso de clastos y cantos rodados en los muros de menor altura.

Figura 8 Construcción de terraplenes conformando un plano horizontal. Arquitectónicamente corresponde a un sistema básico de terraplén que sigue la forma escalonada. Construction of embankments forming a horizontal plane. Architecturally it corresponds to a basic stepped embankment system
La construcción del poblado de San Lorenzo sobre dos cerros fue posible gracias a un sistema de aterrazamiento que permitió desarrollar el hábitat sobre un plano horizontal, lo cual arquitectónicamente estructuró un sistema básico de terraplén escalonado tipo piramidal. Esta conformación espacial dio cabida a distintos tipos de ocupación dentro del asentamiento total. Aprovechando las sinuosidades del cerro se desarrollaron distintas estructuras ya sean del tipo vivienda, espacio público o ceremonial. Un ejemplo de aquello es la tumba hallada y adosada al terraplén más alto del área central del poblado cuya forma circular fue construida en doble hilera de piedra pegada con argamasa de ceniza (Figura 9). Del análisis arquitectónico de San Lorenzo en torno a los tres niveles espaciales de ocupación entendemos lo siguiente: (a) el primer nivel está relacionado con el dominio visual del territorio y de los recursos que ofrece el valle; (b) el segundo nivel, a pesar de su agreste topografía, fue aprovechado para la habitabilidad dejando expedita la superficie de los cerros para tal efecto y los cuales al parecer fueron cubiertos por esteras como capa de suelo aislante y; (c) el tercer nivel se fundamenta en la construcción de recintos rectangulares construidos con muros de caña y cubiertas de junquillos y totora. El orden de la construcción en general está dado por las condiciones espaciales que ofrece el cerro para su mayor aprovechamiento. Por consiguiente, la arquitectura en San Lorenzo nos muestra claramente que es parte del paisaje, de este paisaje de valle, pero además es una realidad que está íntimamente relacionada en su origen como acción constructiva y como en su evolución, siendo ambas resultados de un proceso de apropiación del espacio y artificialización del medio que informa sobre los distintos aspectos de las sociedades que fueron impulsando estas transformaciones del espacio y del medio, es decir: el saber tecnológico, orden económico, orden social o cultural, en definitiva, su saber-poder de esas sociedades que poblaron este valle.

Figura 9 Tumba adosada al terraplén más alto del área central del poblado, de forma circular, construida en doble hilera de piedra pegada con argamasa de ceniza.Grave attached to the highest embankment in the central area of the town, in a circular shape, built in a double row of stone pasted with ash mortar.
De este modo, los aspectos relevantes conceptuales se enraízan en la capacidad de establecer una aproximación global, integrada, no sectorializada al territorio que articula las interrelaciones entre elementos y procesos de la naturaleza. En este contexto aparece la arquitectura, hecha espacio y forma, que constituye una configuración que estuvo organizada de un modo coherente con la representación del mundo que esa cultura produjo y en ese argumento el espacio no tiene esencia sustancial en sí, como uno, sólo en una asociación de relación este adquiere significado, como es el caso de San Lorenzo. Seguramente el emplazamiento sirvió para implementar estrategias sociales e ideológicas y por sobre todo evidenciar una construcción de organización localizada donde los asentamientos de carácter dispersos van desapareciendo y aparece una ordenación territorial mayor. Asimismo en relación a lo anterior, Mañana et al. (2002) sostienen que:
en una categoría más contextual, el paisaje, entiende que el espacio es una construcción social, imaginaria, en movimiento continuo y enraizada en la cultura, existiendo una estrecha relación estructural en las estrategias de apropiación del espacio entre pensamiento, organización social, subsistencia y concepciónutilización del medio ambiente (Mañana et al. 2002:18).
Aprovisionamiento de Materias Primas
Material lítico
El material lítico empleado en la construcción de San Lorenzo se obtuvo de varias canteras, una de ellas se encuentra en el mismo cerro, en el sector noreste del promontorio. Los bolones que forman parte de la estratigrafía del cerro corresponden a ignimbrita de color gris verdosa, material que sustentó la edificación de algunos terraplenes. Esta cantera también se aprovechó para la preparación de bóvedas mortuorias. Otra cantera se ubica al suroeste de la aldea, espacio que fue ocupado por esta población como cementerio (Az-75). Esta cantera es originada por un deslizamiento parcial de la ladera y que generó fracturas del estrato rocoso con movimiento de rodados y fragmentos menores (Figura 10). Este material fue aprovechado para construir la arquitectura a nivel de cimientos y el muro perimetral del sitio.
