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Revista chilena de pediatría
versión impresa ISSN 0370-4106
Rev. chil. pediatr. v.76 n.3 Santiago jun. 2005
http://dx.doi.org/10.4067/S0370-41062005000300013
Rev Chil Pediatr 76 (3); 316-318, 2005 ARTÍCULO ESPECIAL GENERAL PAPER Apuntes de la historia de la pediatría
Gunter Seelmann E.1 1. Pediatra Psicoterapeuta Infantil. Jefe Servicio Hospital Higueras de Talcahuano (Jubilado). Chile. Entronizarse en los comienzos de la Medicina Infantil de la primera mitad del siglo XX resulta ser una aventura apasionante. Por de pronto uno se encuentra con una generación de médicos que, debido a la carencia de los medios de diagnóstico y tratamiento modernos, deben hacer uso de un gran espíritu de observación, aguzar sus cinco sentidos al máximo para escudriñar en la complejidad de la enfermedad y lograr aliviar a sus pequeños pacientes, apelando a toda su creatividad. Remontándonos a principios de los años treinta, fase de consolidación de la especialidad, constatamos, entre otras carencias, que no se contaba con medios de exploración complementarios como ecografía, TAC, exámenes de medicina nuclear, ni posibilidad de exploración laparoscópica. La batería de exámenes de laboratorio hematimétricos y bioquímicos era muy restringida. En materia de medicamentos, se carecía de antibióticos, las sulfas se descubren recién en 1935, la penicilina en el decenio siguiente. Los corticoides, mucho tiempo más tarde, lo que hacía muy difícil enfrentar con mayor éxito los procesos infecciosos, causa importante de la alta mortalidad infantil. Al disponer de un valioso archivo alemán, que comprende publicaciones desde 1925 a 1935 referidas al área alemana, europea y americana, nos resulta posible seguir los primeros pasos de la pediatría como especialidad autónoma. En definitiva, la separación de la Medicina Interna se produce en Alemania, al fundarse la Sociedad de Pediatría de Berlín el 22 de Junio de 1931. Hasta esa fecha puede decirse que los niños eran considerados pequeños adultos: los tratamientos se hacían con fracciones de las dosis de medicamentos aplicadas a los mayores. El mismo año se realiza en Estocolmo un Congreso en el que se crea la sección de pediatría preventiva, destinada a preocuparse principalmente de la mortalidad infantil precoz. En el proceso de diferenciación con la medicina del adulto son importantes las investigaciones de anatomía y fisiología comparada, iniciada por Syrington en el siglo diecinueve. El atlas anatómico de Syrington establece las características corporales del niño, adolescente y adulto con mucha prolijidad. La alimentación del lactante ocupa un lugar destacado en las investigaciones. La importancia de la leche materna, sus constituyentes, sus ventajas frente a la leche de vaca y la utilización de leches y alimentos curativos en el tratamiento de las infecciones gastrointestinales, alcanzan gran relevancia. Las leches ácidas obtenidas mediante el tratamiento con el bacilo búlgaro o bacilo acidófilo y hongos, se empleaban con éxito en lactantes y pre-escolares. En realidad, ya se indicaban muchos años antes para tratar las gastroenteritis aguda y enterocolitis. Los esquemas de tratamiento, que se conocieron en Chile por largo tiempo se iniciaban en 1930 con una dieta hídrica o a base de te, seguida de volúmenes progresivos de yogurt o leche albuminosa. Las herederas de estas leches ácidas fueron el Eledón y la Nestalba, con las que se trataron también en nuestro país las diarreas infantiles durante muchos años. El abordaje de los procesos infecciosos que afectaban a los niños puede ser ejemplarizado a través de las infecciones urinarias, denominadas piurias en la época. El diagnóstico, además de la sintomatología, se respaldaba con el examen de orina y el hemograma. ¿Cómo se trataba a los niños a falta de sulfadrogas y antibióticos? Se iniciaba con una dieta azucarada consistente en sacarosa o fructosa, disueltas en agua, jugos o te, por vía oral o rectal. El objetivo de administrar estas soluciones era el "lavado de los riñones" para eliminar los gérmenes y el pus, evitar la deshidratación y desintoxicar el organismo. Este tratamiento, esencialmente dietético, se complementaba con papillas de sémola y gelatinas siempre acompañadas de abundantes