Introducción
J.C.R. Licklider señala que “la esperanza es que no en muchos años, los cerebros humanos y las máquinas de computación se acoplan muy estrechamente, y que la sociedad resultante piense como ningún cerebro haya pensado alguna vez”1. Licklider era miembro de la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada de Estados Unidos (ARPA, por sus siglas en inglés). Estas palabras las escribió en 1960 y hoy se cumplen a cabalidad. Internet aspiró a adosarse a la vida y extraer de ella toda la información posible, tanto perceptible como imperceptible, realizando permanentes elaboraciones cuyo horizonte de sentido es anteponerse a los imprevistos propios de la existencia terrestre. Y un componente fundamental es la velocidad, puesto que “pensar como ningún cerebro ha pensado alguna vez” no es sólo una alusión a pensar correctamente o mejor, sino sobre todo a hacerlo velozmente, con un gran cúmulo de información que ningún cerebro humano puede soportar.
Este artículo problematiza la relación entre los conceptos de velocidad e información, arraigados en la tesis dromológica de Paul Virilio, exponiendo diversos registros interpretativos que buscan articular velocidad, política, realidad virtual, capitalismo, comunicación y periodismo en un mismo hilo conductor, comprendiendo de este modo que no son fenómenos aislados sino modulaciones de un mismo proceso. Para tal fin, se entiende la noticia como dispositivo de administración del público que monopoliza el periodismo, el que se regula a partir de la velocidad de producción y de recepción de los textos periodísticos, al hacer funcionar dispositivos “que sirven de mediación a la comunicación humana permitiendo grabar, multiplicar, transmitir, y difundir ideas, frases, sonidos, imágenes u otras percepciones sensoriales”2. La hipótesis que emerge desde esta propuesta teórica consiste en plantear la sedimentación de este “producto” (la noticia) y su progresivo desplazamiento en la administración del público, debido a los formatos que aparecen con el cambio de sentido de la reactividad periodística. Este argumento se abre a la posibilidad de que se está reconfigurando el gobierno de los espíritus, entendido como regulación de las opiniones y comportamientos de la población y de los individuos.
El problema de la dualidad velocidad/poder atraviesa la comunicación como actividad social, dado el imperativo de informar lo más rápido posible acerca de los acontecimientos. Si bien este objetivo se reconoce en varios procesos de difusión de información en contextos anteriores a la modernidad -la carrera del chasqui inca, el Imperio Romano, la China de los Han, la Venecia del Renacimiento3-, la centralidad del periódico y la diversificación de los medios de comunicación con objetivos noticiosos (radio, televisión, diarios digitales) complejiza la problemática de la velocidad de la mediatización. Este texto cuestiona, en este sentido, cómo las proyecciones teóricas sobre el problema político de la velocidad se rastrean y permiten revelar las transformaciones del flujo de información y las prácticas de comunicación en sociedades altamente mediatizadas.
Se concibe en consecuencia la información como un dispositivo de regulación rítmica de las opiniones y comportamientos, los prejuicios, las convicciones y la educación, es decir, siguiendo las formulaciones foucaultianas, el “gobierno de los espíritus” por medio de una “guerra por otros medios”. En la época de la racionalidad de mercado, que implica gobernar menos para administrar, las transformaciones de las velocidades informativas muestran que gobernar es ritmar, en la modalidad de actualización que activa la continuidad temporal propia de la realidad virtual. Este artículo busca relacionar, de manera teórica, las transformaciones y los efectos de la velocidad y la virtualidad con lo político y la comunicación, para así aportar a la comprensión del conflicto por imponer una lectura del acontecer y de los comportamientos. Para lograr este objetivo, se aborda la relación entre velocidad y realidad virtual a partir de la problematización de Paul Virilio, para luego articularla con el problema del capitalismo. Finalmente, se abren perspectivas de reflexión sobre las implicancias del internet de las cosas en relación con el desplazamiento de la comunicación.
Velocidad, información y realidad virtual: guerra y política
En Velocidad y política4 y Cibermundo5 Paul Virilio instala un registro discursivo en el cual la velocidad se torna una categoría que pugna con las comprensiones tradicionales acerca del surgimiento de la modernidad, particularmente con las teorías contractualistas. Para Virilio, la guerra y la política, y las velocidades que las constituyen, son la tríada que da vida a los estados nacionales y a la modernidad. Señala el autor que “el poder burgués es, ante todo, militar porque inventa los medios de producir y destruir aquello que produce, empresa de guerra que está en el origen de los ejércitos del Estado y, más tarde, del complejo industrial militar” y luego añade que “la política no es más que una caja de velocidades”6. El trabajo de informar responde a la misma lógica de producción/destrucción cuando las noticias, tanto en calidad de producto como en sus dimensiones políticas, ganan valor en su vencimiento y desaparición. En este sentido, la actual sociedad tecnológica de información es una sociedad en guerra, puesto que la realidad virtual, en sus múltiples apariciones, es velocidad. Nuestras sociedades democráticas son sociedades en guerra.
Virilio grafica la relación entre la guerra y la velocidad señalando que el soldado de la época de la pólvora tiene unos cuantos segundos entre cada tiro de los cañones enemigos, que es el tiempo de recarga, lo mismo que del mosquete o del fusil de pedernal. Una vez que han disparado, el soldado debe correr velozmente hacia su enemigo antes que este recargue y haga fuego nuevamente. A su vez, el proyectil va veloz en busca del cuerpo del enemigo para abatirlo o herirlo7. Virilio dice que siempre “la salvación está en correr hacia la muerte, matar su muerte, porque los nuevos vehículos balísticos hacen inútil la huida o retirada”8. Así, “la salida se encuentra yendo hacia la bala que da muerte”9. La movilidad de las tropas, sobre todo en el caso de las guerrillas, es crucial para la obtención de la victoria en el campo de batalla. Ahora bien, con el desarrollo tecnológico virtual, han surgido nuevas máquinas para la guerra. El dron10, por ejemplo, es vigilante y también “soldado” puesto que, como el dron Predator, tiene la capacidad de vigilar -recopilar informaciones y entregarlas en tiempo real a los centros militares- y lanzar misiles a objetivos específicos. ¿Cómo escapar de un dron? Más allá de los cambios que provoca en el arte de la guerra, el dron se mueve a una velocidad que hace que el objetivo se convierta en una presa de caza, y no en un soldado11. ¿Por qué cacería? Porque el cazado no tiene cómo enfrentar al dron. No hay posibilidad, hasta ahora, de enfrentamiento. Sólo le resta huir. Pero su huida es inerte: tarde o temprano el dron lanzará en su cabeza el misil. Si seguimos el análisis de Virilio, ¿tiene sentido correr hacia el dron para salvar la vida?
