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Teología y vida
versión impresa ISSN 0049-3449
Teol. vida v.49 n.4 Santiago 2008
TeologÃa y Vida, Vol. XLIX (2008), 933 -939
RESEÑAS
AntologÃa de Textos de Autoras en América Latina, el Caribe y Estados Unidos, Colección Mujeres haciendo TeologÃas 2 Por Virginia R. Azcuy -M. Marcela Mazzini- Nancy V. Raimondo (coord.), Buenos Aires, San Pablo, 2008, 613 págs.
La travesÃa iniciada el año pasado por Teologanda y Editorial San Pablo con el Diccionario de Obras de Autoras (Buenos Aires, San Pablo 2007), da un nuevo paso con el tomo 2 de la colección Mujeres Haciendo TeologÃas en América Latina, el Caribe y Estados Unidos. El tomo 1 trazó un mapa certero y muy completo de las mujeres que hacen teologÃa en este continente, asà como de las pioneras que abrieron caminos para que nuevas generaciones que se aventuraran en aquel terreno, hasta entonces, exclusivamente masculino y mayoritariamente clerical. En la publicación de 2008 se seleccionaron 260 textos de autoras con sus respectivas introducciones y comentarios. El tomo 2 profundiza el trabajo anterior. Se presentan en este volumen antologÃas de 46 autoras, de diversas generaciones y contextos. Y se prepara el tomo 3 que dará a luz estudios de las autoras más relevantes.
El volumen que nos ocupa está estructurado en dos partes, además de un glosario y un Ãndice.
En la primera parte se exponen las antologÃas teológicas y en la segunda, y esto es una novedad, lo que las compiladoras han llamado un subsidio pedagógico-pastoral. Subsidio que permite orientar hacia lo nuclear de cada texto a través de preguntas orientadoras y bien formuladas. Según señalan Marcela Mazzini y Nancy Raimondo en la introducción, el objetivo de este trabajo es, por un lado, "posibilitar el encuentro con textos de difÃcil acceso en las bibliotecas especializadas o editados solo en inglés, portugués, alemán o francés, y por otro, permitir un acercamiento sencillo y prope-déutico a los textos de las autoras". (7)
Al igual que el tomo anterior, esta lectura es principalmente instrumental. La consulta de las autoras es fácil, ellas están organizadas por orden alfabético, y como criterios propuestos para la búsqueda se han sugerido tres: el contextual, el generacional y el temático. El primero considera el lugar de nacimiento y de desarrollo del quehacer teológico de la autora. El tercero, el temático, agrupa a las autoras por área de investigación y estudio. El segundo criterio, el más orientador a mi juicio, "obedece al proceso histórico de irrupción, desarrollo y continuidad del pensamiento de las teólogas": la "primera generación" incluye a las pioneras que se atrevieron a explicitar sus primeras intuiciones y los temas fundamentales. En esta generación se concentran las estadounidenses Phyllis Bird, Joan Chittister, Mary Daly, Margaret Faley, Christine E. Gudorf, Margaret Guenther, Mary Hunt, Sallie McFague, Judith Plaskow, Ro-semary Radford Ruether, Letty M. Russell, Elisa-beth Schüssler Fiorenza, Sandra Schneiders y Delores Williams. Estas mujeres irrumpen en el escenario teológico en la década del 60 y sobre todo en el inmediato posconcilio.
La "generación intermedia" no solo es continuada por teólogas norteamericanas como Rebecca S. Chopp, Elizabeth A. Johnson, Sue Monk Kidd, Susan Ross y Susan Thistlethwaite, quienes profundizan la senda abierta por sus antecesoras y se convierten en protagonistas de una historia vigorosa y aún inconclusa. También es el momento del surgimiento de las primeras teólogas latinoamericanas y caribeñas quienes "buscan el perfil propio del continente en el que se ubican, marcado particularmente por las teologÃas de la liberación". (9) En este grupo se encuentran autoras como MarÃa Pilar Aquino, MarÃa Clara Bingemer, Isabel Corpas de Posada, Ivone Cebara, MarÃa Josefina Llach, Beatriz Melano, MarÃa Teresa Porci-le, Elsa Tamez y otras.
