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Historia (Santiago)

versión On-line ISSN 0717-7194

Historia (Santiago) v.35  Santiago  2002

http://dx.doi.org/10.4067/S0717-71942002003500017 

MATEO MARTINIC. Menéndez y Braun. Prohombres patagónicos. Punta Arenas. Ediciones de la Universidad de Magallanes, 2001, 433 págs., láminas.

El profesor Mateo Martinic, cuya importante obra historiográfica sobre Magallanes demuestra su profundo conocimiento del pasado y su cariño por esos territorios, nos entrega ahora una biografía de dos grandes empresarios patagónicos: José Menéndez y Mauricio Braun. Es una historia de vidas paralelas que convergen cuando este último se casa con Josefina Menéndez Behety, hija del primero. Punta Arenas no era una ciudad grande, y vistas las frecuentes oportunidades de encuentro entre ambas familias, resultaba natural el matrimonio de este joven empresario con la hija uno de los dos hombres más acaudalados de la región. Cabe observar que el otro magnate regional era José Nogueira –cuya vida ha sido estudiada por nuestro autor en una monografía anterior– fue casado con Sara Braun, la hermana de Mauricio, a quien dejó como heredera.

No solo se entrelazaban las familias; también los negocios: en un comienzo, la relación era, las más veces de competencia, pero a medida que se avanza en el tiempo, se aprecia un creciente nivel de colaboración. A decir verdad, las actividades económicas de los personajes reciben más atención que los aspectos familiares y domésticos. La perspectiva para abordarlas no es tanto como casos de estudio de historia empresarial sino como otra forma de aproximarse a la historia regional.

Uno de los puntos que el autor destaca es la clara separación de los negocios a pesar de las relaciones de parentesco. Quizás ello obedezca en parte a los diferentes estilos para administrar sus asuntos. Mientras Braun se apoyaba en socios y colaboradores de confianza, rasgo que comparte con su cuñado Nogueira, José Menéndez tendía a concentrar todo en sus manos. Llama la atención lo reacio que se mostraba este para delegar el poder de decisión en su hijo Alejandro y en incorporar a sus otros hijos varones en los negocios, aun cuando esperaba que fueran los naturales continuadores de los mismos. De ahí las tensiones producidas entre padre e hijos a raíz de la partición de bienes tras la muerte de su mujer. La correspondencia que se reproduce al respecto resulta de particular interés no solo porque aclara situaciones, sino también por ser reflejo de una mentalidad característica de muchos self made men.

No se sabe demasiado de los primeros años de José Menéndez ni de la familia de Braun, hasta su llegada a Punta Arenas y durante sus primeros años en la colonia. A ello contribuyen, sin duda, los efectos de la sublevación allí acaecida. Sin embargo, la información disponible aumenta a medida que se avanza en el tiempo; los personajes van cobrando mayor nitidez y sus actividades adquieren mayor prominencia. Un rasgo común de ambos empresarios es la variedad de sus negocios. Estaban metidos en todo: Menéndez tenía naves, habilitaba expediciones loberas, participaba en la explotación de naufragios, incursionaba en la crianza de vacunos y caballares, se interesaba en la explotación de oro y traficaba con los tehuelches, además de manejar su establecimiento de comercio general donde se vendía desde ar-tículos navales y ferretería hasta abarrotes, ropa y calzado. Mauricio Braun, en sociedad o por su cuenta estaba activo en varios de estos rubros, además de la explotación maderera y la caza de ballenas. Este quehacer múltiple se explicaría tanto por el reducido tamaño de la economía local como por las diversas oportunidades que se presentaban a las personas emprendedoras que dispusieran de capital.

Sin embargo, la fortuna de ambos –y de varios otros empresarios de la zona, por lo demás– se fundaba en la ganadería ovina, el gran producto de exportación de Magallanes y soporte de la economía regional. La más importante de estas compañías ganaderas era la Sociedad Explotadora de Tierra del Fuego, organizada a partir de las concesiones a José Nogueira y puesta en marcha gracias al empeño de Mauricio Braun. El profesor Martinic aclara la situación producida con Ramón Serrano Montaner en el momento de la organización de la compañía. Si aún quedan algunos vacíos en la historia de los primeros años de esta empresa, se debe a la falta de las fuentes respectivas.

El autor recoge las quejas de Mauricio Braun y de otros ganaderos locales por no habérseles dado preferencia en la licitación de tierras magallánicas de 1903 y por los altos precios pagados por otros postores en los remates. Sin embargo, su apreciación sobre el valor de la tierra –que el autor recoge– resultó demasiado conservadora. Un par de años más tarde, la Sociedad Ganadera de Magallanes formada a partir de los terrenos adquiridos en estas subastas, se fusionó con la Explotadora en una operación ideada, al parecer, por Pedro McClelland, jefe de la casa Duncan Fox en Chile. Si la operación dejó un importante beneficio para los accionistas de la Ganadera fue porque sus tierras habían adquirido un valor mucho mayor que los precios supuestamente altos pagados por ellas. Esta fusión fue el paso previo a un acuerdo con los principales interesados en las tierras de Última Esperanza próximas a salir a remate, acuerdo que permitió disminuir la competencia. Es muy posible que en el curso de estos arreglos, la participación de Braun en la Explotadora se haya diluido a favor de Duncan Fox y los nuevos accionistas.