La guerra antes expuesta está enmarcada en la dromocracia, que es para Virilio el “gobierno de la carrera (velocidad)”, y que comprende internamente la dualidad poder/velocidad (y no la dualidad poder/saber, como en Foucault)12. Actualmente, internet expresa esta dromología: es una estrategia tecnológica de comunicación en caso de guerra nuclear y componente fundamental del aparato de guerra estatal norteamericano, que hoy ha copado el planeta al modo de “sistema nervioso mundial”. En la lógica de la guerra actual, el planeta es un campo de batalla porque el desplazamiento de batallones y de proyectiles, a cualquier parte del planeta, es veloz. Pensemos en las bombas de largo alcance: cualquier lugar del planeta es objetivo militar de las “potencias” en pocos segundos. Y alcanzar el objetivo se logra a toda velocidad. La dromocracia y la realidad virtual se conciben hoy como lo mismo. Sociedad algorítmica, estado algorítmico benefactor, sociedad red, sociedad de las comunicaciones, física social virtual, extractivismo de datos, etcétera, exponen la conexión íntima entre la velocidad de la realidad virtual y el estado.
La relación poder/velocidad tiene como consecuencia que será la anticipación, y no la imaginación, la que determine las decisiones políticas, dice Virilio. Es por ello que los gobiernos prefieren prever escenarios posibles13, asumiendo una epistemología fuertemente neopositivista. En el argumento de Virilio, esta conclusión está ligada al concepto de “automatización pura”, el que refiere al temido “botón nuclear”. Este botón ya no será “apretado” por el dedo humano sino por un programa computacional, el que sabrá la pertinencia o no de tal acción sobre la base de variables automatizadas, entregando la “decisión” de la guerra a una máquina, lo que por definición excluye la reflexión y decisión humanas. Este tipo de automatización en plena “guerra fría” dará lugar al “aparato de estado”, es decir, un conjunto de relaciones apolíticas puesto que las decisiones políticas las anticipará y tomará un programa algorítmico14. Por ello que la relación poder/velocidad sustituye a la consabida dualidad poder/saber foucaultiana: la información y el saber se vuelven efímeros con el advenimiento de la velocidad informática, y actualmente con los programas algorítmicos que se “adosan” a los acontecimientos imperceptibles de la realidad por parte de la sensoriedad humana15. Es el estatuto epistemológico de la información lo que cambia.
Así, en ruptura con una prensa irregular y doctrinaria, la organización temporal de la producción de información se establece paulatinamente a lo largo del siglo XIX, a partir de la reorganización de diarios como El Ferrocarril, El Diario Ilustrado o El Mercurio en tornos a plazos regulares de publicación y la racionalización del proceso de producción de la prensa informativa. Esta primera fase remite a la industrialización de los medios de comunicación, con su ritmo mecánico y organizado por plazos de publicación, que se intensifica con las transmisiones radiofónicas al introducir la inmediatez como código medial, y que desemboca sobre la consolidación de la noticia como producto del periodismo (en ruptura con las columnas de opinión y tribunas de los editorialistas, así como con la prensa contestaría y alternativa). Este movimiento conlleva nuevas estrategias de venta y publicidad, narrativas profesionales, codificaciones de las formas (diagramación, tipografía, fotos, etcétera), relaciones con fuentes, criterios de valoración y una construcción de la cotidianeidad. Se rutiniza la velocidad informativa en su producción industrial.
La diferenciación de la profesión de periodista se activa por la estructuración de una cadena de producción organizada por normas temporales que se operativizan y transmiten en una cultura profesional. En otras palabras, los plazos de publicación instituyen el profesionalismo periodístico y disponen las tareas del newsmaking (producir la noticia). La anticipación y la planificación de escenarios posibles es la lógica imperante en la toma de decisión y la organización del proceso de producción de las noticias, fijando un “itinerario” cotidiano y semanal en las salas de redacción. La famosa pauta de redacción, diaria pero también completada de manera flexible según distintas escalas temporales (los tres días siguientes, el fin de semana, la semana, el mes, etcétera).
La hegemonización del modelo informativo construye un imperativo profesional que responde a la necesidad de alimentar el espacio de los diarios y noticieros dentro de plazos que se multiplican a lo largo del día y, por lo mismo, se reducen. Si bien la temporalidad de la noticia sigue siendo ante todo social, el presente se contrae en términos periodísticos y mediáticos, los plazos de producción de la noticia descontextualizan y deshistorizan la información16, y, la consolidación de un newsmaking dirigido a los plazos de producción participa de la velocidad del ritmo de la vida. El día laboral de las y los periodistas se organiza en torno a la pauta de redacción que ocurre en la mañana (entre las 9 y las 10, dependiendo de la sala de redacción), la que se puede reproducir por la tarde para prever los escenarios que vienen para la noche y el día siguiente. El plazo de entrega de las notas y los “cierres” de los diarios y noticieros forman también parte de las coordenadas temporales que estructuran el día laboral y el marco cognitivo de los profesionales del periodismo. La lógica descrita no ha desaparecido totalmente en el escenario mediático y social actual; es más, la autoridad periodística todavía reside ampliamente en el plazo de publicación y los trabajos de reportaje de largo aliento. Pero la virtualización del trabajo de información está provocando simultáneamente una profunda reconfiguración, en relación directa con transformaciones políticas y el conflicto por imponer un orden.