Figura 10 Cantera sur, originada por un deslizamiento parcial de la ladera sur; el material fue aprovechado para construir los cimientos y el muro perimetral del sitio. Southern quarry, caused by a partial landslide in the southern slope; the material was used to build the foundations and the perimeter wall of the site.
Otro lugar donde pudieron haber extraído material fue el sector de puntilla Cabuza y el Chuval cuyos afloramientos son de calcedonia y cuarzo, las que sirvieron en manufacturas líticas para el asentamiento. El lecho del río San José también fue un área de aprovisionamiento de cantos rodados para cimientos de terrazas y de arcillas para la elaboración de argamasa que fue preparada con material silíceo propio de los suelos del sector, además de restos vegetales y agua. En total hemos cuantificado cinco áreas de aprovisionamiento: (a) cantera ubicada a los pies del promontorio en la pared noreste; (b) cantera de la ladera sur donde se ubica el cementerio de Az-75; (c) cañaverales del sector de San Lorenzo donde obtuvieron los recursos vegetales como la caña, junquillos, totora, entre otros; (d) afloramientos rocosos de quebrada del Diablo y Altos de Cabuza y; (e) cauce del río donde recolectaron arcilla y cantos rodados (Figura 11). Para la unión de los elementos constructivos de piedra, ya sea en cimientos de viviendas, revestimiento de pozos de almacenaje, tumbas, etc. se usaron morteros en base a cenizas, arcilla y agua.
Material vegetal
Las plantas gramíneas es uno de los elementos vegetales que se emplearon para la construcción. Fueron extraídas de los cañaverales que se ubicaban entre la confluencia del valle de Azapa con la quebrada del Diablo por el noreste, y quebrada de las Lloyllas por el sureste. Su uso fue empleado en la construcción de muros de los recintos habitacionales. Se extrajo además totora y junquillos, material que fue aprovechado para la manufactura de cubiertas para techumbre y/o también en pisos. Estos últimos se usaron, en el interior de los recintos, cuando el terreno era muy abrupto.
Las esteras también fueron utilizadas en la construcción de los terraplenes para dar más contundencia, estabilidad y plasticidad a los bloques para evitar derrumbes en los terraplenes. Asimismo estas esteras fueron utilizadas para cubrir interiormente los pozos de almacenajes y en algunos casos las tumbas. Otros recursos aprovechados fueron las plantas arbóreas tales como molle, pacae, yaro y chañar empleados como soportes de las cubiertas.
En síntesis, podemos señalar que en la construcción de los distintos espacios del asentamiento se usaron: (a) piedras independientes a su composición, densidad y resistencia; (b) tierra para nivelar el terreno la cual fue extraída de las cercanías del sitio,- aún es posible observar la presencia de marcas donde se extrajo la tierra-; (c) madera, totora y junquillo materiales usados en la estructura de los espacios interiores extraídos de humedales y vertientes los cuales respondieron térmicamente muy bien a las condiciones climáticas de la zona.
Áreas y espacios de actividades exteriores
Estas áreas son las que conforman el espacio exterior del asentamiento. Algunos de ellos, desde el punto de vista espacial se relacionan estrechamente con la zona residencial, en cambio otros ocupan espacios más alejados pero dentro del entorno del asentamiento. Dentro de la morfología espacial del sitio un rasgo a considerar es el muro perimetral construido en hiladas de piedra, el cual define cuatro accesos al espacio central de la aldea (Figura 12). Este muro fue construido realizando dos pircas de piedra rellenas con tierra con lo que se estableció un ancho promedio de 90 cm.

Figura 12. Muro perimetral construido en doble hileras de piedra. Perimeter wall built on double rows of stone.