Las "nuevas generaciones", por último, han crecido exponencialmente desde fines de la década del 90 y no es posible mencionarlas a todas. Entre las norteamericanas se destacan Serene Jones, Denise Carmody, Katheryn Tanner. Entre las latinas y caribeñas muchas otras: Barbara Andrade, Virginia Azcuy, Nancy Bedford, Margit Ekholt, Consuelo Vélez, Mercedes GarcÃa Bachmann, Tania M. Vieira Sampaio, Antonieta Potente, M. del Socorro Vivas, Iris Barrientos, Carmina Navia y muchas otras. "Estas nuevas generaciones trabajan nuevas temáticas o aspectos a partir de lo hecho, profundizan en el campo metodológico y epistemológico, realizan una tarea crÃtica y constructiva de lo realizado hasta el momento" (9).
Los criterios explÃcitos utilizados en esta selección no son exclusivos ni excluyentes. A veces se cruzan el generacional y el contextual. Otras veces el área temática. Y en ocasiones se mezclan los tres. Sin embargo, es posible vislumbrar algo asà como un metacriterio de selección que responderÃa a la pregunta que una se hace acerca de por qué hay teólogas ausentes si por contexto, generación o temática deberÃan estar, como es el caso de Anneliese Meis quien ha desarrollado su trabajo en la Pontificia Universidad Católica de Chile. Entonces aparece un hilo-lila-conductor que muestra que las mujeres escogidas han trabajado explÃcitamente la temática de las mujeres y lo han hecho desde un lugar liberacionista y hacia una presencia y emancipación socio-polÃtica de las mujeres. Eso explicarÃa, me parece, las presencias y las no presencias.
Se agradece el esfuerzo editorial de estas teólogas de la "nueva generación". Claramente las anima, no solo la audacia del EspÃritu, sino el afán de visibilizar la producción teológica femenina, crear redes entre las mujeres que hacen teologÃa y mostrar que las teólogas cristianas han llegado para quedarse. Y digo cristianas porque esa es otra nota caracterÃstica de este esfuerzo: pensadoras metodistas, bautistas, menonitas, episcopalistas, luteranas, anglicanas trabajan codo a codo con las católicas. Asà también mujeres obispas, pastoras, consagradas, religiosas, divorciadas o solteras, casadas, con o sin hijos, dan cuenta del variopinto panorama teológico, su riqueza, fuerza y diversidad. Diversidad que no es Babel, sino un nuevo Pentecostés de consecuencias insospechadas.
Para dar una idea de la mirada recogida en el volumen 2 de esta ambiciosa tarea que es Mujeres Haciendo TeologÃas, he espigado algunas frases, algunas autoras, algunas intuiciones, algunas ideas, algunas osadÃas. No pretendo agotar el espectro, solo mostrar algunas pistas... de por dónde va la cosa.
Lo primero claramente visible en las autoras tiene que ver con el camino y el proceso de toma de conciencia personal, Sue Monk Kidd, norteamericana, lo ilustra asÃ: "Yo habÃa dado a luz a dos hijos, pero traerlos al mundo fue una pavada en comparación a parirme a mà misma como mujer. Hacer emerger una mujer real, instintiva, poderosa, enraizada en su centro femenino, que honra la sacralidad de lo femenino, y que habla el lenguaje femenino de su propia alma, nunca es fácil. Tampoco es siempre bienvenido... Sin embargo, no hay lugar más despierto y vivo que el umbral de emerger. Pero más que eso, dar a luz el tipo de mujer que puede decir auténticamente 'mi alma es mÃa' y luego encarnarlo en su vida, su espiritualidad y su comunidad valen el riesgo y las dificultades". (338)
"Un nuevo paradigma de conciencia acerca de quiénes somos nosotros como mujeres y varones en cooperación seguramente va a tener un efecto en la reflexión teológica -afirma Letty M. Russe-11, pastora metodista fallecida el año pasado-. Buscar caminos en los que la sociedad deberÃa ser ordenada para superar modelos previos de dominación está suscitando la ocasión de preguntas acerca de muchas de las tradiciones patriarcales de la Biblia y de la Iglesia sobre las cuales la teologÃa cristiana se ha construido. También levantará preguntas sobre estilos de teologÃa que no logran incluir a una amplia variedad de personas, tanto masculinas como femeninas, como compañeros/as en la discusión. Llegará a ser cada vez menos posible continuar con prácticas exclusivas en las cuales el dominante blanco, occidental, masculino, establezca los 'estándares' para todas las demás teologÃas" (421).