Siguiendo la teoría dromológica de Virilio, Emidio Oliveira plantea que quienes persiguen a otros/as necesitan imperiosamente abolir el espacio17. Pensemos nuevamente en el dron Predator de las fuerzas armadas norteamericanas: es piloteado desde suelo norteamericano por un soldado que hace “tiro al blanco” en Irán, es decir, está en “dos lugares” al mismo tiempo, aboliendo la distancia física y el espacio que esa distancia recorre. La guerra se vuelve virtual para uno de los bandos en enfrentamiento: el oficial juega playstation, con la diferencia que, cuando en el “juego” mata a otros, éstos mueren realmente. Según Oliveira, el tiempo es para Virilio aquello que escapa a la percepción: un tiempo imperceptible que sólo se puede representar en la modalidad de su estricta racionalidad. La velocidad pura abole el espacio físico. Las tecnologías de nuevo tipo son, al mismo tiempo, deslocalizadoras y abstractas, perdiendo su carácter empírico y real. Por ejemplo, el acceder va teniendo dominio y hegemonía sobre el tener, lo que suscita un cambio radical de la comprensión de la propiedad, tanto privada o pública. Se accede a la información porque ésta, debido a su carácter abstracto, no se puede tener: sólo se tiene el hardware que la contiene. Piénsese, entonces, en la “información genética”, o en la información que almacena una base de datos, en los algoritmos, fórmulas, programas, software, etcétera. La industria de la información ocupa la propiedad sensación. Cada día se venden menos diarios, y los lectores ya no tienen la prensa escrita entre las manos. El lector no va al kiosco a comprar, sino que recibe y accede a las noticias y las páginas de los diarios online, almacenados en otras plataformas que extraen datos del consumo noticioso de cada lector.
La priorización de la movilidad de las notas, por sobre la de los lectores y su constitución en público, también se reconoce entre las transformaciones del oficio periodístico y del proceso de producción de las notas. Cada vez más, los y las periodistas realizan el proceso de producción desde su escritorio, sin necesidad de desplazarse a buscar fuentes y documentos. La tecnología permite acceder a la información sin movimiento, ya sea tomando en cuenta el flujo mediático o usando servicios de mensajes instantáneos (Whatsapp, Signal, Telegram, etcétera). El periodismo de oficina se generaliza, y se privilegia la capacidad de reaccionar minuto a minuto por sobre la experiencia empírica del reporteo. El valor cardinal que articula la inmovilidad física y la movilidad de las notas es la reactividad, la capacidad de adaptarse al entorno en un tiempo real que toma la frecuencia del minuto. El movimiento se cumple en una tarea de actualización. La velocidad es empíricamente inaprehensible, y en ello se vuelve superfluo el mundo perceptual. La internet de las cosas (IC) o 5G persigue datos y no cesa en su seguimiento, estando en todos los lugares posibles para extraer lo perceptible y lo imperceptible, y constituir el contexto en un “entorno” que se satura en flujos de información.
El poder dromológico refiere al control de un territorio a través de formas de velocidad que actúan sobre el espacio y el tiempo18. Y el capitalismo es dromológico porque usa el tiempo como medida de control en el trabajo, en la producción y en la circulación19. Dentro de la misma producción de las noticias, la lectura se vuelve medible por las metrics -sea por la cantidad de clics o el tiempo de lectura-, es decir, el tiempo es una variable del trabajo y de la organización de la cadena de producción, e impulsa cambios estratégicos para ganar consultas en las páginas de los diarios digitales.
Y bien cabe recordar que este control debe ser del cuerpo y de los espíritus, puesto que son estos quienes trabajan, producen, circulan. Virilio distingue tres tipos de cuerpos: territorial, social (opiniones y comportamientos) y biológico. Así, la conquista pasa necesariamente por estos tres niveles de cuerpo. Con el desarrollo del cibermundo, los tres tipos de cuerpos se deslocalizan: proliferan los trayectos sin territorio -o suelo que transitar- y de desplazamientos sin extensión, y se multiplican las tendencias de opiniones sin arraigo contextual20. También la virtualidad implica el empequeñecimiento del mundo -sea territorio, espacio o contexto-, el desarrollo de velocidades de tiempo sin espacio, de trayecto sin trayectoria y de instantes sin lugares21. En el sector mediático, este fenómeno se aceleró primero con las transmisiones radiales y después con las televisivas, y se aceleró con la realidad virtual que produce la distancia, cuya velocidad hace desaparecer la distancia .
En este dominio absoluto del tiempo sobre el espacio se erige la globalización del tiempo, que construye a su vez una ciudadanía basada en la instantaneidad, unicidad y fugacidad: se erige el tiempo único y la metaciudadanía. Y si tomamos en consideración que la ciudad es un diseño urbanístico, ¿cómo se urbaniza el tiempo sin espacio? Dice Mallamaci que cuando los medios electrónicos se enlazan al problema del cómputo, a la programación, a la informática y a la codificación algorítmica, se consuma el ciberespacio y se cumple la sociedad dromológica22.
En Cibermundo, Virilio expone el concepto de trayectividad, cuyo contenido refiere a la organización del contacto o el lugar de la proximidad entre las personas23. Estar próximo a los otros y a los objetos, o cercanos a ellos, es un modo de “estar en el mundo”, constituyendo ontológicamente la relación de las personas entre sí tanto como con los objetos u otros organismos y entre ellos. Encontrarnos próximo-a o cercano-a, es un modo de las múltiples relaciones que habitamos. El trayecto es la distancia que se recorre de un lugar a otro, de un punto de inicio a un punto de llegada, implicando una geometría espacial y temporal, un flujo terrestre. Este trayecto también remite a la noción de espacio público en el sentido de Habermas, e implica reunirse con semejantes de manera colectiva para debatir de las ideas y hacer surgir una opinión pública, sobre la base de la lectura individual, silenciosa y privada. Los diarios y, paulatinamente, las noticias producían la trayectividad a la que se refiere Virilio, incluso en la organización de colectivos y partidos (como en los casos de la prensa de agitación y de partido). Además, las experiencias colectivas de recepción de la radio y de la televisión, cuando se lanzaron como nuevos medios, participan de la organización de la proximidad. Durante años el noticiero central podía compararse con una misa noticiosa, que reunía a un país cada día a las ocho de la tarde como modalidad de este estar en el mundo.
