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EURE (Santiago)

versión impresa ISSN 0250-7161

EURE (Santiago) v.26 n.78 Santiago set. 2000

http://dx.doi.org/10.4067/S0250-71612000007800007 

La faceta rural de la Región Metropolitana:
entre la suburbanización campesina y la
urbanización de la elite

Gladys Armijo Z.1

1. Una mirada histórica sobre el hábitat campesino: reforma, contrarreforma y modernización agraria

A lo largo del tiempo diferentes políticas han impactado la estructura interna del mundo rural campesino. Durante siglos este hábitat permaneció inalterable en el sistema hacendal y sólo las Reformas Agrarias (1964-1973) y la Contrarreforma (1974-1978) afectaron profundamente su viabilidad en el sistema. Al respecto, los programas de Reforma Agraria no se concentraron tanto en la influencia de estímulos económicos, que son las características de la actual modernización, sino que más bien se basaron en intervenir la estructura agraria que regía la tenencia de la tierra. Fiel a los diagnósticos imperantes, la concentración de la propiedad de la tierra expresada en el sistema latifundario fue identificada como la principal causa de la crisis productiva y social del campo.

El proceso de contrarreforma tuvo enormes repercusiones en la vida de las familias campesinas. Las tierras expropiadas, conocidas como área reformada, volvieron al gobierno. De acuerdo a los registros de CORA (Corporación de Reforma Agraria), de un total de 9.965.868 hectáreas, un 28% fue restituido a sus dueños, un 32% fue licitado, un 0,7% fue traspasado a instituciones y sólo un 33% fue entregado a los campesinos, quienes debieron postular a ella bajo un sistema de puntajes. De esta manera surgió el parcelero asignatario. Estas asignaciones de tierra pretendieron fortalecer la propiedad privada. Parceleros y minifundistas representaban a 9.149 pequeños agricultores (Echenique, 1982). En este período se registra también entre aquellos campesinos que no obtuvieron tierras un fenómeno de desarraigo campesino que se expresó a través del desplazamiento migratorio inconcluso. Este tipo de migraciones tiene un carácter estacional y corresponde a trabajadores que vienen desde el sur hacia el campo de la Región Metropolitana sin desplazarse hacia la ciudad de Santiago, como ocurría en los años cincuenta y sesenta.

El modelo de libre mercado, organizado en torno a las ventajas comparativas-competitivas y su conexión al mercado internacional, junto a la transnacionalización y a la revolución científica tecnológica, originaron una especialización productiva del mundo rural. Como consecuencia de este proceso han surgido las regiones exitosas y las regiones deprimidas. Las primeras están representadas por las regiones: Frutícola (en donde se sitúa la Región Metropolitana), Forestal, Ganadera, Minera y Pesquera. Las deprimidas corresponden a las regiones de Policultivos y Cerealera, en cuyo interior, viven mayoritariamente unidades agrícolas campesinas. Desde el punto de vista espacial, las regiones exitosas representan verdaderos enclaves primo exportadores, dinamizados directamente por el mercado internacional. En consecuencia, la especialización agraria ha generado en el medio rural un proceso de transformaciones y ajustes en las condiciones económicas dando paso a un nuevo escenario geográfico agrario.

La modernización neoliberal se ha convertido en un factor de desarrollo para el sector empresarial y no para los campesinos. Es por esta razón que la brecha entre la agricultura familiar y la empresarial ha crecido en los últimos años.

En nuestro criterio el proceso de suburbanización campesina se relaciona directamente con la crisis del hábitat campesino. Al respecto, los principales cambios provocados por la modernización neoliberal son los siguientes:

a) Una tendencia espacial hacia la concentración demográfica en asentamientos precarios;

b) Una acentuación del trabajo flexible y estacional que demandan las modernas empresas agroexportadoras;

c) Acentuación de la pobreza y pérdida de las tierras (subtenencias).