El área central cumple la función de distribuir y señalar las áreas, los accesos, los desplazamientos y accesibilidad dentro del sitio (Figuras 13 y 14). Desde este espacio central observamos tres desplazamientos en distintos niveles orientados hacia el oeste, este y sur del asentamiento. En estos pasos fueron hallados restos de esteras de totora y junquillo que corresponderían a separadores de espacios interiores además de ser utilizados como capa de pisos. En el área de pozos de almacenaje se registraron tres en total, según Muñoz (2004b) habrían sido construidos a partir de un depósito subterráneo revestido de piedras (Figura 15). Otra área a destacar es la que corresponde a lo que ocuparía el lugar más alto de la aldea, espacialmente es una explanada de tierra de 6 m de ancho que podría señalarse como la plaza central. En esta se encontró una estructura de piedra de forma circular en cuyo interior de hallaron osamentas humanas. Como señala Muñoz (2004a) correspondería a una tumba que se construyó sobre la superficie; las piedras fueron pulidas y pegadas con argamasa de barro y ceniza. También desde el punto de vista ceremonial, en las esquinas de los aterrazamientos, fueron hallados enterramientos humanos, depositados en estructuras de piedras de forma circular de 60 cm de diámetro aproximadamente. Los cuerpos presentan las piernas flexionadas y están envueltos en mantas y camisas con escaso ajuar; estos corresponden a entierros del periodo Intermedio Tardío, Tardío (Inca) e Indígena Colonial. La presencia de estas inhumaciones, posiblemente se relacione a rituales de identidad y pertenencia, vinculados con los ancestros que edificaron y vivieron en dicho lugar (Muñoz 2017).

Figura 13 Planta de distribución espacial y de accesibilidad al sector central del poblado de San Lorenzo. Montículo 1. Floor of spatial distribution and of accessibility to the central area of the town of San Lorenzo. Mound 1.

Figura 14 Planta de conectividad en el asentamiento de San Lorenzo, sector central. Montículo 1. Connectivity floor in the San Lorenzo settlement, central area. Mound 1.

Figura 15 Pozos de almacenaje, construidos a partir de un depósito subterráneo, revestidos con piedras. Storage wells, built from an underground deposit lined with stones.
Respecto a las áreas ubicadas en el entorno del asentamiento estas corresponden al cementerio Az75, ubicado al suroeste, en el sector medio y faldeos de los cerros de San Lorenzo, a 700 m de la aldea. Este constituye junto a los túmulos funerarios Az12 las áreas funerarias más extensas relacionadas a la aldea. En este mismo sector fueron halladas una serie de figuras trabajadas en bloques de piedras con diseños zoomorfos y geométricos.
Por cierto, y vale destacar el recurso hídrico como un espacio determinante en la sectorización del asentamiento de San Lorenzo, el que estuvo constituido por una serie de vertientes o manantiales que brotaban en el sector medio del valle formando ecosistemas verdes. En relación a estas vertientes hemos registrado trazos de acequias que se relacionan directamente con sectores aledaños a la aldea en donde existen cultivos agrícolas. Las evidencias demuestran que el conocimiento que las poblaciones manejaban sobre el agua les hizo determinar el emplazamiento y asentarse en lugares y espacios donde pudieran obtener el control económico del recurso hídrico, destinado para el consumo y el cultivo a partir del riego, las aguas eran trasportadas desde las vertientes y en el caso de San Lorenzo, el agua se habría distribuido mediante una red de acequias que se constituyeron en una extensa red hidráulica que irrigó el sector medio del valle, posiblemente desde el kilómetro 4 al 14 mediante el sistema caracol.
Las áreas agrícolas y el sitio de San Lorenzo se comunicaban por senderos que bajan desde la cabecera del valle hasta la desembocadura del río y la costa sur de Arica. No se aprecia ni se identificó un área destinada al acopio de residuos domésticos, posiblemente fueron reutilizadas para nivelar nuevos cimientos en la medida que el poblado crecía.
El entorno del poblado como espacio de intercambio
Por las dimensiones y características de la aldea, ubicación geográfica y su conexión con el litoral, hizo de ella un espacio social y económicamente atractivo. Las evidencias de producción agrícola sumada a los sistemas de conducción de agua indicarían que productivamente el entorno de la aldea de San Lorenzo habría sido un vergel, lo que sumado a los recursos marinos permitió que estos pobladores tuvieran una economía controlada, incluso con excedentes, constituyéndose por lo tanto en un espacio poblacional de múltiples relaciones tanto con grupos locales, como de otros valles y regiones más distantes de los Andes. En este contexto y sustentado esta hipótesis, diversas son las evidencias que nos llevan a definir espacios de circulación y algunos objetos, los cuales fueron parte de la parafernalia que implicó la movilidad e intercambio generado en el sector bajo del valle de Azapa.