Este trayecto se ve trastocado con la emergencia de la realidad virtual. Esta última hace desaparecer la distancia terrestre entre lugares, haciendo instantánea su “llegada” a partir de la velocidad pura. En este sentido, la lógica de anticipación que regía la producción de noticias está hoy compuesta por otras temporalidades. A nivel estrictamente mediático, se manifiesta por la extensión del tiempo de programación de los medios analógicos y la expansión del dispositivo del directo, así como el corolario de la reducción del ciclo de vencimiento de las noticias. Si bien estos procesos no disputan fundamentalmente -todavía- la planificación de las noticias, este régimen de temporalidad es presentista, y provoca el desplazamiento de la noción misma del evento. El relato y el emisor se convierten en los eventos, en detrimento de la construcción del acontecimiento social. El presente está siempre desplazado, diferido, aunque el imaginario de la transparencia tecnológica le otorgue el realismo del tiempo real. La inmediatez se borra en el tránsito de las imágenes, pero las noticias tienen todavía cierta duración, algo que tiende a desaparecer en el ejercicio del periodismo digital.
La radio y la televisión han operado este desplazamiento, a nivel mediático, pero de manera incipiente y de ningún modo comparable a los efectos de la realidad virtual. “No hay trayecto” significa que no hay desplazamiento corporal de un lugar a otro, no hay un ir y venir físicos; sólo quedan los desplazamientos inteligibles. Señala Virilio que la realidad virtual anula el espacio privilegiando el tiempo, pero un tiempo deshistorizado porque es un perenne ahora, un perpetuo presente24. Sin pasado ni futuro no hay historia, no hay relato humano que refiera al “ir y venir” de los acontecimientos humanos. Los acontecimientos han sido vaciados de la presencia de los otros, no sólo por la descorporeización inherente a la inteligibilidad que exige la realidad virtual, sino porque ha desaparecido el otro en virtud del desvanecimiento del cuerpo. ¿Cómo percibo al otro si no hay cuerpo que percibir? La imagen pública adquiere el sentido pleno de su nominación: es sólo una imago, un fantasma25. A su vez, ¿de qué verdad podemos hablar si los hechos han sido abolidos en su acontecimiento y vaciados de relato? ¿Qué credibilidad periodística pueden reivindicar noticias deshistorizadas y fragmentadas, sin trayectividad, movidas únicamente por un flujo de interacción en tiempo real? La velocidad absoluta, al anular las distancias terrestres, anula la presencia corporal del otro, privilegiando la presencia espectral, fantasmagórica, virtual del otro26: la inmovilidad del usuario de la realidad virtual es indispensable para la movilidad absoluta de los cuerpos espectrales. Circulan frenéticamente noticias, como imágenes fantasmagóricas, sin “movilidad”, que se consumen de manera aislada lo que provoca la desaparición del público. Y esta inmovilidad es equivalente al encierro y confinamiento de los “cuerpos sudorosos”, y a la clausura del espacio geográfico, lo que Virilio llama “el cierre del planeta”27.
Ahora bien, el análisis anterior no puede desprenderse de la relación ineludible con el capital, donde la velocidad juega un papel fundamental. Günther Anders argumenta que la lógica del consumo supone una oposición a la apropiación y a la posibilidad de establecer propiedad sobre los productos de consumo28. A partir del principio de la reproducción que dice que destruir y construir no se contraponen, los productores requieren que su producto -por ejemplo, noticias- sea consumido lo más rápidamente posible, evitando que el consumidor se apropie del producto. Esta producción supone que el productor produce velozmente, ajustándose a los niveles de consumo. Mientras más rápido es el consumo, más rápida es la fabricación de éste. La ganancia del productor es alta si el consumo es rápido y masivo. Y esto ocurre por la velocidad que se le imprime al tránsito que va desde la puesta a la venta a la llegada a la “boca” del consumidor, en una especie de toyotismo generalizado que incluye la industria mediática. Estamos constantemente destruyendo lo construido, para continuar con el ciclo de modo infinito, y mientras más veloz ocurra el ciclo, más adinerado se vuelve el productor. La lógica de trabajo en desarrollo observable en los sitios de prensa digital se justifica de manera retórica desde el complemento y la profundización, pero no hace más que buscar más visitas en las páginas, más clics, y producir contratos de avisaje comercial y datos para almacenar.
Quienes usan los medios de comunicación ya no tienen que moverse para ir a seleccionar y comprar un diario, o esperar el momento que se lo entreguen (por vía postal o analógica en el caso de los noticieros de radio y de televisión). Por el contrario, el producto predeterminado llega al consumidor de manera continua en su computador, tablet o smartphone. Para ser más preciso aún, el medio pierde su unicidad, y son notas fragmentadas que los pushs y las cronologías invertidas de los sitios de prensa digitales otorgan al lector. Pensado en la ficción de la “audiencia”, el receptor activo es inmóvil cuando las notas concentran la movilidad en la relación periodismo/público. Se trata de llevar el producto a varias partes. Al desmaterializar los medios, la prioridad se orienta hacia acceder y seguir las actualidades en vez de tener un diario, una revista o una radio con sus plazos propios de información. Es el sentido de fidelizar las audiencias.
La inmediatez está disolviendo el tiempo real del periodismo digital, al priorizar el flujo momentáneo y productos híbridos, que no corresponden a la noticia tal como se ha entendido durante el siglo XX29. La viralidad y la réplica superan la reproducción de una rutina periodística cuya racionalidad estaba organizada en un ciclo de producción. Ya no hay ciclo ni plazos y el producto consiste, en el mundo virtual, en la mera repetición de pautas de prensa o contenidos prefabricados. La plusvalía reside en la validación periodística de estos contenidos y la orientación de fragmentos de notas en desarrollo hacia fragmentos de audiencias en curso de consumo. Si bien la noticia no ha desaparecido completamente, como bien lo muestran los diarios impresos y los noticieros, la hipótesis -que aquí apenas abrimos- es que se está sedimentando, reemplazada por otro producto central en esta nueva fase de la administración de la información. Esta sedimentación de ciertos formatos no es nueva -las columnas de opinión lo hicieron entre la prensa doctrinaria y la prensa informativa, al reunirse en ciertas páginas del diario, dejando espacio a lo informativo y el avisaje comercial-, pero opero ahora desde otra lógica. ¿Cuál es el nombre de este producto? Habrá que definirlo a lo largo de la investigación.