La nueva faceta de la modernización que afecta especialmente a la agricultura chilena, ha producido alteraciones en las bases medias e inferiores de la malla de asentamientos humanos. Se observa el crecimiento de las ciudades intermedias a nivel nacional y de ciudades menores en la Región Metropolitana. El asentamiento de la población rural presenta una tendencia general hacia la conglomeración con una clara difusión de valores urbanos. Estas han experimentado cambios en sus funciones y un aumento notorio de la población. Hoy en día las relaciones campo-ciudad se insertan en un contexto caracterizado por la aceleración tecnológica, la concentración financiera y la difusión inmediata de la información. En el mundo rural se desarrollan condiciones de producción, con explotaciones capitalistas ligadas a circuitos internacionales de comercialización "deslocalizados", en donde actúan el agrobusiness y donde pierden influencia tanto las economías campesinas como los itinerarios locales. La integración del mundo rural a la economía global ocurre de modo correlativo a la desarticulación, que es una de las consecuencias geográficas más evidentes de las nuevas formas de crecimiento económico (Kayser, 1973). Esta economía abierta que estimula las exportaciones origina transformaciones y requerimientos territoriales no previstos. Sus efectos se dejan ver en las nuevas expresiones de la distribución de la población, de la pobreza, del capital, etc. (Daher y Lira, 1990).

El carácter de los impactos territoriales es desconcertador, frente a un Estado que no privilegia sectores ni espacios geográficos para las inversiones y que deja al desarrollo regional, y dentro de él al local, desfavorecidos en cuanto a sus capacidades de decisión.

El reordenamiento territorial de la población rural, que origina la suburbanización de campo, revela una estructura geográfica jerárquica bajo una nueva dimensión espacial, Estas transformaciones involucran a la jerarquía urbana nacional, cuyas ciudades intermedias están creciendo en forma acelerada, mientras que Santiago se mantiene como una ciudad primada.

En el mundo rural de la Región Metropolitana predomina la actividad frutícola de exportación. Las empresas agroexportadoras no mantienen población residente en su interior, pero controlan la mano de obra que vive en el entorno inmediato y que está constituido por asalariados temporales (Bengoa, 1983). En este sentido mientras el hábitat rural de la Región Metropolitana experimenta grandes transformaciones, los centros urbanos menores exhiben un acelerado crecimiento poblacional. En ellos es posible advertir la proliferación de familias allegadas y un aumento notorio de la pobreza. Este proceso de avance de la urbanización sobre el campo ha sido denominado agrourbanización (Daher, 1987) o suburbanización (Armijo, 1991). Este fenómeno es latente y marginal, se ha desarrollado más allá de lo previsto. De acuerdo a Emiliano Ortega este proceso se acompaña, a su vez, por una clara adopción de patrones urbanos que toca más a ciertas formas de consumo que a las condiciones de trabajo, producción e ingreso del conjunto de la población rural.

Ciertamente, las empresas agroexportadoras son diametralmente opuestas a la agricultura familiar. La unidad agrícola familiar se basa en diferentes formas de tenencias del suelo: propiedad, mediería y arrendamiento. El campesino trabaja con la fuerza laboral que proviene de su núcleo familiar, el uso de la tecnología es rudimentaria, explota la tierra con cultivos de subsistencia y un pequeño margen de producción la comercializa. Sus principales problemas se vinculan al acceso de la tierra y al capital. Sus relaciones con el mercado son desfavorables puesto que los bienes que necesita debe adquirirlos en el mercado.

2. La agricultura campesina en crisis

En el debate campesinista-descampesinista se plantean dos tendencias. La primera, representada por los campesinistas, sostiene el mantenimiento de la agricultura familiar pese a la expansión del capitalismo (funcionalidad entre la agricultura campesina y la empresa agroexportadora). La segunda, denominada descampesinista, sostiene que los campesinos irán desapareciendo en forma paulatina, en la medida que se expanda el capitalismo, dando paso finalmente a un proletariado agrícola. En la actualidad, es posible observar una gran diversidad de enfoques sobre este tema. Así, por ejemplo, CEPAL visualiza la gestación histórica de un proceso único para ambos sectores y la de su articulación en un todo global, en el cual los campesinos y sistema capitalista serían partes integrantes.

Sin embargo, en las áreas en que hemos concentrado nuestros estudios (Melipilla, El Monte, Paine, Pirque e Isla de Maipo) las unidades familiares campesinas están experimentando un proceso de diferenciación interna que en la mayoría de los casos conduce a la proletarización de los campesinos.

Debido a las serias limitaciones que enfrentaron los parceleros en relación a los créditos, tecnología y capitales de inversión, se fueron endeudando y comenzaron a vender sus tierras, primero a empresarios y posteriormente a inmobiliarias. El Decreto-Ley Nº 3.516 (1980) que permitía la venta de estas tierras sólo estipulaba como límite los 5.000 m2.

