El estigma de obesidad consiste en la devaluación que se hace de un individuo por ser obeso, característica que es visible, particular y que no es posible de ocultar, siendo además, uno de los primeros aspectos que se observa en una persona1. Los estudios señalan que quienes son blanco de tal estigmatización tienen pobres resultados en salud mental, mayor enfermedad física, peor bienestar individual, bajo rendimiento académico y dificultades en el acceso a bienes de capital, educación y oportunidades laborales1-3, están expuestos a discriminación en diferentes ámbitos los cuales incluyen entornos de salud, trabajo y relaciones interpersonales4, constituyéndose por tanto, en un problema relevante con consecuencias psicosociales profundas. Dadas las altas cifras de sobrepeso (39,3%) y obesidad (27,4%) en Chile5, es posible hipotetizar que un porcentaje considerable de la población puede llegar a ser objeto de tal estigmatización.
Las consecuencias psicosociales del estigma por obesidad han sido estudiadas mayoritariamente en quienes son víctimas de tal estigmatización, sin embargo, menor atención se ha puesto en quienes estigmatizan, voluntaria o involuntariamente, por ejemplo, familia, amigos, conocidos, prestadores de servicios, entre otros. Por tal motivo, esta revisión narrativa de la literatura se centra en las consecuencias que el estigma de obesidad tiene tanto en quienes son blanco del estigma, como en el ejercicio profesional de los equipos de salud que interactúan con personas o pacientes obesos.
Este manuscrito podría favorecer la comprensión de este fenómeno e identificación de las consecuencias que tiene en la salud de los individuos obesos. Además, podría contribuir a mejorar las intervenciones que brindan profesionales de la salud a personas obesas, haciéndolos conscientes de sus propios estereotipos de obesidad. Para tal efecto, se ha realizado una revisión narrativa de la literatura, analizando e integrando los resultados de estudios pertinentes, de reciente publicación, que incluyen la problemática de estigma de obesidad y que se encuentran disponibles en bases de datos PubMed y PsychINFO. Los criterios de búsqueda fueron obesity stigma, antifat attitude, discrimination, healthcare, overweight and obesity. Se incluyeron artículos cuya fecha de publicación estuviese contenida entre los años 2000 y 2016.
Contextualización general del estigma de obesidad
El estigma de obesidad se ha investigado tanto en sujetos con obesidad como en sujetos sanos, pretendiendo identificar la percepción que se tiene sobre individuos con obesidad y las diferencias en cuanto a la consideración de aspectos sociodemográficos como la edad, género e identificación étnica6. Los estudios son consistentes en demostrar que la estigmatización ocurre hacia hombres y mujeres por igual, no obstante, cuando las víctimas de esta estigmatización son mujeres, ellas refieren peor calidad de vida y bienestar, además de autoestima reducida en comparación a los hombres, quienes reportan problemas asociados al ámbito laboral6,7, es decir, las mujeres podrían verse mayormente afectadas cuando son víctimas de este estigma8.
Diversas investigaciones sobre estigma de obesidad concluyen que existen más actitudes estigmatizantes cuando hay una mayor atribución de responsabilidad individual de la condición de obesidad9,10, cuando a los obesos se le asocian características de personalidad que les impide cambiar patrones conductuales en relación a la alimentación, o cuando se cree que la obesidad es controlable por el sujeto que la padece11-13. A lo anterior se suma que la mayoría de las personas desconoce como causa de la obesidad a los factores genéticos involucrados, lo cual aumenta el estigma hacia los sujetos con esa condición, ya que se concibe la obesidad como un defecto moral o asociado exclusivamente a la conducta del individuo11,14.
Otro aspecto relevante mencionado en diversas investigaciones es que, a diferencia de lo que ocurre con otros grupos estigmatizados, las personas obesas se estigmatizan a sí mismas tanto como lo hacen otras personas no obesas6,13,15,16, teniendo consecuencias negativas en las víctimas y también en las personas con quienes interactúa. Lo anterior incluye a los equipos de salud que intervienen en esta patología, ya que prácticas discriminatorias derivadas del estigma de obesidad podrían dar lugar a la evitación de los entornos de salud y a la baja adherencia terapéutica de la intervención con especialistas3,17,18.
Consecuencias del estigma de obesidad en las víctimas
Las víctimas del estigma reportan que habitualmente reciben comentarios negativos de terceras personas o el entorno hace supuestos negativos respecto de ellos mismos19 además de estar expuestos a barreras físicas y al rechazo social20. Las personas que tienen sobrepeso o son obesas, sólo por esa condición se enfrentan a inequidades sociales importantes, por ejemplo en el ámbito económico obtienen salarios inferiores por el mismo trabajo en comparación a sujetos con un peso normal, tienen menos oportunidades de ascenso y suelen ser víctimas de despidos injustificados1. El estigma de obesidad también se ha asociado con desajuste psicológico en la víctima, vinculándose principalmente con depresión, ansiedad, insatisfacción corporal y baja autoestima2,19-22. Incluso, el impacto que la obesidad tiene en la autoestima de la víctima es observable desde etapas tempranas de la vida. Por ejemplo, en un estudio longitudinal realizado con 1.520 niños de 9 y 10 años de edad, se encontró que los niños obesos disminuyeron su autoestima a los 4 años de seguimiento, en comparación a los niños de peso normal23.
El impacto que genera la estigmatización en las víctimas es mayor si se considera que este tiene repercusiones en conductas de salud. Es frecuente que las víctimas reporten una mayor ingesta de alimentos, rechazo a la dieta y menor actividad física debido al estigma24-26. En efecto, en un estudio con una muestra de 2.449 obesos, 79% reportó usar la estrategia de ingerir una mayor cantidad de alimentos y sólo 10% reportó nunca haber utilizado esa estrategia como respuesta al estigma27.