El problema de la velocidad también se ve reflejado en el marketing, pero como problema al interior de la publicidad. En efecto, el marketing requiere de la distancia entre el productor y el consumidor, distancia que queda anulada en el tecnoliberalismo porque éste trae ofertas en tiempo real30 adecuada al flujo momentáneo de la existencia del individuo. Con esta adecuación robotizada entre la oferta y la demanda, lo que se busca es abolir la decisión de compra, sustituyendo la facultad volitiva por una automatización personalizada de la gestión de nuestras necesidades: detecta las necesidades que requerimos y nos libera del peso de tener que preocuparnos de los objetos así como de los actos de compra. Las alertas de prensa que llegan en los celulares y las tablets es un buen ejemplo de este fenómeno. Otro es Dash de Amazon31. Hay también un cambio de dirección: ya no se trata de que el consumidor vaya al producto que requiere o necesita, sino que ahora es el producto adecuado que va hacia el consumidor, volviéndose, discretamente, en parte de su existencia. A su vez, y apelando a Virilio, esta fluidez y automaticidad de la compra, esta anulación y desaparición del momento de la compra, trae aparejada la desaparición “física” del dinero y tiende a diluir la noción de gasto, delegando esa operación en un sistema algorítmico o inteligencia artificial32, en la repetición en la que encierran las interfaces, las plataformas y sus funcionalidades (affordances), cuyo recurso es el tiempo mismo en la modalidad de atención de los usuarios.
Velocidad, comunicación y consumo
El proceso de abolición que conlleva la velocidad también se expresa en la comunicación, donde hay un puro fluir del emisor al receptor convirtiéndolos en lo mismo33, invisibilizando el mensaje y haciendo aparecer al mundo como una imagen. En este sentido, una noticia es una imagen con enunciados que se consumen34 mientras aparecen. Tradicionalmente, el valor de la noticia aparece cuando ésta vence. Su rango de verdad está en directa relación a la cantidad de veces que aparece, es decir, su condición de “verdadera” es cuantificada y no cualificada. Por tanto, cuantificación de la noticia y de la realidad. Si la noticia-imagen no es repetida no es real. Alejandra Castillo, leyendo a Maurizio Ferraris, señala que la imagen del celular o de la pantalla del ordenador es adictiva. Se está siempre alerta al teléfono porque debe haber allí una imagen que espera por mi mirada35. Así, la imagen mueve en la inmovilización que requiere para ser mirada: es un señuelo “cazamiradas”. Cada mirada a la imagen del aparato hace girar los goznes del orden del dominio, que no distingue entre trabajo y no trabajo puesto que todas las miradas movilizadas “trabajan”. Cada mirada, cada información que entregamos a las redes sociales, por banal o superflua que parezca, constituye de inmediato un archivo o una base de datos36.
La invisibilización del mensaje en la cuantificación de la noticia-imagen genera cambios en el proceso de producción de las noticias, que se configura en un flujo permanente de trabajo-en-desarrollo, en el que las notas se actualizan a lo largo de las horas, cuando un nuevo elemento se confirma. La importancia de esta movilidad virtual se pone en escena a través de distintos códigos y signos que muestran la capacidad de reacción de los y las periodistas, así como de las salas de redacción. Palabras-claves como “noticia en desarrollo”, “actualización”, “work-in-progress”, están poco a poco reemplazando los breaking news y “último minuto” que tradicionalmente estábamos acostumbrados a ver en pantalla. Observando la morfología de las notas periodísticas, el espacio de las notas ha ido reduciéndose a lo largo de los últimos veinte años, tendencia que se agudizó desde los años 2010 en la prensa digital. Lo más paradójico es precisamente que los sitios web permiten escribir notas más largas y tupidas, tal como lo aprovecha un sitio de periodismo de investigación como CIPER Chile y ciertas notas de portales como Emol.com (por ejemplo, recientemente, respecto de las declaraciones del presidente Piñera sobre la reforma de pensiones37) o LaTercera.com. Pero de manera más general, la prensa tradicional ha apostado por notas más breves, directas y numerosas. Al comparar, por ejemplo, el tratamiento que ofrecen El Mercurio y Emol.com de las protestas estudiantiles de 201138, se observa que la sala de redacción del diario impreso publica notas de 80 líneas en promedio, mientras que el sitio de prensa digital propone textos de apenas 60 líneas39. La prioridad es la repetitividad, el régimen cuantitativo de veridicción de la noticia-imagen, que multiplica y fragmenta su efecto en la repetición de las mismas fuentes en el flujo presentista de notas.
Las notas de prensa digital son más cortas y, en vínculo directo, recurren a menos fuentes. Cuando lo hacen son generalmente hipervínculos que remiten a otra nota o al origen del dato ocupado. Las notas del Mercurio sobre el movimiento estudiantil de 2011 recurren a un poco menos de tres fuentes en promedio cuando apenas alcanza una fuente, en promedio, en Emol.Com40. De manera similar a lo que se ha observado en otros contextos41, las notas del sitio están claramente orientadas al pasado cuando la retórica del diario se dirige hacia el presente (y en menor medida al futuro). En este sentido, el diario impreso conserva cierta autoridad vinculada a los plazos de publicación y a un producto, la noticia. Al contrario, la virtualidad está erosionando paulatinamente el monopolio del periodismo sobre la información y su producto -que a la vez le dio existencia a la profesión-, en tanto la noticia se convierte en réplicas.
Este proceso repercute a los y las periodistas, dado que la reactividad y el tiempo se convierten en medida de control del trabajo. El requerimiento laboral se forma de manera positiva como rapidez y de manera negativa como atraso42. Como sucediera con los lectores en otro momento, la ficción de las audiencias y sus necesidades justifican hoy este control y de manera más aguda en una economía de la atención, debido al trabajo de extracción de datos de consumo medial por las mismas aplicaciones y portales digitales. Lo que, en los años 1950, Warren Breed calificó de control social en las salas de redacción se ha redefinido y enfocado al “publicar antes”43 a partir de una creencia sobre la relación entre rapidez y consumo. Esta creencia se formula entre: la relación entre momento de publicación y consumo, que sedimenta la idea del “último minuto”; la fidelización del consumo; y, la demanda por actualización. Tal como el periodismo profesional y la noticia se producen y justifican para el público, el imperativo de la rapidez se formula entonces desde la ficción de usuarios que reclaman respuestas fluidas y rápidas a sus demandas informativas.
