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Teología y vida

versión impresa ISSN 0049-3449versión On-line ISSN 0717-6295

Teol. vida vol.57 no.2 Santiago jun. 2016

http://dx.doi.org/10.4067/S0049-34492016000200009 

INVESTIGACIONES EN CURSO

 

Contribución de Chile al Concilio Vaticano II

 

Este es el título del proyecto Fondecyt de Iniciación n° 11140315, cuya investigadora responsable es la profesora Sandra Arenas.


 

Chile realizó una de las contribuciones latinoamericanas más destacadas en el Concilio Vaticano II, que no ha sido estudiada en sus fuentes. La formación, los contactos y las intuiciones personales de algunos obispos y teólogos, habrían conducido a desarrollar una línea de pensamiento teológico muy vanguardista que contemplaba un modelo de Iglesia descentrada de sí misma, ocupada de las realidades terrenas y abierta al mundo, en sintonía con otras escuelas y episcopados europeos.

Ni en la arena teológica ni en la episcopal, resultaba obvio que un grupo de chilenos tuviera alguna influencia en un evento de la naturaleza del Concilio. Junto a la generación de propuestas para el desarrollo del país, un sector no menor de la Iglesia chilena venía cultivando una reflexión teológico-pastoral sistemática y crítica en torno a temas que serán puestos en la palestra de esa Asamblea del episcopado universal y por ello, los protagonistas asumirán con tanto nivel y compromiso el trabajo conciliar. Así lo recuerda en sus Memorias el entonces Arzobispo de Santiago, Raúl Silva Henríquez: "Yo ya sabía que éramos uno de los equipos más preparados de América Latina, tal vez uno de los pocos que había estudiado con tanta dedicación los temas que se tratarían" (Memorias/1, 261). Fue precisamente esa preparación la que hizo que: "a pesar de nuestro modesto tamaño numérico, que era superado por buena parte de los episcopados de América Latina, nos situamos en la vanguardia del Concilio y establecimos un diálogo de iguales con algunas de las más relevantes figuras europeas" (Memorias/ II, 71). La postura vanguardista se instalará desde la primera sesión, con una notable y variada actividad conciliar: "La actuación del Episcopado chileno en esta segunda sesión consolidó la imagen, ya adquirida en la primera, de que se trataba de uno de los cuerpos mejor organizados de América Latina [...]

El balance fue notable incluso en términos numéricos: presentamos 132 enmiendas al esquema sobre la Iglesia, 31 al del Ecumenismo y otras diez en puntos diversos de otros textos; sacamos un proyecto completo de refundición del esquema sobre los Obispos y entregamos otro sobre el capítulo de la Virgen María. Estuvimos presentes en todos los temas y los debates más relevantes de la segunda sesión. Y nos convertimos, inesperadamente, en el grupo más consultado por otras conferencias episcopales de América Latina" (Memorias/I, 318-319).

En esta tarea, el episcopado chileno fue muy bien asesorado por un grupo variado de teólogos. En efecto, desde septiembre de 1963, convocados por el mismo Arzobispo de Santiago, profesores de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Católica de Chile (PUC), comenzaron un intercambio amplio y profundo con los obispos-padres conciliares, elaborando en un primer momento un juicio global sobre los esquemas enviados a consulta; haciendo luego observaciones para proponer enmiendas en temas y documentos de naturaleza diversa durante todo el proceso redaccional de los documentos y, en tercer lugar, recurriendo a los mejores trabajos internacionales para el estudio de los temas debatidos. Esta colaboración e influencia es refrendada por Oscar Beozzo, una de las autoridades latinoamericanas en historia del Concilio: "En América Latina, Chile fue el país que al lado de Brasil, tuvo la participación más intensa y organizada en el Concilio, gracias a la actuación del Cardenal Raúl Silva Henríquez, respaldado por los estudios de teólogos de la Facultad de Teología de la Universidad Católica de Santiago y del obispo de Talca, Manuel Larraín Errázuriz, vicepresidente del CELAM y luego presidente de la entidad durante el período conciliar." (A Igreja do Brasil, 36).

La contribución del llamado "grupo de Chile" ha sido, sin embargo, por cincuenta años solo enunciada en literatura especializada, pero no estudiada en sus fuentes. Esta investigación busca entonces, aportar a la recuperación de la memoria de la contribución de Chile a este evento a través del estudio y sistematización de las fuentes que la contienen.

