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Teología y vida
versión impresa ISSN 0049-3449
Teol. vida v.49 n.4 Santiago 2008
http://dx.doi.org/10.4067/S0049-34492008000300016
Teología y Vida, Vol. XLIX (2008), 933 -939
RESEÑAS
ALBERTO MAGNO. Sobre la Teología Mística de Dionisio. Super Mysticam Theologiam Diony-sii. Según el texto de la Editio Coloniensis traducido y editado por Anneliese Meis. Latín - español. Anales de la Facultad de Teología 59 [Cuaderno 1/2] (abril 2008). Pontificia Universidad Católica de Chile (Santiago 2008). 151 pág. ISSN 0069-3596.
Tenemos en nuestras manos una feliz publicación: La primera traducción española completa de la obra "Sobre la Teología Mística de Dionisio" de Alberto Magno, realizada por la profesora de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Dra. Anneliese Meis Wórmer, SSpS. Cuatro cosas hacen relevante en la actualidad y en nuestro medio este trabajo: el autor elegido, la obra traducida, la versión española resultante, y las introducciones y comentarios a la obra.
Alberto Magno, apodado en la escolástica como el Doctor Universalis -autor del siglo XIII y perteneciente a la Provincia Teutónica de la Orden de los Predicadores-, ha pasado a la historia como el maestro de Santo Tomás de Aquino. Sin embargo, sin restarle méritos a su destacado discípulo, es más que eso uno de los pensadores más grandes de la alta escolástica, y en la actualidad se está descubriendo que la estructura sistemática -grandiosamente coherente- de su forma mentís puede ser considerada incluso de mayor envergadura que la de su egregio discípulo (18). Doctor Universalis por su universal conocimiento de las fuentes filosófico-teológicas de su pensamiento, pero también por la amplitud de su indagación científica: incursionó tanto en la filosofía como en la teología y las ciencias naturales. Comentó todos los libros de Aristóteles y el Libro de las Sentencias de Pedro Lombardo, inaugurando lo que será un aristotelismo cristiano de larga data.
Con su Comentario a la Teología Mística de Dionisio viene a coronar, de algún modo, toda su obra de investigación. "En efecto, más allá de la mera exposición sobre el Corpus dionysiacum en particular, Alberto compromete aquí toda su doctrina teológica, asumiendo la cultura teológica y filosófica griega que en los textos del Areopagita está condensada de un modo peculiar" (20). Si Alberto tenía un apetito voraz por saber, Dionisio le ayuda a descubrir que la creación es una primera teofanía de Dios, ordenada a la revelación de la gracia. Dios ilumina comunicándose a través de sus criaturas. El hombre -ser creado- se comprende a sí mismo desde la revelación de Dios, en el sentido que se realiza a sí mismo al cumplir la voluntad de Dios. Desde esta obra Albertina, uno puede adentrarse en el corazón de este pensador y en el corazón de la teología medieval.
Dionisio, el Areopagita, es un personaje de identidad misteriosa. Durante el Medioevo era venerado -en forma general aunque no sin excepciones- como aquel discípulo de San Pablo surgido en el Areópago (Hech 17,34) y luego tenido como el primer obispo de Atenas. Sin embargo, probablemente el autor del Corpus Dionysiacum (o Areopagiticum) sea, en vez, un hombre del siglo V-VI -tal vez de origen siríaco pero que vivió luego en Grecia, y en particular en Atenas-, influido profundamente por Proclo (probablemente siguió personalmente sus lecciones) y buen conocedor de la filosofía griega en general, y del platonismo tardío en particular; pero que intenta poner toda esa sabiduría griega al servicio del Evangelio. Este platonismo tardío de Proclo era una suerte lectura anticristiana de Platón, en donde las fuerzas del cosmos son comprendidas como realidades divinas, como fuerzas misteriosas en un gran sistema cósmico de divinidades, en donde el hombre podía encontrar acceso a la divinidad.