La estrategia de fidelización diseña la duración de la nota para no-durar, para evitar la experiencia del medio y consumir textos periodísticos fragmentados. La atención se vuelve una variable preexistente a la mediatización, que no busca provocarla sino movilizar y retenerla. Los eventos no son noticias, los hechos noticiosos ya no son acontecimientos, y las notas pierden todo relato. El evento es la misma mediatización, que no relata ningún evento. Desde esta perspectiva, la noticia se ha convertido en imagen con enunciados que las audiencias consumen y que la nota misma destruye mientras se produce. El realismo se encuentra en la repetición y los metrics de su consumo, una lógica que invadió los medios llamados “tradicionales” como lo muestran en Chile las notas televisivas sobre delincuencia: reiteran las mismas imágenes de fondo, con comentarios melodramáticos, hasta saturar las audiencias. La credibilidad de los periodistas reside en la capacidad de actualizar sus contenidos para adaptarse al entorno. Esto quiere decir que una misma noticia ya no es exclusiva de ciertos periodistas, sino que forma parte de un proceso de “producción des-integrado”44, ya sea entre profesionales y también al abrir el proceso a las audiencias (bajo ciertas condiciones que no tenemos el espacio de abordar aquí).
La velocidad absoluta, propia de la realidad virtual, se presencializa de modo paradojal: es un trayecto sin trayectividad, un trayecto que no se recorre. Con la inmediatez de las teletransmisiones y la circulación ciberespacial, el espacio extensivo termina por borrarse en favor de la inmediatez. Lo trayectivo se transforma en un presente absoluto, donde la velocidad no deja ningún tipo de trayectoria extensiva45. La aceleración de las transmisiones eléctricas suplanta al binomio realidad-representación por la hiperrealidad: una realidad transparente46. Esto significa que los acontecimientos no se representan más, sino que se producen, se presentan, se exponen al ritmo vertiginoso de la simultaneidad y la desaparición, desmaterializando la realidad47, confirmando la tesis de Virilio, a saber, que cada sociedad extrae su poder de la relación específica que tiene con las técnicas de la velocidad: la velocidad es el poder mismo48.
Una “sociedad acelerada”49 es aquella donde la aceleración tecnológica y la escasez de tiempo coinciden, sostiene Hartmut Rosa50. La realidad virtual ha sido capaz de crear nuevas estructuras ocupacionales, económicas y comunicativas, generando nuevos modelos de interacción social, e incluso nuevas formas de identidad social. En especial, y desde nuestro punto de vista, habría que ponerle atención a lo que el autor denomina “pendiente resbaladiza”, que es la actitud del capitalista frente al devenir de los asuntos económicos y comerciales: no puede tomarse un descanso, puesto que corre el riesgo de pasar de moda, de volverse inactual, anacrónico en la propia experiencia y en el conocimiento. La velocidad que imprime el desarrollo tecnológico impide detenerse51. Habría que entender esta imposibilidad de detenerse como una variable del pensamiento instrumental: la imposibilidad de pensar, examinar, reflexionar, mirar, de-morarse. De este modo, la “pendiente resbaladiza” se refiere a un factum del mercado: la propia desechabilidad, que constituye la matriz del consumo, vuelve imprescindible la perenne producción e innovación de mercancías, y su circulación, y ella debe ser constante, permanente, “sin parar”. Si se detiene, corre el riesgo de ser desplazada, suprimida, expulsada de la competencia mercantil.
Rosa sostiene que la aceleración, entre otros aspectos, recae sobre la identidad, evitando un lenguaje que implique al sujeto ontológicamente. Por ejemplo: trabajar como panadero y no ser panadero; vivir con Julia en vez de ser la pareja de Julia; ir a la iglesia en vez de ser creyente. Acceder a noticias y no formar público, hemos escrito en unos párrafos anteriores. Este lenguaje, dice Rosa, denota una preocupación por la contingencia donde las cosas pueden cambiar en cualquier momento. Y aunque la contingencia y la aceleración no son lo mismo, su lenguaje denota una preocupación por los sucesos que cambian constantemente dando la sensación de que nada es “quieto”52. Es más: la duración de las actividades y compromisos ya no se planifica por adelantado, sino que se los deja llegar o, según el caso, seguir. La circulación de un flujo de noticias ordena el proceso de producción de las noticias e impone sus temporalidades desde el entorno, sobre el base del rendimiento.
La construcción de la novedad ha perdido su efecto de realidad dentro de un continuo proceso de desarrollo. La epistemología del periodismo ha pasado del neopositivismo (existe una realidad exterior: los sucesos, que se transforman en los hechos con la profesionalización del oficio) al progresismo flexibilizado de un flujo que hace falta (per)seguir -de ahí que el mito del cazanoticias sigue vigente-, y no más administrar. No hay una directriz que fije un cierto “itinerario” a seguir, puesto que no hay un pasado desde el que asirse y un futuro al que haya que llegar, emparentándose con la línea argumental de Virilio acerca de los conceptos de trayectividad y de proximidad. Las decisiones se toman “de vez en cuando”; de acuerdo a los contextos y situaciones, río abajo53. Esto se torna políticamente relevante cuando Rosa señala que, a raíz de lo anterior, se hace imposible planificar y moldear la sociedad a través del tiempo; el tiempo de los proyectos políticos también se ha acabado54, puesto que las discusiones para tomar decisiones políticas llevan “tiempo”, y cuando se ha tomado la decisión, la propia contingencia ha cambiado y la decisión ya no tiene sentido55. Bajo este prisma, que las decisiones políticas las tome una inteligencia artificial no estaría fuera de lugar.
Pero la aceleración también se encuentra relacionada con la disponibilidad del mundo y su alcance. El alcance está en relación con la distancia: a más componentes del mundo acceda, significa que hay un modo de acortar la distancia entre mí y ese objeto. La velocidad con la que accedo a ese objeto lejano se refiere al tipo de transporte que tengo, y hay una diferencia entre una bicicleta y la realidad virtual. En efecto, lo que puedo recorrer con una y otra es muy diferente. La bicicleta es bastante limitada con respecto al smartphone56. En este tránsito del desarrollo técnico del transporte se evidencia que la técnica está a disposición del incremento para cubrir el mayor espacio posible en menor tiempo. Y esta última afirmación sitúa el problema nuevamente en la aceleración: “copar” el mundo es el objeto de la aceleración, mientras que “alcanzar el mundo” nos lleva a la noción de “conexión”. Estar conectados hoy supone estar en cierta relación-con-el-mundo, a decir de Maurizio Ferraris. El hecho de estar pendientes de la pantalla del aparato celular para responder correos o “revisar noticias”, o estar a la espera de alguna “novedad”, expone la necesidad de “conexión total” al mundo, más aún tomando en consideración que el teléfono móvil, a diferencia del fijo, es deslocalizado57, y esto tiene por consecuencia que en el mismo tiempo todo es infinitamente más cercano, siendo una característica de la globalización la posibilidad de una comunicación asincrónica58.