La pérdida del espacio productivo significó un factor importante de diferenciación-descomposición campesina. Incluso aún más, éste no sólo incidió en la proletarización, sino que también se vinculó a la forma que asumió el posterior asentamiento de la familia. Cabe destacar que cuando las tierras pasaron a las inmobiliarias se produjo definitivamente la pérdida del uso agrícola del suelo. Cabría plantearse todavía el rol que puede desarrollar este tipo de agricultura en relación a abastecimiento de productos hortícolas para el mercado interno de la ciudad de Santiago.

El proceso de suburbanización está siendo direccionado en gran parte por la atracción que representan las empresas agroexportadoras frutícolas que atraen fuerza laboral proveniente de distintos sectores, incluso de comunas marginales de Santiago.

La suburbanización de la Región Metropolitana está representada por:

a) Areas marginales o "Areas Refugio" de las ciudades menores de la Región Metropolitana que reciben a los campesinos que han vendido sitio y parcela (allegamiento).

b) Conurbaciones rurales formadas por campesinos que sólo vendieron sus parcelas y mantienen el sitio en el cual se amontonan las viviendas de allegados.

c) Campamentos rurales o asentamientos espontáneos, cuyas características corresponden a las de los campamentos urbanos.

Cabe señalar, en el otro extremo de este proceso, la urbanización de elite representada por las parcelas y condominios de agrado, que corresponden a personas de elevados ingresos de la ciudad de Santiago. Las inmobiliarias son los agentes que gestionan y regulan este tipo de asentamiento. El Decreto de Ley Nº 3.516, que autorizó la sub-división de predios, más bien favoreció a la urbanización de elite. Este tipo de construcciones es de rápida consolidación, y sus vinculaciones con el medio circundante son mínimas. Las inmobiliarias venden a través de la propaganda centrada en la naturaleza, la quietud contra la violencia de la ciudad, la huida de la contaminación y el aire puro. Cabe destacar que en todo este proceso se está registrando una extrema segregación, entre la islas de agrado y el entorno circundante de la suburbanización.

Finalmente cabe consignar que el acelerado proceso de urbanización que se desarrolla en el mundo rural de la Región Metropolitana es contradictorio y polarizador. La sub-urbanización que afecta al hábitat campesino es consecuencia directa de la modernización agraria que ha situado a la agricultura campesina en una posición muy débil frente al mercado internacional. El otro polo de la urbanización lo constituye la urbanización de elite, que se vincula a la urbanización de elite proveniente desde la metrópolis.

El otro polo de la urbanización lo constituye la urbanización de elite representada por las parcelas y condominios de agrado. Esta forma de urbanización es característica de las áreas de elevados ingresos del Gran Santiago. Su dinámica corresponde más bien un enclave residencial rodeado por la suburbanización. De esta manera se han trasladado al mundo rural de la Región Metropolitana dos procesos simultáneos de urbanización, que proyectan en sí una segregación marcada por la exclusión social, mayor que la que se registra al interior de la gran ciudad. En las comunas del sur de la Región Metropolitana donde se ha realizado esta investigación se está observando la apertura de un activo mercado de tierras, en donde no sólo intervienen los campesinos con sus tierras, sino que también la venta de tierras de origen empresarial a las inmobiliarias, que son las que están dirigiendo el proceso de urbanización de elite.

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1Departamento de Geografía, Facultad de Arquitectura y Urbanismo, Universidad de Chile.

Bibliografía

Armijo, Gladys (1991). "La Suburbanización del mundo rural, un proceso inherente a la modernización agraria", Ponencia presentada al XIII Congreso Nacional de Geografía, Chillán.

Bengoa, José (1986). "El campesino chileno después de la Reforma Agraria". GIM, 1986.

Daher, Antonio y Lira, Luis (1990). "Territorios de Exportación" en EURE XVI (48).

Daher, Antonio (1987). "Agrourbanización for Export" en EURE XIV (41)

Echenique, Jorge (1992). "Tipologías de productores agrícolas y políticas diferenciales agrarias" - FAO.

Ferreira, María Edi y Mangiamarche, Sara (1998). "Reforma y Contrarreforma", en Reflexión y Liberación Nº 3.

Kayser, Bernard (1973). "El nuevo Sistema de Relaciones Ciudad-Campo. Problemas e Hipótesis a propósito de la América Latina" Revista de Planificación: vivienda, ciudad, región, Nº 8.

Ortega, Emiliano (1987). "Transformaciones agrarias y campesinado. De la participación a la exclusión". CIEPLAN.

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