La genialidad de Dionisio fue haberse servido de este pensamiento profundamente anticristiano para mostrar la verdad de Cristo: en un cosmos creado por Dios son precisamente todas las fuerzas y creaturas de la naturaleza las que en una única sinfonía litúrgica alaban al Creador (Benedicto XVI). Su teología es cósmica y litúrgica. Pero además es mística, es decir, sacramental, que pertenece al mysterion, que revela a Dios. ¿Y cómo podemos conocer a Dios? Por las imágenes antes que por los conceptos; por una teología negativa, debido a la grandeza de Dios. Porque es más fácil decir lo que no es Dios que expresar lo que es realmente. Allí radica la grandeza de este bello y breve opúsculo dionisiaco, la Teología Mística. En cinco capítulos nos hace tomar conciencia y adentrarnos vivencialmente en el Misterio, en Dios. Es un estudio brevísimo como quien habla para decir que hay que callar (T. Martín). Es como la cabeza que orienta toda la vida, el trabajo y el pensamiento del Areopagita. Es la síntesis o germen de todo el Corpus Dionysiacum. Este tratado, tanto como el mismo Dionisio, tuvieron una grandísima influencia en Oriente y en Occidente desde el siglo VI en adelante. Con todo, fue nuevamente redescubierto en el siglo XIII, sobre todo por San Buenaventura y el Propio San Alberto Magno, que manifiestan, cada uno desde su teología y espiritualidad, lo que ya Dionisio -de diverso modo- había dicho: el amor ve más que la razón. Pero, y ese es una aporte neto de Alberto, no existe escisión alguna entre mística y teología, es decir, entre amor y razón. Para Alberto, la teología sistemática o es mística o sencillamente no es teología.
Es esta veta de la relación amor-razón lo que la Dra. Meis viene siguiendo desde ya hace muchos años es sucesivos estudios, en un recorrido que comenzó en el siglo II y que ahora confluye con "una densidad inaudita en los siglos XII y XIII, el contexto histórico preciso de Alberto Magno, donde confluyen la tradición griega y latina en la conocida fórmula: amor ipse intellectus est" (23). La actualidad de este tema que viene siguiendo la Dra. Meis; del desafío y la riqueza que implica la confluencia de tradiciones filosófi-co-culturales en Alberto Magno; y del aporte que significa el encuentro y diálogo de una cosmovi-sión no cristiana con el Evangelio, hacen del texto de Alberto Magno y de su traducción al español una obra no solo necesaria, sino también esperada. La elección de Alberto y ahora la de la Dra. Meis, no pudieron ser más acertadas.
Alberto conoce una traducción latina, hecha por Juan Sarraceno, del De mystica theologia de Dionisio, de la cual realiza nuestro comentario en torno al año 1250 en Colonia. Antes había explicado ya las otras obras de Dionisio: De caelesti hierarchia, De ecclesiastica hierarchia y De divi-nibus nominibus. De modo que conoce bien al Areopagita "y su poderosa originalidad -y que ya había conocido en París, el centro universitario más importante de Occidente del siglo XIII- junto con toda la sutileza de la doctrina de las negaciones que juega toda una importancia en la teología y las recientes traducciones latinas de las grandes obras de la filosofía griega y árabe, aportando así riqueza especulativa y entusiasmo al quehacer teológico y filosófico de la escolástica de aquella época" (21).
El Super Mysticam Theologiam Dionysü se compone de cinco capítulos, que siguen el ritmo propio del De mystica theologia, constituidos en torno a la fórmula clásica de la teología escolástica del siglo XIII: la estructura de la quaestio. Ella se compone de "planteamiento del problema, una serie de argumentos en contra u objeciones, solución general y respuestas particulares para cada objeción" (34). El capítulo primero (39-82) comienza con una suerte de preliminares que delimita el modo, la materia, el oyente y el fin de la doctrina mística. Luego plantea diez cuestiones en torno a la ciencia mística: el nombre, el método, la literalidad de lo dicho, examina una plegaria, el método para aprender esta ciencia, cómo se debe comunicar la doctrina mística, eminencia de esta doctrina, dificultad de ella misma, necesidad de preparación en el oyente, y, finalmente, examina el tema de la contemplación de Dios. El capítulo segundo (83-94), compuesto de tres cuestiones, se pregunta si a través del no ver se puede conocer y ver a Dios, por la unión con Dios, y por el orden inverso de las afirmaciones y negaciones. El capítulo tercero (95-106), sin seguir el método antes afirmado, se pregunta si una serie de obras de Dionisio atestiguan suficientemente, tanto el mé-
todo de las afirmaciones, como el de las negaciones. El capítulo cuarto (107-110) aplica el método correspondiente a las negaciones. Y el capítulo quinto (111-119), que cierra las reflexiones, retoma el método de la quaestio y se pregunta si, al aplicar el método de las negaciones, es preciso remover de Dios todas las cosas inteligibles.
