Señor Editor,
Se acaba de lanzar oficialmente la Comisión de Salud Mental y COVID-19 de la Organización Panamericana de Salud (OPS), el pasado 6 de mayo de 2022. Dicha comisión está presidida por Epsy Campbell Barr, Vicepresidenta de Costa Rica, y Néstor Méndez, Secretario General de la Organización de Estados Americanos, más un conjunto de profesionales interdisciplinarios de la región1. En los discursos de presentación se mencionaron algunos de los temas, tales como la necesidad de abordar más profundamente los efectos del COVID-19 sobre la salud mental de la población, en sus consecuencias y secuelas a largo plazo advertidas por numerosos estudios2–3. Se enfatizó la atención de la salud mental en las poblaciones vulnerables, los problemas psicosociales ligados a la violencia contra las mujeres, niños y adolescentes, la desigualdad en el acceso a los servicios de salud, etc. Se focalizó en el enfoque de derechos y el acceso equitativo a los servicios de atención de la salud mental. También se manifestó la importancia de contribuir con los gobiernos de la región para una mejor respuesta en materia de salud mental, entre otros.
Si bien la conformación de esta comisión es altamente necesaria y estratégica debido a las implicancias de la pandemia COVID-19 sobre la salud mental en la región, parece llegar tardíamente respecto de la llamada de atención internacional establecida desde mediados del 20204. Durante la pandemia, la OPS no tuvo un papel muy activo en acciones de salud mental y el COVID-19, pero si logró difundir guías de recomendaciones y materiales orientadores en su portal5. Más bien, la mayor capacidad de respuesta y abordaje provino de organizaciones psicológicas, sociedades científicas y profesionales, y universidades, quienes implementaron programas de asistencia psicosocial, redes de apoyo comunitarias, y dispositivos de atención virtual de la salud mental, entre otros5–8. Los gobiernos llevaron a cabo acciones específicas en esta materia, aunque con cierto grado de heterogeneidad entre los países de la región9.
No resulta sencillo evaluar qué tan profundo ha sido el impacto de la pandemia sobre la salud mental, pero se asume que ella ha dejado grandes secuelas para el bienestar psicosocial y la calidad de vida de las personas2,3. La nueva comisión se ha fijado como meta realizar un primer informe de situación antes de finalizar el presente año, y también ha habilitado un canal de comunicación en su portal. En la presentación oficial, no se brindaron mayores detalles de la agenda de trabajo, por lo cual creemos necesario dejar indicado algunos temas prioritarios. En la Tabla 1 se señalan varios tópicos que deberían ser contemplados, derivados de lo indicado por diversas publicaciones5–14.
Tabla 1 Agenda de temas en salud mental y COVID-19 en América Latina
Investigación en salud mental | Analizar el impacto de las medidas de confinamiento y restricción social |
Indagar los efectos a largo plazo (síndrome post COVID-19) sobre la salud mental | |
Propiciar mayores estudios longitudinales y recopilación de datos estandarizados | |
Evaluar el impacto en la calidad de vida y bienestar psicosocial | |
Proporcionar datos epidemiológicos sobre la salud mental durante la pandemia | |
Estimular estudios interdisciplinarios en salud mental | |
Atención pública en salud mental | Evaluar la coordinación y sinergia de los sistemas de atención en salud mental |
Analizar las deficiencias, pero también la resiliencia de los sistemas de salud mental | |
Dimensionar la capacidad de respuesta frente a la contingencia sanitaria | |
Examinar la adaptación de recursos y programas de atención de la salud mental | |
Estimar el alcance de las políticas públicas en salud mental como respuesta a la pandemia | |
Contemplar los costos socioeconómicos de la atención de la salud mental | |
Valorar la carga de atención de la salud mental y factores asociados | |
Estimar la calidad de la atención en salud mental | |
Repensar los protocolos de atención en salud mental | |
Evaluar el uso de tecnología en la atención e intervención en salud mental | |
Estimar el acceso y equidad al sistema de salud mental | |
Dimensionar el impacto en el acceso a los tratamientos psicofarmacológicos en salud mental | |
Prácticas profesionales en salud mental | Focalizar en los factores de resiliencia y apoyo social para el bienestar psicosocial y la salud mental |
Determinar el alcance de la atención profesional en salud mental | |
Evaluar la implementación de las prácticas remotas | |
Identificar las mejores prácticas e intervenciones eficaces | |
Repensar los diferentes niveles de atención de la salud mental | |
Estimar el alcance de los abordajes interprofesionales | |
Valorar el abordaje ético y deontológico de las prácticas profesionales | |
Formación profesional en salud mental | Analizar el impacto en la formación de los profesionales de salud mental |
Dimensionar la capacitación y supervisión en contexto de crisis | |
Valorar la integración entre los sistemas de salud y educación | |
Valorar la educación para la salud mental | |
Contemplar la alfabetización en salud mental de la población para desactivar la infodemia | |
Poblaciones especificas | Analizar el impacto en la salud mental de los profesionales sanitarios |
Estimar el impacto en pacientes con trastornos mentales previos | |
Contemplar poblaciones vulnerables: niños, adolescentes, adultos mayores, minorías raciales y étnicas, migrantes y desplazados forzados, personas con discapacidades, población institucionalizada, población carcelaria, población rural, etc. | |
Identificar necesidades para planificar respuestas adecuadas | |
Contexto cultural y socioeconómico | Contemplar adecuadamente los determinantes sociales de la salud mental |
Dimensionar la estigmatización, discriminación y segregación sociocultural | |
Contemplar las desigualdades e inequidades socioeconómicas | |
Analizar el impacto de la violencia sociofamiliar y de género | |
Estimar el impacto de las comorbilidades en salud mental | |
Examinar el consumo se sustancias, alcohol y automedicación | |
Valorar el papel de las redes comunitarias y apoyo psicosocial | |
Evaluar la inclusión y el involucramiento de la participación social |
Las prioridades de investigación y respuesta frente a las demandas de salud mental en el contexto del COVID-19 se visualizaron desde el inicio de la propia pandemia, aunque los problemas señalados fueron parte de ciertos consensos internacionales10–12, donde los temas propios de América Latina y el Caribe no estuvieron contemplados. De hecho, ya se ha hecho notar la falta de una agenda propia para la región14. La creación de esta comisión de la OPS viene a saldar una deuda con el escaso énfasis que se le ha dado a la salud mental de la población de las Américas. La tarea no resulta nada sencilla debido a los temas convergentes que deberían abordarse para contar con un mapa más profundo de la realidad de la salud mental en la región. En este trabajo, se ha contribuido con la identificación de seis dimensiones para una eventual agenda de evaluación de la salud mental. No se trata de una agenda exhaustiva ni pormenorizada, pero si de ciertos temas apremiantes en salud mental, tanto desde el punto de la investigación científica, la práctica profesional, las políticas públicas y la participación social. La acción sinérgica puede contribuir con el aumento de la visibilidad de la salud mental, movilizar recursos y priorizar las políticas públicas e intervenciones estrategias de salud mental.