El material que da cuenta de la actividad conciliar chilena es de doble naturaleza, por un lado lo compendiado en Acta Synodalia (AS) y, por otro, el material inédito de 7 archivos: el de Raúl Silva Henríquez (1.100 documentos aprox.); el de Manuel Larraín Errázuriz (300 documentos aprox.); el de Jorge Medina Estévez (3.022 documentos); el Archivo Secreto Vaticano de Roma y el Archivo del Centro Interdisciplinar de Estudios del Concilio de Lovaina-Bélgica (volumen no estimado aún).

El trabajo con estas fuentes se ha planteado dos objetivos generales: I) Identificar, traducir, contextualizar y publicar el corpus completo de las intervenciones escritas y orales de nuestros obispos compendiadas en AS; II) Revisar los archivos nacionales e internacionales antes mencionados. La indagación cruza metodológicamente dos disciplinas, de modo que el material se clasifica y digitaliza con criterios tanto históricos como teológicos.

En su segunda etapa de ejecución (2016), hemos ya traducido el corpus completo de intervenciones (98.692 palabras); se prepara una edición crítica y se proyecta su publicación para el primer semestre del 2017. Relevando los principales ejes temáticos de los discursos, se los sitúa en un marco histórico-teológico general y en el contexto del proceso redaccional de los documentos; igual procedimiento se sigue con los modi y con las enmiendas, esto ayudará a comprender mejor su relevancia teológica. A partir de una lectura crítica de los discursos, además, se han presentado en Congresos internacionales dos textos que ahora se encuentran en proceso de publicación, tanto sobre el sacerdocio común de los fieles en Raúl Silva Henríquez, como la teología del apostolado laical en Manuel Larraín.

La indagación archivística, por otro lado, ha sido completada en un 60%. Se ha clasificado hasta esta fecha la totalidad del material de archivos nacionales y digitalizado solo aquel inédito, según los estándares de la PUC. La clasificación proyecta indexación y edición digital para ponerla a disposición de la academia a través de la Biblioteca de Teología de la PUC. Además, se contempla una edición crítica de todo el material clasificado para el término del proyecto en noviembre de 2017.

A partir de dos actividades de socialización del trabajo, en octubre de 2015 y abril de 2016, se han establecido importantes intercambios internacionales, en Europa, Norteamérica y, especialmente en el Cono Sur de nuestro continente. Esto no solo ha redundado en la visibilización de la investigación, sino en la posibilidad de recibir retroalimentación temprana sobre la metodología, uso y posibilidades del material de este género.

Han colaborado en diversos momentos de esta investigación estudiantes de pregrado de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Católica de Chile: Franco Rojas, José Aravena, Martín Pacheco, Jorge Cárcamo, David Ponce, David Olarte, Felipe Márquez y Paula de la Cerda quien ha sido coordinadora del equipo de asistentes y del trabajo técnico desde el inicio. La labor de traducción y edición crítica ha sido asistida por Matías Maldonado, historiador, y por Claudio Gutiérrez, latinista, ambos de la Universidad de Chile.

Los temas contenidos en las fuentes consultadas, abarcan un gran espectro de materias teológicas tales como modelos de Iglesia; la inserción de esta en la arena pública, la cuestión sociopolítica; la orgánica eclesial interna; las relaciones entre sus miembros, la naturaleza y misión de ellos; contenido y forma de la celebración de la fe... Epistolario abundante, nacional, latinoamericano e intercambio notable con teólogos y obispos europeos, material de trabajo enmendado, esquemas propios, dan cuenta del trabajo que el "grupo de Chile" desarrolló desde la fase preparatoria hasta la cuarta sesión conciliar.

Esperamos que este trabajo estimule investigaciones futuras de estudiantes y académicos; confiamos en que será solo un primer paso en el esfuerzo de estudio crítico de las materias aludidas. El estudio riguroso de las fuentes que contienen la contribución chilena al Concilio, ayudará sin duda a relevar el valor del pensamiento teológico construido en Chile y aportará así a la comprensión del lugar social que la Iglesia chilena tuvo en esas décadas. Sin dejar de mencionar que la colaboración estrecha entre teología y magisterio, con los frutos dados, resulta sin duda ejemplar para hacerse cargo de temas actuales en este nuevo escenario eclesial.

 

Sandra Arenas
Facultad de Teología
Pontificia Universidad Católica de Chile

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