El arreglo previo al remate de las tierras de Última Esperanza, que Martinic califica de jugada magistral, aparecía para los contemporáneos como un contubernio entre los grandes estancieros magallánicos. Walter Harry Young, quien como gerente del Banco de Tarapacá y Londres había conocido Magallanes por aquella época en el curso de sus visitas de inspección, anota al respecto:

El Gobierno de Chile, en beneficio de una cierta pandilla de escoceses y chilenos acaparadores de tierras, [las] liquidó tontamente en una subasta pública que había sido completamente copada por la pandilla1.

Hace su comentario a propósito del mayor valor que habían adquirido las tierras magallánicas, lo que había enriquecido a muchos ganaderos pequeños y especialmente a los grandes propietarios, sobre los cuales vierte fuertes críticas:

No es prudente preguntarles cómo consiguieron tomar posesión de tantas leguas de tierra… Los hombres a que me refiero no son ingleses, gracias a Dios; aunque conozco a uno o dos escoceses que se les parecen mucho. En buena o mala forma han arrebatado la tierra y piensan quedarse con ella "para fundar una familia" y purgar el pasado. Con sus hábitos procreadores se multiplican como conejos y su producción anual es casi equivalente al aumento de los corderos; pero gracias a la habilidad del padre hay bastante tierra para todos los chiquillos, por muchos que sean. Que vengan todos, pues, y que el papá y la mamá continúen el buen trabajo con amore2.

Y refiriéndose a sus adquisiciones de tierra, agrega más adelante que "en pocos años más uno no podría lanzar un palo sin pegarle a un Braun o un Blanchard, un Menéndez o un Campos"3. Considerando que Juan Blanchard, era el socio de Braun en la empresa naviera y la casa comercial, y que Francisco Campos, el yerno de Menéndez tomaba una parte cada vez más activa en los negocios del suegro, no cabe duda hacia dónde iba dirigida la artillería.

Por lo demás no eran solo la tierra y las ovejas. Como bien observa el profesor Martinic, la presencia de las familias Menéndez y Braun se extendía a los negocios marítimos, el comercio, la banca, los seguros, actividades industriales y pesqueras. Más aún,

lo que quedaba fuera del control directo o indirecto de ambos empresarios… de cualquier manera se hallaba vinculado por lazos de afinidad familiar (políticos) de amistad o de concurrencia en negocios ocasionales o permanentes4.

El autor habla de un "oligopolio económico" que resulta como una consecuencia natural de esta concentración de actividades en manos de la familia. La explicación está en la capacidad empresarial de Menéndez y Braun que superaba con creces el potencial del territorio, según lo da a entender el propio autor. Magallanes les quedaba chico. Así vemos cómo ambas familias extendieron sus actividades ganaderas, comerciales y navieras a la Patagonia argentina donde las oportunidades para obtener tierras eran mayores. Este movimiento había comenzado en un tiempo en que la unidad de la región gravitaba más que la línea fronteriza; cuando ambos estados, Argentina y Chile, hicieron sentir con más fuerza el peso de la autoridad central, Braun y los Menéndez Behety debieron formar sociedades en ambos países. El énfasis del libro está en las actividades chilenas de los Menéndez y Braun, en parte por la presencia más temprana y más gravitante en nuestro territorio, pero también, sospechamos, por la disponibilidad de fuentes. Este carácter binacional de las familias se aprecia con claridad cuando comienza el desplazamiento desde Punta Arenas a partir de la segunda década del siglo pasado: mientras unos se establecen en Santiago y Valparaíso, otros lo hacen en Buenos Aires. Punta Arenas sigue como punto de referencia y lugar de encuentro de una familia extensa (y ya se puede hablar de una y no de dos), pero está claro que el futuro de sus distintos miembros ya no estaba allí.

Esta mudanza fue aparejada al inicio de la decadencia de la economía magallánica en la segunda década del siglo XX, agravada por el cambio en las rutas comerciales a raíz de la apertura del canal de Panamá y también por el establecimiento de una aduana en Punta Arenas, lo que se tradujo en un inmediato encarecimiento de la vida, con sus consiguientes efectos sociales. Aunque el empuje empresarial de las familias se mantuvo, no hay duda que el ambiente de negocios era menos propicio. También parecen disminuir las fuentes de información, pues los hechos se presentan en forma más general. El autor acierta al comparar los homenajes rendidos a la muerte de José Menéndez en 1918 con las expresiones "en un tono menor" vertidas a la muerte de Mauricio Braun en 1953. Eran señales de los tiempos.

Este nuevo capítulo de su gran historia magallánica debe haber representado todo un desafío para el profesor Martinic. En términos generales, el acceso a las fuentes para la historia empresarial se ve limitado tanto por la acción del tiempo como por la natural reticencia de las compañías de hacer públicos sus negocios. Es difícil, asimismo, penetrar en la intimidad de vida familiar que es, por excelencia, el ámbito de lo privado. El éxito con que el autor ha sorteado estos obstáculos confirma su reconocida capacidad y versación que le han valido el Premio Nacional de Historia. Esta obra, escrita con conocimiento y elegancia, constituye un valioso aporte al conocimiento que trasciende el ámbito regional.

JUAN RICARDO COUYOUMDJIAN

_______________

1 Walter Harry Young, A merry banker in the Far East (and South America). London, The Bodley Head, 1917 193.

2 Ibíd. 195.

3 Ibíd. 209.

4 Mateo Martinic, Menéndez y Braun, 289.

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