Señor Editor,
La incorporación de la palabra “vejez” en la Clasificación Internacional de Enfermedades y Problemas Relacionados con la Salud (CIE-11) ha causado bastante cuestionamiento entre especialistas y académicos del campo de la gerontología y geriatría1. La palabra en cuestión aparece bajo la categoría de “síntomas generales” bajo el código “MG2A - old age”, versión online del CIE-11, que entrará en vigor en enero del 20221 e incluirá como diagnóstico a personas mayores o senescentes sin psicosis o con debilidad senil.
Al ser la CIE una guía que se utiliza para diagnosticar e investigar definiciones y criterios para todas las patologías y/o condiciones patológicas, el incorporar “la vejez” dentro de esta clasificación, es visto como una forma de estigmatización y discriminación por edad por algunas asociaciones nacionales e internacionales en pro del envejecimiento inclusivo, quienes han manifestado abiertamente su rechazo ante la decisión adoptada por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La vejez es una más de las etapas naturales del curso de vida al igual que la infancia, adolescencia o adultez, por lo que cualquier otra descripción que se centre únicamente en aspectos deficitarios constituye un “viejismo”; término acuñado por el psiquiatra Robert Butler en la década de los 70 para referirse al conjunto de prejuicios, estereotipos y discriminaciones que se aplican a las personas mayores exclusivamente en función de su edad2.
Directrices internacionales sobre los derechos de las personas mayores adoptadas por la Organización de las Naciones Unidas, enfatizan la importancia de alejarse de cualquier asociación de la vejez con un cuadro de enfermedad o discapacidad; incluso la propia OMS en diversos informes, ha hecho un llamado a cambiar nuestra forma de pensar, sentir y actuar con respecto a la edad y el envejecimiento, contrarrestando cualquier prejuicio y estereotipos3,4.
Consecuentemente, son muchas las sociedades que han manifestado que incluir el envejecimiento dentro del CIE-11 estigmatiza y reflota el viejo paradigma gerontológico predominante hasta el siglo XX, con una visión generalizadora centrada en un enfoque deficitario del envejecer, con énfasis exclusivo en el plano de lo orgánico.
Contrariamente, quienes defienden la iniciativa, argumentan que la inclusión de la vejez en el CIE-11 favorecerá el desarrollo e implementación de tecnologías innovadoras para prevenir y curar patologías relacionadas con el envejecimiento5,6. Bulterijs y cols.7, por su parte, en su artículo titulado “It is time to classify biological aging as a disease”, sostienen que el gran problema del sistema de salud actual, es que no reconoce el proceso de envejecimiento como la causa subyacente de las enfermedades crónicas que afectan a las personas mayores; por lo cual, reconocer la vejez como una enfermedad implicaría el compromiso de una intervención médica, favoreciendo que proveedores de seguros reembolsen los tratamientos asociados a este proceso.
En la misma línea, Zhavoronkov y cols. señalan que, considerar el envejecimiento como una enfermedad conduciría a una asignación más eficiente de recursos, al permitir que los organismos de financiación, al evaluar los programas de investigación y clínicos utilicen como métricas los años de vida ajustados por calidad y años de salud equivalentes8.
Sin duda los argumentos expuestos en la literatura dan cuenta de una necesidad, cual es responder eficazmente al problema de salud pública que plantean las enfermedades relacionadas con el envejecimiento; sin embargo, se debe ser cuidadosos en la forma. Incluir la vejez en el CIE-11, no hace otra cosa que retomar el paradigma reduccionista y sesgado centrado únicamente en el proceso salud-enfermedad, que invisibiliza las múltiples dimensiones operando en la vida del sujeto envejeciente e impide reconocer las individualidades y el armado particular de vejez que cada sujeto va construyendo en el curso de su vida9.
Somos conscientes que atender los problemas y necesidades especificas asociadas a la vejez es imperioso, y todo esfuerzo y avance en estas materias son importantes y necesarias; pero al ser el lenguaje un elemento simbólico, que se construye socialmente, se debe ser cuidadoso con su uso e implicaciones.
La vejez, es y debe seguir siendo considerada por las futuras generaciones una etapa natural del desarrollo humano, con sus propias características y necesidades específicas, al igual que las otras etapas de la vida.