En contextos médicos, las personas obesas refieren ser atendidas por períodos de tiempo más breves y reportan una menor calidad en la atención en comparación con sujetos con un índice de masa corporal normal1,28. El estigma de obesidad genera comportamientos que no contribuyen al control del peso29, tales como el retraso o evitación en la búsqueda de prestaciones médicas30,31, menor motivación por realizar actividad física32,33 o una ingesta calórica superior a la recomendada por los especialistas19,34,35. Además, la discriminación derivada del estigma, se ha asociado a presión arterial elevada, lo que pone en un doble riesgo a los obesos28,36,37.
Consecuencias del estigma de obesidad en los equipos de salud
Los profesionales que conforman los equipos de salud están expuestos a los mismos mensajes sociales sobre las personas obesas que los miembros de la población en general, por lo que podrían, sin quererlo, perpetuar el estigma hacia la obesidad38-41.
Existe evidencia científica sobre presencia de actitudes desfavorables automáticas, esto es, fuera de control consciente hacia personas que tienen sobrepeso o son obesas, incluso entre profesionales de la salud29. Lo anterior alude a sesgos negativos implícitos hacia los obesos, lo cual no necesariamente implica una conducta discriminatoria manifiesta42. Por ejemplo, en un estudio se encontró que los profesionales de la salud asociaron la obesidad con estereotipos de personas perezosas y carentes de valor, asumiendo que los obesos tienen características y conductas que contribuyen a su problema, incluyendo dimensiones cognitivas y de valor personal43; de hecho, médicos atribuyen características negativas como voluntad débil a pacientes obesos30 y aunque tienen menor sesgo negativo implícito en comparación con la población en general42, de igual modo esta situación podría contribuir a que pacientes obesos se perciban discriminados. En efecto, un estudio con pacientes de cirugía bariátrica demostró que ellos se sintieron incomprendidos y maltratados por el personal médico y no médico que participó de la intervención44. Similarmente, en estudios realizados con enfermeras, se demostró que estas profesionales reportaron creencias y actitudes negativas hacia personas con sobrepeso y obesidad, percibiéndolas como menos exitosas, más incompetentes y con peor salud que personas no obesas45,46.
El estigma de obesidad también puede tener consecuencias sobre las recomendaciones entregadas por especialistas hacia personas con sobrepeso u obesidad. En un estudio realizado con médicos, se encontró que 40% de ellos tuvieron reacciones negativas hacia pacientes obesos, reportando altos niveles de frustración, con la mayoría de ellos, al momento de tratarlos47. En otro estudio, médicos que atendían a un alto porcentaje de pacientes con obesidad mórbida, entregaron menos recomendaciones de tratamiento farmacológico o cirugía bariátrica para el manejo del peso48.
Asimismo, el estigma de obesidad que tienen los profesionales de la salud podría estar asociado con el tiempo dedicado a los pacientes, la empatía, la calidad de las interacciones, el optimismo respecto a la mejora del paciente y la voluntad e intención de proporcionar ayuda43. En relación a lo anterior, se ha reportado que los profesionales de la salud tienden a ofrecer poca o ninguna orientación para el control del peso a sus pacientes, lo que podría relacionarse a las bajas expectativas que tienen en cuanto a los resultados de la intervención o a la asociación de estereotipos negativos sobre obesos en cuanto a su falta de autocontrol49. Similarmente, en un estudio se plantea que los profesionales que atienden obesos no recogen un historial clínico completo, ya que la mayoría de las dificultades reportadas por el paciente son atribuidas a la obesidad, limitando la indicación de otros exámenes para comprobar sus hipótesis diagnósticas o realizando exámenes físicos incompletos30.
Conclusión
En Chile existen altas cifras de sobrepeso y obesidad. Lo anterior impone un desafío en materias de salud pública, pues tal como se ha mencionado en este manuscrito, los efectos que tiene el estigma asociado al peso genera consecuencias tanto en la víctima como en los equipos de salud. En relación a los primeros, se ha encontrado un mayor desajuste psicológico, inequidades sociales y dificultades en las relaciones sociales y laborales. En cuanto a las consecuencias en los equipos de salud, se ha encontrado que estos no están ajenos a la estigmatización por obesidad y por tanto suelen tener conductas discriminatorias con pacientes obesos, lo que podría tener implicancias en la intervención y en los resultados esperados en salud.
Dado que el estigma de obesidad tiene consecuencias conductuales, tanto en la víctima como en los equipos de salud, no considerar esta variable en las estrategias de intervención, podría volverlas menos efectivas, ya que se genera una dinámica circular en términos que el paciente obeso al estar expuesto al estigma afronta este estresor con conductas que son la antítesis del control de peso, y a su vez el equipo médico al tener un sesgo implícito negativo tiene comportamientos que refuerzan el estigma, lo que en su conjunto contribuye a perpetuar la enfermedad. Es importante considerar que además de los factores genéticos y neuroendocrinos involucrados en la obesidad, los factores psicológicos y sociales tienen un rol relevante en la comprensión de este fenómeno y por tanto las intervenciones deben ser multidisciplinarias.
El rol que juegan los equipos médicos en la intervención de la obesidad es fundamental, ya que además de prescribir un tratamiento y entregar orientaciones específicas, podrían por un lado ayudara disminuir la estigmatización de las personas obesas educando a la población general respecto a las causas de la obesidad y por otra parte, al ser conscientes de sus propios estereotipos, podrían favorecer la intervención generando un vínculo con el paciente que rompa con la circularidad antes mencionada.