La obra que ofrece la Hermana Anneliese Meis, editada por la Pontificia Universidad Católica de Chile en la Colección Anales de la Facultad de Teología, se inscribe en una serie de monografías de alto nivel teológico y científico que esta facultad ofrece en dicha colección. Es una edición de fácil lectura y buena presentación. Luego del índice (7-8), las Abreviaciones (9) y un breve Prólogo (13-14), nos ofrece una concisa pero muy completa Introducción (17-36) que nos pone al día acerca del status quaestionis del estudio sobre Alberto Magno, y en particular, sobre su Super Mysticam Theologiam Dionysü. Conoce y va haciendo uso de la más actualizada bibliografía, donde sobresalen los estudios llevados a cabo por H. Anzulewicz. La Introducción presenta a Alberto Magno y su obra, la teología del Super Mysticam Theologiam Dionysü, las fuentes bíblicas y filosóficas de esta obra y, finalmente, su estructura. El lector que no conociere mayormente a Alberto, luego de revisar esta introducción, quedará bien preparado para iniciar la lectura de esta obra.
A continuación se ofrece la traducción al español del Super Mysticam Theologiam Dionysü (39-117). La autora ha tenido la feliz idea de colocar, en columnas paralelas, tanto la edición latina como su traducción española. La edición latina es según el texto de la Editio Coloniensis (ALBERTOS MAGNUS, Super Mysticam Theologiam Dionysü, ed. Paulus Simón [Alberti Magni Opera Omnia, XXXVII, 2], Münster 1978, 452-487 [=Col]), sin duda, una excelente edición crítica. La presentación en dos columnas latín-español ayuda enormemente a seguir el texto cotejando siempre su original. La intención es facilitar al lector el acceso a una obra de por sí no fácil de conseguir, y enriquecer con eso los trabajos de investigación al advertir siempre los matice que solo el texto original puede dar. La traducción española se ha hecho -conscientemente- a partir de una equivalencia más formal que dinámica al texto latino, aumentando con ello la fidelidad al original y la utilidad para una lectura más erudita y con objetivos de investigación. Es una excelente ayuda para el que conoce los rudimentos del latín y puede seguir ambas lecturas -sin duda el perfil de quienes tiene por objetivo esta edición española-, aunque eso haya redundado necesariamente, en algunos casos, en un español algo menos fluido, pero siempre perfectamente comprensible. Ha sido una opción editorial que compartimos plenamente. La traducción, desde el punto de vista técnico e idiomático es impecable. Ocasionalmente se encuentran esparcidos algunos errores tipográficos, siempre difíciles de evitar, que podrán ser subsanados con una fe de erratas o en una segunda edición.
La traducción española va acompañada de 102 excelentes y eruditas notas explicativas acerca de los conceptos usados, o aclaraciones teológicas, bibliografía pertinente, indicaciones de contexto y otros comentarios muy útiles y necesarios para una correcta comprensión de la obra de Alberto (123-132). Son diez páginas de un concentrado filosófico-teológico acerca del pensamiento medioeval, que abre numerosas perspectivas para futuros estudios de esta magnífica obra. En estas notas la Dra. Meis muestra la amplitud de su conocimiento de la materia. Concluye la obra con una Bibliografía bien selecta de las fuentes, traducciones y estudios sobre Alberto y el Super Mysticam Theologiam Dionysii (135-138). Se anexan además una reconstrucción de Henryk Anzulewicz de la estructura del Super Mysticam Theologiam Dionysii (141-142) y la carta de autorización del Dr. Hannes Móhle, a nombre del Directorio del Albertus-Magnus-Ins-titut de Bonn, permitiendo la publicación en Chile del texto latino en cuestión. Termina la obra con los índices de citas de la Sagrada Escritura y de Autores Antiguos, reconocidos por el mismo Alberto (147-151).
No queda más que agradecer a la Profesora de la Facultad de Teología de Santiago de Chile, Dra. Anneliese Meis, por este excelente y laborioso trabajo. Pensamos que será muy útil para volver a profundizar en los estudios medievales, que en la actualidad se están valorando crecientemente. Sería por lo demás muy necesario que ella pudiera continuar con su trabajo, ahora con la traducción y comentario de las Epistulas I-XI del mismo Alberto, que complementarían y explicita-rían lo ya dicho por el Doctor Universalis en esta obra, que ahora está a disposición para el lector de lengua española. Le auguramos éxito en este trabajo que ella misma se ha propuesto sacar adelante (17) y que la comunidad científica espera.
Rodrigo Polanco