Al exterior del muro perimetral nos encontramos con los recintos construidos en una depresión o cárcava que flanquea al sector sur del asentamiento, esto corresponde a espacios posiblemente destinados a albergue de animales, cargas y pertrechos. Estos son espacios amplios, flanqueados por muros de contención construidos con técnicas aterrazadas. Este lugar está conectado con las redes viales que bajan por la ladera sur y cuyos puntos de desplazamiento son la terraza (pampa) de Alto Ramírez, las serranías del Cerro Sombrero, para luego bifurcar hacia la costa sur y la desembocadura del rio San José.
Podríamos señalar que en San Lorenzo, el lugar de llegada y concentración de recuas caravaneras, pudo haber sido el espacio cercano al recinto 32. Se desprende esta hipótesis puesto que allí, en las áreas de depósito, se encontró y registró restos de maíz, pacae, calabaza, poroto, etc. Otro espacio de estancia podría haber sido la base de la ladera sur y los faldeos del promontorio de San Lorenzo7, allí detectamos evidencias de coprolitos de camélidos en estratos precolombinos.
En el cementerio Az-75, sector A y B, se encontraron grandes bloques de piedra con figuras de petroglifos. En este sector, se observan también trazados de senderos que formaron parte de caminos que se dirigían por la ladera sur hacia la costa. En las ofrendas de los entierros de Az-75 junto a la cerámica, tejidos y cestería fueron hallados una serie de materiales como plumas de colores de especies de aves tropicales, un pequeño mono de la especie Alouatta seniculus y objetos en metalurgia, contextos que al parecer fueron obtenidos como consecuencia del intercambio de productos (Muñoz 2004a). Del análisis realizado se desprenden dos aspectos que están íntimamente ligados: el paisaje y la construcción social en la aldea de San Lorenzo, donde el paisaje fue el espacio sobre el cual quedó inscrita la cultura, las huellas y marcas dejadas por quienes habitaron la aldea, pero también un espacio depositario de memoria. Se trata de una de las formas de objetivación de la propia cultura.
Desde el punto de vista del paisaje el territorio como tal “concretiza la manera en la cual el hombre y sus sociedades se representan, conciben y producen su relación con el espacio” (Guy Di Méo 2001). Es entonces que, por la acción del ser humano que el territorio deja de ser solo físico para convertirse en espacio social y geográfico; registrando, almacenando, recordando todo proceso que en él ocurre. En estas condiciones el sitio San Lorenzo crea, interpreta e identifica el territorio y lo convierte en arquitectura, es decir, el paisaje establece un modo de leer el territorio donde el ser humano integra la dimensión material de la naturaleza y la dimensión inmaterial de la cultura y es aquí donde sustenta los valores, dinámicas y formas de producción de un espacio y tiempo determinado. De este modo, la arquitectura sostuvo y fue el eje estructurador de un sistema específico de manejo del medio que determinó las relaciones sociales y productivas, y al mismo tiempo muestra cambios profundos en las relaciones sociales y de naturaleza.
En esta relación de naturaleza-cultura es que las tecnologías se disponen en unas específicas y que justamente dan cuenta de un territorio particular en cuestión, es decir aprovechamiento y uso de materias primas en la construcción: tierra, fibra y/o piedra y otros materiales, que se establecen como articuladores del espacio habitado y la construcción del territorio social. Es así que la materia como materialidad se constituye en un elemento de representación, de práctica y percepción del ser humano.
Como hemos planteado previamente, el emplazamiento es muestra del dominio y control visual del territorio, mostrando una relación directa con cerros y vertientes. A partir de lo anterior es que también organizan el espacio de acuerdo a la geomorfología del lugar, o sea, organización del espacio habitable dependiendo del terreno (plano o terraza) para la maximización del desarrollo de determinados espacios: habitacional, económico, desplazamientos, circulaciones, ritual, etc. Y también el de producción donde explotan suelos agrícolas y manejo de las aguas de vertientes por medio de acequias.