Ferraris tiene un planteamiento acerca de la conversación a distancia que invita a reflexionar acerca del carácter de la velocidad, tal y como la hemos diagramado. Refiere el autor que, cuando hablamos por celular, creamos nuestro propio espacio imaginario, que es el espacio de relación que establecemos con nuestro interlocutor, y que no es el espacio físico en donde nos encontramos. Es como si, dice Ferraris, el interlocutor “estuviera aquí presente”59. De esta afirmación podemos seguir un hilo que pone en cuestión la “pendiente resbaladiza” de Rosa: el espacio abstracto que se crea entre interlocutores que hablan suprimiendo la distancia natural que hay entre ambos -e instaurando un presente al interior de un devenir, o a lo mejor un presente que es lo que dura la conversación cronometrada entre ambos, en la propia velocidad, y que “detiene” el tiempo- es un espacio “presencial”. No habría una “pendiente resbaladiza”, puesto que “el tiempo se ha detenido” en el hiato de la conversación virtual. Ferraris sostiene, empero, que es una “ilusión trascendental” creer que no hay distancia entre los interlocutores, o que estamos haciendo una conversación cara a cara60. Entonces, la “ilusión trascendental” es el espacio imaginario que los interlocutores crean para hablar anulando la distancia natural que los separa y, sin embargo, ese espacio se encuentra experiencialmente dentro de la experiencia física, corpórea. Podemos decir que hay dos velocidades que se superponen: una en el campo de la abstracción y la otra en el campo de lo corpóreo, dejando en evidencia la separación entre la mente y el cuerpo, nuevamente.
Por su parte, Maurizio Lazzarato61 analiza diversas conexiones entre la fluidez de capital, la velocidad de la realidad virtual y la máquina de guerra estatal que cobija estas operaciones o las hace posible. La circulación rápida, veloz del capital asegura mayor rentabilidad: quien tiene el poder conduce, guía el ritmo de las energías de la sociedad que controla, recordando a Virilio62. Y para Lazzarato la velocidad de circulación del capital comprende una serie de componentes que hacen posible su movimentación. El endeudamiento63, como política pública a la que muchos estados en América recurren, es un ejemplo del andamiaje que hace posible la circulación de capital64. Endeudarse significa establecer una relación con el futuro en la figura de la deuda con un acreedor, relación donde el porvenir está “secuestrado” por el acreedor financiero, haciendo que “mi vida” quede sometida a realizar todo tipo de actividades para pagar la deuda. Los mecanismos de sujeción que acompañan las políticas de endeudamiento hacen posible que la velocidad de circulación del capital, sobre todo el comercio en las plataformas digitales, resulten “naturales” a los usuarios y ciudadanos en general. El capitalismo ha tendido a la velocidad, a una máxima velocidad, pero para ello requiere diseñar una subjetividad apropiada para que el proceso surja y emerja. Así las cosas, el funcionamiento automático e impersonal de las normas sociales es reforzado por los automatismos y por el funcionamiento impersonal de la técnica65.
Es importante comprender el concepto de flujo, tomado de Deleuze66, que Lazzarato utiliza para referirse a toda actividad humana que, eventualmente, es susceptible de volverse mercancía, a saber, trabajos, servicios, comunicación, sexo, deseos, imágenes, tiempo libre (pero también peinarse, lavarse los dientes, ducharse, caminar, sentarse, correr, comer, mirar, etcétera).67 Ahora bien, los flujos se desplazan a diferentes velocidades, pero todos deben subordinarse, adaptarse, ser funcionales a la velocidad madre del capital-dinero, la forma más líquida y flexible del capital68. La informatización de la sociedad contribuye vigorosamente a la operación de movilización y fluidización de todo lo que era estable y fijo, al aproximar -por obra de las máquinas digitales y las semióticas que las hacen funcionar- la movilidad de los flujos de producción, comunicación y servicios a los del capital69. En este sentido, el capital quiere hacernos creer que su funcionamiento es asimilable al de un autómata, que no hay alternativas porque el mercado, la bolsa y la economía de la deuda son regidos por automatismos, y que las formas de gubernamentalidad funcionan de la misma manera, de modo que las poblaciones no tienen otra opción que adaptarse70. En rigor, afirma Lazzarato, los mecanismos automáticos lo hacen siempre a raíz de una victoria política sobre los comportamientos71, o los datos sólo pueden gobernar los comportamientos de aquellos que aceptan “las cosas como son”72.
Virilio señala al respecto que la propia desmaterialización del mundo y del cuerpo tiene su correlato en la descorporización del dinero y su circulación electromagnética o dinero plástico, el paso del dinero físico al dinero electrónico: puro fluir73. De este modo, siendo el fluir global, planetario, mundial, es análogo al mismo movimiento de velocidad y fluidez que encontramos en el mundo virtual. La riqueza se escuda tras la velocidad, ocultando su condición de siamesas. Más todavía si consideramos que el capitalismo requiere crear y destruir al mismo tiempo (tesis de Joseph Schumpeter74), o, como señala Lazzarato citando a Walter Benjamin, crear y destruir tanto sus propios productos como las condiciones de su producción, por un lado a la naturaleza y por otro a los sujetos que producen las mercancías y hacen posible su circulación75. Destrucción de los productos, por lo que argumenta Günther Anders acerca de producir objetos de consumo rápido; de la naturaleza, porque se busca materias primas y se la trata como basurero; de los sujetos, porque se los exprime hasta que den su última gota de energía, y puedan renovarse en su tiempo libre para continuar con el proceso (impecable e implacable) de explotación.