No solo en la recuperación y fortalecimiento de la identidad femenina hay un proceso, sino también, en su recorrido espiritual. Las mujeres -como señala Sandra Schneiders, biblista norteamericana- de pronto ven que "los hombres no han sido conscientes de que la formación espiritual de las mujeres podÃa ser diferente de la suya y les han propuesto una combinación de práctica espiritual masculina y del ideal del 'eterno femenino' (que, según Jung no es más que la proyección del 'ánima' masculina y no la idea real de las mujeres) Han enseñado a las mujeres a precaverse de los vicios especÃficamente masculinos y no las han alertado, en cambio, sobre aquellos vicios que suelen provocar su socialización: Miedo, timidez, celos, estrechez de miras, manipulación, etc. El predominio de lo intelectual sobre lo afectivo en el acceso a Cristo, del método de la intuición en la oración, del militarismo sobre la amistad como modelo de la vida espiritual, de la sumisión sobre la iniciativa personal en el apostolado son expresiones de los intereses y experiencias de los hombres. A las mujeres se las ha urgido a ser 'viriles' y a adquirir virtudes 'masculinas'" (440).
¿Sobre qué reflexionan las mujeres? Se pregunta MarÃa Pilar Aquino, mexicana actualmente residente en San Diego (Estados Unidos). La coincidencia es grande: las mujeres están más centradas en la vida y son las experiencias cotidianas las que disparan la reflexión teológica; en palabras de Aquino, "las actividades que realizan las mujeres de los sectores populares para garantizar la supervivencia de sus hijos y la suya propia, conllevan intrÃnsecamente el sello de la compasión, la caridad, la justicia, la libertad, el amor a los pobres y altas dosis de audacia y fortaleza... Todo ello con el fin de propiciar la creación de sistemas simétricos de participación plena e igualitaria para todas las personas, sin subordinación de ningún tipo en ninguna esfera de la existencia". (29) Ivone Cebara, teóloga ecofeminista, añade: "Las mujeres intentan en su quehacer teológico recuperar las realidades existenciales, dejándolas hablar libremente y permitiendo que se reorganicen a partir del contexto actual para, solo después, ligarlas a una tradición anterior. Mediante este procedimiento teológico se intenta devolverle al lenguaje teológico su capacidad de tocar algunos centros vitales de la existencia humana... devolverle a la teologÃa la dimensión poética de la existencia, puesto que lo más profundo del ser humano solo se expresa por analogÃa; el misterio solo se formula en poesÃa; la gratuidad solo se traduce a través de sÃmbolos". (221)
Las mujeres que hacen teologÃa en el continente se han dejado interpelar por los movimientos feministas. De ellos se han recogido múltiples preguntas, metodologÃas, conceptos. De estos, la categorÃa de género ha dado muchas luces y no menos problemas con las iglesias. La mayorÃa de las teólogas cristianas ven la necesidad de acoger este "lente" que amplÃa el análisis y permite ver en las sombras. Virginia Azcuy, argentina, coordinadora general de Teologanda afirma: "Si la perspectiva de género es entendida como 'ideologÃa de género', como posición radical contraria a la naturaleza, la familia, la sociedad y la religión, es muy difÃcil imaginarse una mirada positiva del género por parte de la teologÃa y mucho menos un uso constructivo del mismo en el lenguaje religioso. En cambio, si la perspectiva de género es considerada como instrumental para analizar las situaciones de asimetrÃa social y para alentar una mayor equidad de relaciones -sea en la familia, en la sociedad o en las iglesias-, entonces la teologÃa puede plantearse el desafÃo y la oportunidad de esta mediación socioanalÃtica para ampliar y profundizar sus puntos de vista". (63)