Otra particularidad es el trabajo realizado a nivel de suelo, este estuvo condicionado por la naturaleza abrupta e irregular del terreno construible, lo que permitió ocupar únicamente ciertas áreas de su superficie como lugar. Es así como las formas y dimensiones de los espacios y/o recintos resultan ser también irregulares, siendo necesario el desarrollo de trabajos de compactación ardua para nivelar y ocupar las laderas. Como ha comprobado la investigación, estas contienen una alta depositación de sedimentos, tierra, carcajos y esteras para lograr una nivelación confiable.
En síntesis, esta forma de construir y moldear los cerros hicieron de San Lorenzo un asentamiento con características arquitectónicas propias, lo que marca diferencia con restos de asentamientos construidos en el sector bajo del valle de Azapa, cuya tecnología de construcción fue más simple. Todos estos componentes antes mencionados comprenden la arquitectura del valle de Azapa en el desierto de Atacama y que también estarían vinculadas a la arquitectura de tradición valluna costera.
Caracterización física de la unidad residencial
Para precisar funcionalidades de orden humano en los recintos habitacionales, se han hallado evidencias de postaciones las que pudieron haber soportado estructuras de techos o cubiertas a manera de abrigos y sombras. En el caso de los recintos 1 y 44, observamos maderos de arbustos de pacae y molle utilizados para sostener techumbres confeccionadas con estera. La excavación de ambos recintos arrojó una serie de testimonios que complementan la información de los recintos descritos anteriormente (Muñoz 2004a). Tenemos la presencia de muros divisorios construidos de caña, sumada al hallazgo de restos de esteras de totora, al parecer, usadas como cubre-pisos en terrenos con superficie pedregosa. Un acercamiento hipotético de una vivienda en San Lorenzo, según los estudios realizados en los recintos 1, 13, 28, 29, 44 (Muñoz 2004b, 2010) señala que estas estuvieron estructuradas por muros de cañas puestas verticalmente y cañas transversales con amarras para darle rigidez y establecer una cubierta compacta, resistente a los embates de vientos especialmente en los inicios del periodo estival. Al parecer no fueron recintos de mucha altura debido a las características de las cañas que no se presentan aptas para sostener una cubierta. La techumbre al parecer no cubrió la totalidad de los espacios del recinto, sino que solo ciertos espacios lo que generaron sombras durante el día y abrigos en la noche. Sobre el suelo o piso de tierra se encontraron basuras producidas por preparación y consumo de alimentos, fragmentos de tecnologías utilitarias, entre otras. En los recintos 9, 28 y 29, restos de desperdicios se ubican junto a extensos fogones que hace suponer que fueron utilizados para preparar alimentos (Muñoz y Cruz 2005). La presencia de componentes orgánicos vegetales y animales hallados en el relleno de nivelación de pisos, indicaría que este material no correspondió a desperdicios dejados por los residentes de los recintos, sino que por el contrario, habría sido un material traído de otros sectores del poblado para dicho fin.
Áreas de actividades especializadas dentro de los recintos
Según Muñoz (2004b) y Muñoz y Cruz (2005) varias son las áreas de actividad que se han registrado dentro de los recintos habitacionales (Figura 16). En el orden doméstico: la primera área corresponde a la de servicio, la que se caracterizaría por fogones donde se cocieron alimentos. La presencia de fósforo y restos de material graso en los sedimentos apoyarían esta hipótesis. Junto a estos fogones se hallan restos de cocina que se caracterizan por pequeñas depresiones (holladas) revestidas con piedras y cenizas además de restos de basuras, vinculados con la preparación y consumo de alimentos. Según Muñoz (2004b) los mayores registros de basuras están dados por restos de maíz, molle, calabazas, además de porotos, pacay, chañar y algarrobo. Estos registros se hallan vinculados a los pisos de ocupación, R1, 9, 13, 28, 29 y 44, donde se observa una cantidad apreciable de desechos vegetales, restos óseos de animales, cenizas, carbón, ramas, semillas, maderos, restos de artesanía (cerámica y tejidos)8 mezcladas con restos de basuras y concreciones de material orgánico endurecido como consecuencia de líquido diluido en el estrato ocupacional. Posiblemente correspondan a restos de brebaje utilizado en la alimentación. Junto a estos desechos económicos se hallan una serie de fragmentación cerámica, la que presentan en su cara interior restos de almidón, lo que sugeriría que fueron tiestos donde se prepararon comidas (Muñoz 2004a).