líquidos. La medicación se completaba con antipiréticos, analépticos y sedantes, si resultaban necesarios. En cuanto a los resultados, afirman haber obtenido curaciones, pero con frecuentes recidivas, particularmente en niñas. Se insiste que tratamientos oportunos dietético-hidratantes reducirían el número de recidivas. La cirugía se empleaba en los casos de abscesos, litiasis y pielonefrosis extensas, no siendo frecuentes las intervenciones quirúrgicas. La vinculación entre mente y cuerpo es ya muy aceptada en la época como se expresa en un aporte del pediatra Dr. Herman Vollmer, bajo el título "Terapia por sugestión: ¿Efectiva en el tratamiento de las verrugas?" Vollmer sostiene haber tratado con éxito las molestas verrugas en una serie de niños. Define las verrugas como epiteliomas benignos de origen infeccioso que pueden ser influidas psicológicamente. Recuerda la experiencia popular de que "hay que hablar a las verrugas para que éstas desaparezcan". Sostiene que no debe despreciarse estas creencias y observaciones traspasadas de una generación a la otra. Reconoce tres posibles mecanismos de acción de la sugestión en estos casos. El primero, sería un proceso regenerativo desde la periferia de tejido sano, que termina con la eliminación de la verruga. Una segunda explicación es que la sugestión produce una contracción de los capilares, reduciendo la perfusión de las verrugas. Por último, el método sugestivo actuaría por vía nerviosa sobre el trofismo del tejido patológico. El método que aplica Vollmer es sencillo. Le habla a su paciente con el máximo de convicción, asegurándole que sus verrugas desaparecerán. Simultáneamente practica tocaciones con azul de metileno o aplicaciones de luz ultravioleta. Afirma tratar entre dos y cuatro semanas para lograr exitosos resultados, sin dejar cicatrices. Una curiosidad chilena: En la revista alemana de pediatría "Kinderärztliche Praxis" de Marzo de 1934, se publica un trabajo del Dr. Otto Schwarzenberg del Hospital Roberto del Río, acerca del tratamiento de las diarreas agudas y crónicas del lactante con inyecciones de suero de leche humana especialmente tratada. Hace referencia a estudios anteriores de Czerny para sostener que la diarrea refleja una incapacidad de los tejidos y de las células para retener agua, lo que define como un trastorno metabólico. En los niños alimentados a pecho no se observaría el fenómeno, por lo que deduce que la leche de madre contiene un "fermento estabilizador" del metabolismo que protege al niño. Basándose en esta hipótesis, el autor, utilizando leche de madre obtenida del Hospital Salvador la somete a un proceso de digestión, centrifugación y esterilización en el Instituto Sanitas. Después de las pruebas de control, el Dr. Schwarzenberg selecciona 40 lactantes con diarreas recidivantes inyectándoles entre 2 y 5 cc del suero. Reportea una mejoría rápida en la calidad de las deposiciones, cuyo efecto es duradero. En prácticamente todos los niños se produce un infiltrado local en el lugar de la inyección y un alza febril que serían transitorios. Los pediatras, desde siempre, hemos sido ingeniosos para apoyar la crianza de los más pequeñitos. Un ejemplo vivo es la invención de la "cama seca para lactantes". Con el objetivo de prevenir la dermatitis de contacto producidas por orina y deposiciones, ahorrar pañales y mantener más tiempo limpio al niño, el Dr. Gerhard Ockel diseña un artefacto especial. Este consta de una estera de goma, colocada encima del colchón con un recorte en el que se inserta un recipiente metálico con una tapa perforada que permite el descenso por gravedad de la orina y heces, sin que se ensucie el niño (ver fotos). El lactante puede mover libremente sus piernecitas. Consultadas las madres de 50 niños, en quienes se probó la cama seca, un número significativo la encontró ventajosa y estaban contentas con la adquisición. El Dr. Ockel reconoce, no obstante, su elevado costo (59.75 marcos la unidad) que no estaría al alcance de las madres proletarias. He querido entregar estas experiencias anecdóticas de los comienzos de la medicina infantil para establecer un vínculo dinámico entre los colegas pioneros de la pediatría y el ejercicio actual de la profesión.
Trabajo recibido el 15 de abril de 2005, aceptado el 25 de abril de 2005. |