La teologÃa hecha por mujeres ¿implica alguna diferencia de aquella hecha por hombres? La pregunta por la diferencia especÃfica de la teologÃa hecha con ojos de mujer no suscita acuerdos. Asà por ejemplo, MarÃa Clara Bingemer, brasileña, señala: "Creo y siento que la experiencia del EspÃritu de Dios hecha por la mujer trae consigo ;otra' diferencia y de gran valor, que genera y da a luz un nuevo método y un nuevo modo de pensar y expresar la misma teologÃa antigua de tantos miles de años. Entrando en el campo de la reflexión teológica con su corporeidad propia y diferente, abierta siempre a nuevas e innovadoras inscripciones, espacio disponible a la invasión y a la fecundación creadora, la mujer revoluciona el propio rigor y sistematicidad del mismo método teológico. Su irrupción en medio de la teologÃa tradicional y su racionalidad son tan desconcertantes y nuevas como las de la mujer del evangelio de Jn 12, 1-8, que invade la bien comportada comida judaica con su perfume que se empeña en derramar e impregnar la casa y el ambiente". (99) "No creo -dirá, en cambio, Elisabeth Schüssler Fiorenza- que las mujeres vayan a contribuir con modos especÃficamente femeninos al proceso de la teologÃa. De todas maneras sà creo que las teólogas feministas pueden contribuir al desarrollo de una teologÃa humanizada... pueden entonces integrar las categorÃas tradicionalmente separadas de varón/mujer, público/privado, intelectual/emocional". (457)
Uno de los temas recurrentes en las teologÃas feministas es el cuerpo. El cuerpo femenino, el placer, la sexualidad, la corporalidad humana, el universo como cuerpo de Dios. Hablar de cuerpo y corporalidad implica hablar de trascendencia y de inmanencia como dos caras de la misma moneda:
"Lo que podemos saber de la trascendencia de Dios es ni arriba del mundo, ni debajo del mundo, pero por el mundo. Nosotros encontramos a Dios en el cuerpo del mundo. ¿Qué decimos, entonces, de la inmanencia y trascendencia de Dios? ... (313) Nosotros no vemos la cara de Dios, sino la espalda, pero sÃ, vemos la espalda. El mundo (universo) como cuerpo de Dios, es también la radica-lización de la divina inmanencia, Dios no nos es presente solamente en un lugar (Jesús el Nazareno, y aunque también, especialmente, 'paradigmáticamente' ahÃ), nos es presente en y por todos los cuerpos... Estamos sugiriendo, entonces, que el modelo del universo como cuerpo de Dios es una manera de expresar a ambos como trascendencia radical e inmanencia radical, pero, en una manera que limita nuestra percepción y conocimiento de la espalda de Dios". Sallie McFague, teóloga an-glicana norteamericana (315)
El segundo tomo de Mujeres Haciendo TeologÃas va ingresando -en jerga futbolÃstica- al área chica. La AntologÃa de Textos de Autoras muestra el pensamiento, muchas veces encontrado y dispar, más o menos audaz, de teólogas diversas. Algunas más rupturistas, las más pensando en clave eclesial y todas esforzadas en el auténtico seguimiento de Cristo. El enorme dinamismo de estas teologÃas, en plural, nos abre a universos nuevos, tan nuevos que no podemos siquiera balbucear-los. Conocemos el origen de este movimiento, la irrupción, este volumen explora el pensamiento de las distintas generaciones. No sabemos, sin embargo, el final de la historia, pero ese final -a decir verdad- importa poco porque lo fundamental ha ido sucediendo en el camino. El EspÃritu ha sostenido y alentado una búsqueda difÃcil, entretejida con las historias personales, comunitarias, continentales, de las iglesias. A estas mujeres las anima la Esperanza del shalom definitivo, el Reino ya instaurado. Y, ¡más que nada!, las urge y las impulsa el saberse profundamente amadas en su "mujeridad", por el Amado.
Carolina del RÃo