La invitación a nombrar diez obras publicadas en los 99 números de ARQ, en mi caso, desplazó la pregunta inmediatamente a un territorio lateral: ¿puede una revista ser autora o al menos coautora de una obra? En otras palabras, ¿cuánto de la propia publicación, como interpretación o más apropiadamente ‘edición’ específica, se vuelve parte de la obra y de su valor?
Cuando tanto el ‘qué’ se publica como el ‘cómo’ se publica entran en esa relación crítica, parece importante ampliar el criterio para incluir (al menos, implícitamente) modos de publicar: esta lista incluye tanto obras de arquitectura y textos como conjuntos de ellos, entendidos en su momento por el editor o editora como una unidad. En todos, la forma en que se publica el contenido es definitiva para entender su alcance hoy y ambos - forma y contenido - se confunden, ambiguos y entrelazados. Todos son primeras piedras: algunas puestas con cuidado, otras arrojadas con energía.
Diez años después de su primera edición, en septiembre de 1991, ARQ publica su número 18 y da cuenta de dos rasgos que marcarían su línea editorial durante parte importante de la década siguiente: la inclusión progresiva de arquitectos extranjeros en su índice y la publicación del trabajo de estudiantes recién egresados. En este último derrotero aparece el bar Manifesto de los alumnos (como declara el índice) Alberto Mozó y Luis Morales. Acompañado de un comentario del profesor y matemático Manuel Corrada, la publicación de Manifesto (más allá de las nostalgias por el tiempo optimista y vital que vino tras la dictadura) apuesta por una presentación del proyecto desde sus fragmentos y agrupa sus fotografías como en una tira cómica, diluyendo la mirada hegemónica de la planta. El relato de Corrada evoca la recuperación de Santiago como escape del aburrimiento, la consolidación del barrio Bellavista como uno de sus escenarios principales y arroja la imagen del bar como plaza pública: el proyecto construido dentro de una casa vieja por arquitectos sin título es espejo de los cambios de una ciudad recuperada.
Aunque en rigor no era su primera publicación en Chile, el proyecto de Ann Pendleton y Guillermo Jullian para la casa Sagan en Ithaca, incluido en ARQ 20, propone un formato de publicación y también uno de práctica: denso y exhaustivo, da cuenta de un método proyectual que intenta anular imprevistos y se anticipa a la obra en un diseño pensado 1:1 con máxima precisión dimensional. Escaleras, muebles en obra, trazados de pavimentos y ventanas se constituyen como pequeños edificios que pueblan exuberantes tanto las páginas como el espacio interior de la residencia de Carl Sagan y Ann Druyan.
El texto de Rodrigo Pérez de Arce sitúa las coordenadas del proyecto y adelanta la relación que Jullian retomaría con Chile, poco más de 10 años después, hasta su muerte en Santiago.

ARQ 23 (mayo, 1993): 22-24
Figura 4 Casa Melocotón. Ximena García-Huidobro, Sebastián Irarrázaval, Guillermo Acuña, 1990.
El número 23, dedicado a la madera, podría considerarse una obra en sí. Depósito de los resultados de un proyecto de investigación Fondecyt sobre la arquitectura contemporánea de la madera desarrollado por Montserrat Palmer, Eugenio Garcés y Patricio Morgado, insiste en la publicación de arquitectos recién egresados con la inclusión de tres pequeños proyectos habitacionales en madera, encabezados por la casa construida por Mathias Klotz dos años antes en Tongoy. Tanto este proyecto como la casa Melocotón de Sebastián Irarrázaval, Guillermo Acuña y Ximena García Huidobro y la casa Moller de Matías González dan cuenta del fenómeno de la segunda vivienda como el principal laboratorio de la arquitectura chilena de los años noventa y de la apuesta de su editora por las nuevas generaciones.