Figura 16 Ilustración del área de actividad dentro de los recintos habitacionales. Drawing of the activity area within the residential premises.
Una segunda área se vincula al almacenamiento y corresponde a pequeños pozos de almacenaje de unos 30 cm de diámetro. La presencia de estos pozos construidos bajo superficie conformando una cámara cilíndrica y otras semi-abovedadas, pertenecerían a pequeños silos de carácter familiar. El indicador más concreto que fundamenta su funcionalidad como pozo de almacenaje sería la presencia en su interior de mazorcas de maíz y fragmentos de calabazas. La sedimentación, restos vegetales, fragmentos u osamentas de animales encontrados en el interior de los pozos debieran responder al abandono del área y la acción de agentes naturales y antrópicos.
Una tercera área correspondería a la de manufactura. La presencia de lascas y láminas de calcedonia con retoques en los bordes y pulimiento en su superficie, abre la posibilidad a que dichos fragmentos fueron residuos que quedaron producto de una actividad por desgaste o fase terminal de un instrumento. Para la talla del instrumental lítico no hay estudios microresidual tanto en el piso interno como externo, sin embargo, la presencia de núcleos y nódulos hallados en los restos de desperdicios, indicaría que algunos de estos materiales requirieron de una talla más fina con el propósito de confeccionar pequeñas puntas de dardos para la caza de aves, o retoques más acabados en la confección de las palas líticas usadas para trazados de surcos de acequia o desmalezamientos. Otra manufactura lo constituyen hondas o boleadoras trabajadas de pequeños cantos rodados. La presencia de distintos modelos de batanes podría ser la explicación en el sentido que, los agricultores de San Lorenzo, habrían moldeados cantos rodados para transformarlos en herramientas domésticas como morteros utilizados para la molienda de harinas de maíz, ají, granos de porotos, entre otros. La confección y reparaciones de prendas y piezas textiles, la presencia de fibras de lana y vegetal e instrumentos para hilar (husos, torteros, vichuñas) confeccionados en distintas materialidades, sugeriría que los pobladores de San Lorenzo tejieron y repararon su vestimenta.
Una cuarta área correspondería a la ceremonial: la presencia de círculos de piedras, en la esquina de los recintos en cuyo interior registramos entierros de llamas con la ausencia del cráneo, además de entierros de cuy y perros sacrificados con corte en el cuello y corazón del animal, ha conducido a Muñoz (2004a) a plantear la hipótesis que estos animales pudieron haber sido parte de rituales de fundación y protección de las viviendas.
También podemos decir o incluso establecer que la arquitectura de San Lorenzo más allá de haber otorgado espacios de habitabilidad, fue una arquitectura que puso acento al espacio mortuorio, en el mismo lugar donde se construyeron recintos residenciales. Se observa por ejemplo la presencia de inhumaciones excepcionales, como el depositado en la cima del montículo 1 donde se construyó una tumba en cuyo interior se encontró el cuerpo de un individuo. Otros hallazgos particulares lo constituyeron entierros en los farellones del promontorio de San Lorenzo y en los faldeos de este, al parecer constituyen evidencias fúnebres de los primeros momentos de ocupación del asentamiento vinculados a los agricultores que habrían dado inicio al desarrollo aldeano. En esta perspectiva coincidimos con Kaulicke (2001) en el sentido que en todos estos contextos funerarios vemos un fuerte ceremonialismo en torno a la muerte, de tal manera que, desde el punto de vista cósmico, hubo una relación entre el mundo de los vivos y el de los muertos9, esto según Muñoz (2017) se manifiesta a través de los distintos tipos de entierro, relacionado con los orígenes del poblado, rituales de fundación de las viviendas, entierros excepcionales vinculados con la elite y sacrificios de camélidos depositados en el interior de los recintos habitacionales.