Velocidad, internet de las cosas y 5G
Con respecto a la realidad virtual, sólo hemos analizado su primer momento, el de la relación usuario-computador y/o usuario-celular. Pero hay dos modulaciones más que son pertinentes analizar, a su vez secuenciales e inclusivas. Una de ellas es internet de las cosas (IC) o 5G. Aquí, los aparatos electrónicos que circundan la vida del usuario, sea su casa, la vía pública o un lugar privado en general, extraen los datos de éstos y los “depositan” en una base de datos (Big Data), la que analiza y coteja esa información para entregarle al usuario de dichos aparatos electrónicos toda la información que requieren para sostener una vida en bienestar. Las comunicaciones no están fuera de este proceso, por lo contrario, lo activan para monetizar la información (por ejemplo en los portales digitales de diarios), y son ellas mismas un dispositivo de esta modulación informativa de la realidad digital.
La otra modulación es lo que Éric Sadin denomina asistente digital personal (ADP)76. Este asistente es un programa, una aletheia algorítmica que “conversa” con el usuario, reuniendo en sí todos los datos que los aparatos electrónicos logran recabar sobre su asistido, a cada instante de su existencia. Quizá el concepto clave sea el de piel algorítmica77, donde el programa algorítmico se adosa a la piel del usuario, es decir, al conjunto de fragmentos que componen sus percepciones dispersas. Si tomamos en consideración el planteamiento de Michel Serres, quien observa que el computador reemplaza la abstracción humana a cambio de la velocidad a la que corre la información digital78, el pensamiento algorítmico es un cognitivo algorítmico que suplanta en varios aspectos el intelecto humano79. Por lo pronto, la memoria del aparato electrónico es más amplia que la humana, funcionando por “redes” tal y como lo hace la “red” neuronal (megas, gigas, teras, petas, exas, zetas y yotas)80, procediendo a un almacenamiento, distribución y análisis no sólo veloz sino que eficiente, eficaz, confiable, sin errores. Esta memoria puede conocer en detalle y ampliamente, evaluar y “decidir”, esto es, “razonar”. Incluso los millones de emoticones expresan la facultad imaginativa81. Pero es la instantaneidad de la velocidad la característica principal. La velocidad y el flujo de información y datos están en directa relación con la sofisticación y eficacia con que los objetos interconectados logran extraerlos: la sociedad de control/vigilancia actual se acopla a la circulación veloz de la mercancía, por tanto su vigilancia se debe acoplar al movimiento de flujo -y no detenerlo, como en la sociedad del encierro o disciplinaria-. Esto devela el carácter totalitario de la unificación vigilancia-mercado en el flujo de capital y circulación.
El teléfono celular lleva consigo el control del individuo contemporáneo. Con el advenimiento de la internet de las cosas (IC), el mundo virtual se expande hacia el mundo real de los cuerpos que quiere diluir, teniendo por horizonte su completo copamiento, aunque no lo explicite. La IC puede almacenar, analizar, distribuir, administrar toda la información que los objetos interconectados envían a las supercomputadoras de las empresas de tecnología digital, información que trata acerca de las actividades de los usuarios de estos objetos que, a su vez, proporcionan servicios de valor añadido a los usuarios finales -o, como escribe Paula Sibilia, “el producto comprado y vendido es el consumidor”82-. La IC está pensada para el mercado y, por tanto, todo beneficio es siempre capital: dado que todo objeto electrónico pasa a ser una fuente de almacenamiento transitorio de datos, va permitiendo el desarrollo del Big Data y el Cloud Computing, lo que, a su vez, genera un “sistema nervioso mundial”, apelando no sólo al cúmulo de información de que se dispondrá, sino a la velocidad en la que esa información llega a destino para ser utilizada.
Eric Sadin se refiere a la velocidad con la que las economías de plataforma funcionan, señalando cuatro características: 1) sus algoritmos capturan los fenómenos de lo real en su misma fuente y son medidos de inmediato, abriendo un horizonte virtualmente infinito de funcionalidades; 2) la extensión de los sensores sobre nuestras superficies corporales, domésticas y profesionales, son cruzadas con la potencia de la inteligencia artificial; 3) es inagotable, sean las circunstancias espacio-temporales singulares o los datos; 4) aspira a hacer de todo gesto, hábito o relación una ocasión de beneficio, intentando adosarse a cada instante de la vida y confundirse con la vida entera, eliminando en principio toda posibilidad de espacio vacante83. Este último punto es relevante para el concepto de piel algorítmica al que ya hicimos referencia. En estricto rigor, se trata de neutralizar la libre decisión por un lado, y por otro de neutralizar la espontaneidad humana, convirtiendo este “acompañamiento digital” en un modelo civilizatorio84. Estas neutralizaciones son relevantes políticamente puesto que, por ejemplo, Hannah Arendt sostendrá que una de las características del gobierno totalitario es, precisamente, la neutralización de la espontaneidad, cambiando la acción por el comportamiento de funcionario85.
La tesis que se encuentra a la base del desarrollo tecnodigital, dice Sadin, es que hay una deficiencia humana fundamental que va a ser salvada por los poderes de la inteligencia artificial86. De esto se sigue que la lentitud de algunos procesos -en particular el de procesar información- es una deficiencia a suplir, y en ello está el supuesto de que la estructura orgánica, tal y como la conocemos, es fuente de errores que se pueden remediar. Así las cosas, la realidad virtual va a la conquista tanto del mundo como de la vida particular humana87. Los ingenieros de la realidad virtual, sus programadores y los empresarios están seguros que la inteligencia artificial pueda alcanzar todos los fragmentos de la realidad y de la vida88, porque suponen que la vida se puede ajustar a la velocidad real en la que el mundo se encuentra y entrar en armonía con ella; pero que las deficiencias orgánicas del cuerpo y la mente humanas impiden ese alcance. Las tecnologías de lo exponencial e integral prometen fundirnos con el tempo del mundo que condiciona la plenitud de la existencia89. La inteligencia artificial es una especie de súper yo del siglo XXI, y estaría dotada de una triple capacidad: 1) poder de interpretar los datos que extrae como “piel algorítmica”; 2) poder de sugerir y formular soluciones; 3) poder de autonomía decisional, es decir, capacidad de emprender acciones sin validación humana90.
Se trata, pues, de instaurar un “ser computacional” que se juzga superior a toda capacidad humana de decisión, descalificando toda posibilidad de decisión humana, reduciéndonos a meros operarios de las decisiones tecnológicas91. Si se trata de erradicar lo sensible, cercenando la experiencia, reduciéndonos a una única dimensión e impidiéndonos la captura de lo real, descarnándonos, el devenir informático-noticioso es la etapa formativa de los cuerpos para ese proceso.