ARQ 27 (septiembre, 1994): 2-12
Figura 5 Ejercicios de descripción. Smiljan Radić, Giorgio Mastinu, Flavio Zanon, Nikolas Skutelis, Manuel Corrada, Alejandro Aravena, 1994.
Los cinco ejercicios de descripción publicados en ARQ 27 a cargo de Smiljan Radić, Giorgio Mastinu, Flavio Zanon, Nikolas Skutelis y Manuel Corrada, seguidos por las notas del viaje a la Alhambra de Alejandro Aravena, son algunas de las muestras del creciente aprecio de la revista por los textos de arquitectos. La productiva tensión entre la publicación de obras construidas o proyectos y la de ensayos, anotaciones y más recientemente investigaciones marcó buena parte de la madurez de ARQ como revista y la inclusión de estos escritos acompañados por pequeñas imágenes de Chatwin, Morandi, Turner y Hockney, entre otros autores, dan cuenta de una expansión del campo arquitectónico que ARQ se propuso promover.
Frecuentemente se habla del rol que tuvo ARQ, especialmente durante el cambio de siglo, respecto a la instalación de autores locales en el campo internacional. El proceso inverso fue ciertamente menos intenso, pero igualmente relevante. La publicación de los textos de Lina Bo Bardi en ARQ 32, acompañada por la pequeña importación de ejemplares de una monografía editada en Brasil dos años antes, fueron acciones fundamentales en la difusión de la obra y el pensamiento de Bo Bardi en Santiago. Hasta ese entonces prácticamente desconocida en Chile, las imágenes de algunos de sus diseños y obras en Bahía y São Paulo más «Tiempos de Abundancia», «Lo Bello y el Derecho a lo Feo» y un texto para la exposición de construcciones populares en el SESC Pompéia despertaron rápidamente el interés de estudiantes y arquitectos.

ARQ 41 (abril, 1999): 62-63
Figura 7 El museo Guggenheim de Bilbao. Observaciones en torno al emplazamiento. Frank Gehry, 1999.
Adelantándose a los deseos del editor y crítico alemán Andreas Ruby1, Montserrat Palmer presenta en ARQ 41, de una manera inusual y aguda, el Museo Guggenheim construido por Frank Gehry en Bilbao: usando sus propias fotografías, la publicación no insiste en mirar hacia el edificio, sino que muestra la ciudad de Bilbao desde el museo y desmantela, de paso, la condición de ‘edificio objeto’ en la que el proyecto estaba encasillado, revelando las particularidades de su emplazamiento respecto a la calle y del barrio en el que se inserta. Más allá del consabido branding urbano, la instalación del edificio en la ciudad propone relaciones y vínculos espaciales que constituyen un proyecto en sí mismo.
ARQ 51 - El Sur de América continúa en el empeño por introducir nuevos actores en la discusión disciplinar. Junto a Gerardo Caballero, Rafael Iglesia, Solano Benítez y los brasileños MM BB, el número incluye las primeras obras de dos egresados vinculados de distinta manera a la ciudad de Concepción: Mauricio Pezo y Eduardo Castillo, quien ya había proyectado la casa Gallinero, que se construiría y publicaría en ARQ varios años después.
Antes de publicar el primer libro monográfico de Adamo Faiden con Ediciones ARQ en 2009, Marcelo Faiden adelanta en Chile «Los bajos de los edificios altos», un texto que aparece en ARQ 63 como un anticipo de su tesis doctoral presentada en Barcelona en 2015. La discusión sobre cómo los edificios en altura son capaces de generar realidades urbanas en su llegada al suelo retrata la biografía porteña de Faiden y, retrospectivamente, da luces sobre la obra de uno de los estudios de arquitectura argentinos que más reconocimiento ha tenido fuera de su país.

ARQ 83 (abril, 2013): 62-67
Figura 10 Artefacto Nº1 / Proyecto de título. Alfredo Thiermann (Profesor guía: Rodrigo Pérez de Arce), 2012.
La estructura de madera construida en una laguna seca como telón de fondo de una película es el proyecto que Alfredo Thiermann presentó en 2012 como proyecto de título ante la Escuela de Arquitectura de la Pontificia Universidad Católica de Chile y fue publicado en ARQ 83 en la tradición de las primeras revistas publicadas en la década del ochenta. Además de presentar a un nuevo arquitecto, el proyecto se instala en un área borrosa entre el paisajismo, el diseño y la arquitectura en consonancia con la discusión sobre el carácter actual del proyecto de título, sus alcances disciplinares y los posibles cruces con el campo extraacadémico.
ARQ 87 incluye en su índice una ligera estructura tensegrity que Kojima levanta como ejercicio académico con alumnos de la Universidad de Ciencias de Tokio y da cuenta de la incipiente cercanía entre la arquitectura japonesa y chilena. Construida con una membrana textil plástica y barras de aluminio, Moom pone la mirada nuevamente en estructuras ligeras y materialmente baratas, desmontables y reusables, acercándose desde otro ángulo a la obra de Fuller o Snelson; el proyecto se presenta desde sus planos de ingeniería. ¿Es ese mismo impulso el que animó a Claudio Torres S., Yuji Harada, Emile Straub E. y Clarita Reutter en la investigación sobre estructuras tensadas y la posterior construcción de un domo en la versión 2017 de Young Architects Program en Chile?