Así como los muertos fueron parte de la convivencia diaria con las poblaciones de San Lorenzo, de la misma manera vemos una relación espacial y ceremonial con determinados hitos geográficos, los que al parecer fueron determinantes en la vida de estos agricultores, este es el caso del agua a través de las vertientes y los cerros quienes debieron haber formado parte de la estructura ideológica fundacional de estos grupos aldeanos.
Reflexiones Finales
Finalmente reflexionamos sobre cómo fue pensada y construida la aldea de San Lorenzo, para lo que se hace necesario en primer lugar indagar sobre la temprana arquitectura existente en la costa centro sur andina10 especialmente en algunos asentamientos del periodo Medio e Intermedio Tardío como Pueblo Viejo y Cahuachi, niveles I y II en el valle de Nazca (Orefici y Drusini 2003)11 y Cerro Baúl en el valle de Moquegua. En segundo lugar, este análisis permite reflexionar acerca del orden simbólico que advierte la relación del ser humano con la naturaleza, donde la idea de espacio es un sistema de representación de la realidad. Con esta premisa dirigiremos nuestras reflexiones finales en el sentido que la arquitectura de San Lorenzo parece ser un ejemplo de ideas generadas en la costa desértica. Su semejanza con algunos rasgos de la arquitectura de Nazca (Pueblo Viejo) y del asentamiento de Cerro Baúl, más allá de la contemporaneidad, proyectan un espacio político administrativo que unificó e integró el entorno a manera de representar lo inmediato y también como una identificación del estar. De este modo, la ubicación del emplazamiento reviste gran importancia ya que remite a la alta comprensión del espacio que las sociedades tuvieron al momento de emplazarse en este sector del valle, y de esta manera, construir una forma de habitar, donde las prácticas culturales responden a la primacía del conocimiento que tenían del paisaje natural para domesticarlo y que a la larga significan el ser y estar en un espacio determinado. La construcción del emplazamiento de San Lorenzo es el resultado de varias generaciones de poblaciones que habrían jugado un rol importante en el proceso de la agriculturización del valle, de tal manera que, el surgimiento y desarrollo se habría debido a que el territorio como producto histórico tiene condicionantes y a su vez una correlación con la economía y los modelos de acumulación que corresponden a cada relación que define la propia dinámica de la naturaleza. Esto puede ser caracterizado de la siguiente manera (a) las relaciones sociales de producción (formas de propiedad de la tierra, propiedad de los medios de producción, formas de apropiación del plusvalor; (b) la estructura social del territorio (clases sociales y luchas de clases, los valores culturales dominantes, las relaciones de poder, las visiones ideológicas, las relaciones étnicas, las relaciones de género) y; (c) el orden simbólico que marca la relación entre seres humanos y naturaleza. Desde este análisis podemos tener una lectura del valle en la forma cómo operaron, operan y se combinan estos factores a través de procesos de la transformación agraria que se ha desarrollado en el valle de Azapa. En este entendido, el proceso diacrónico que define el uso económico del territorio, las formas de superestructuras de uso y ocupación del territorio componen y han compuesto la configuración territorial y de las territorialidades. De este modo, la producción agrícola habría solventado las necesidades de la población, además de tener excedentes para intercambio. Así la importancia de la producción marina habría sido complemento importante en la dieta y posiblemente como parte de una economía de reciprocidad, especialmente pescado y marisco seco. El consumo de carnes tanto de camélidos como de aves, también habría sido parte del sustento alimenticio12. Toda esta organización social y cultural se contenía dentro del marco urbanístico y utilización racional de los espacios, donde existía un área de actividades como: talleres, desperdicios, almacenamiento, intercambio todo esto conducido por una estructura administrativa, cuyos fundamentos ideológicos estuvieron marcados por el culto al agua, los ancestros y el entorno en general, fundamentalmente los cerros como entes protectores de la comunidad. Sin duda, en el éxito de esta organización aldeana debieron haber jugado un rol importante las redes de estructura social e interacción social y económica, las que posiblemente fueron dinámicas y complementarias. En este sentido, pensamos que el rol de la familia y las alianzas entre estas, debieron ser fundamentales para la consolidación de una estructura política, social y económica que integró a la comunidad del propio valle y de otros valles de la región occidental andina13.